Dicen que al hablar de religión, política y futbol nadie tiene la razón, sin embargo, si somos francos, esto es una verdad a medias porque en realidad, una cosa es no poder conciliar y otra muy diferente el no aceptar que nuestras creencias son erróneas. Y en el caso del arte y el cine, ocurre algo parecido.
Hace unos años, en ese universo paralelo que es YouTube, apareció Antonio García Villarán, un artista y maestro que de repente volteó al mundo del arte de cabeza por la curiosa crítica que hace a la mafia que inunda ese ámbito. En sus videos empezó a utilizar un término curioso para referirse a los charlatanes que inundan el medio, esos que se dicen “creadores” y “artistas”, pero que en realidad únicamente se dedican a llamar la atención y a forrarse de dinero. Gente como Damien Hirst, Gabriel Orozco, Yoko Ono, Jeff Koons, Banksy, entre otros, son catalogados por el youtuber de temas artísticos como hampartistas, esto porque su producción está fabricada para generar polémica, es publicitada ampliamente y busca primariamente beneficiar económicamente a sus autores.
El término “hamparte” busca, sobre todo, el ser una nueva definición sobre el estilo particular de ciertos pseudoartistas, personajes que han destinado sus “talentos” a engañar al público y a los galeristas, al grado que son capaces de vender como grandes productos objetos tan ridículos como un crucifico dentro de un frasco lleno de orines (Andrés Serrano), el esqueleto de una ballena garabateado y reconstruido (Orozco), una banana pegada con cinta gaffer a una pared (Maurizio Cattelan), dos pares de zapatos Converse, uno de bronce y otros de tela (Alicia Framis). Y así, la lista y el ridículo podría seguir hasta llenar tantos tomos como la Enciclopedia Británica y faltarían ejemplos.
Lo que hizo García Villarán sin quererlo, fue la más relevante aportación a las artes de los últimos años, ya que se atrevió a decir de forma muy elegante lo que muchos pensamos cuando vamos a los museos y galerías: “Esto huele a mierda”. Y por si eso no fuera poco, se aventuró a presentar un manifiesto, es decir, ciertas características que deben tener las obras de “hamparte” para serlo. En siete puntos, muy fáciles de entender, define lo que no debería ser el arte y que, sin embargo, parece que en estos días es lo que más se vende.
El manifiesto de García Villarán marca lo siguiente:
1.- Si uno o varios objetos fabricados en serie y que además están a la venta en el mercado común son presentados como obra de arte es Hamparte.
2.- Si la obra consiste simplemente en la elección de un objeto (…) que es convertido mágicamente en obra de arte por el hecho de colocarlo en un espacio expositivo cualquiera es Hamparte.
3.- Si no es necesario tener talento para realizar una obra como la que se muestra, si está llena de lugares comunes e ideas manidas es Hamparte.
4.- Si el único valor que tiene la obra está sustentado fundamentalmente por un concienzudo texto teórico/filosófico/político que no encuentra su reflejo real en la obra es Hamparte.
5.- La fantástica y mágica atribución de valores inexistentes a objetos que son comercializados en el mercado del arte con precios exorbitantes es Hamparte.
6.- Un artista nunca se gana el derecho de ser artista. Tiene que demostrarlo continuamente. Aunque haya hecho una gran obra de arte, esto no significa que todo lo que haga sea arte. Puede hacer Hamparte consciente o inconscientemente. Si lo hace inconscientemente, será un hampartista puro. Si lo hace de manera consciente para evidenciar y denunciar lo que está ocurriendo en el mercado y en el mundo del arte, o bien por el simple placer de hacerlo; es un hampartista realista. Pero todas las obras que se creen bajo estos términos serán Hamparte.
7.- En definitiva, el arte de no tener talento es Hamparte.
Y como el cine es considerado también como una de las bellas artes, sin duda son más que aplicables a la producción destinada a ganar premios en festivales.
Muchos “autores” que llegan a las pantallas, aplicando el manifiesto, son “hampartistas cinematográficos” y hay muchos casos que se pueden suscribir:
Darren Aronofsky
Es sin duda el mayor de los hampartistas del cine. Si bien su primera película, Pi-π (1998) es un interesante ejercicio de estilo, bastante original, que dio a conocer a un creador muy talentoso, a partir de su segunda cinta, Requiem for a Dream (2000), comienza un camino de conformismo y de repetición de temas que demuestran que si sabes venderlo, es arte aunque no lo sea. Black Swan (2010) es una muy buena cinta y su obra maestra, The Wrestler (2008), muestra que cuando deja de lado el ego y las pretensiones mesiánicas puede hacer un filme honesto y sensible. Sin embargo, The Fountain (2006) y Mother! (2017), son verdaderos mamotretos pretensiosos y sin sentido que fueron recibidos por la crítica y el público como “obras maestras”, a pesar de que para entenderlas hay que ver entrevistas con el autor y videos de YouTube de “final explicado”. En el caso de la segunda, por ejemplo, el director se pasó declarando en cuanto podía que era una reflexión sobre la destrucción a la madre naturaleza, aunque en esencia sea más hueca que Noah (2014), su fallida y mamotrética versión del diluvio.
Alfonso Cuarón
Su obra siempre ha sido muy comercial a pesar que desde el inicio ha querido venderla como filmes de autor. Y no es que no lo sea en el sentido literal, sino que no demuestra una visión personal del mundo y sí una apropiación de ideas y conceptos que ya habían sido expuestos antes, solo que él los viste de oropel y lucecitas de colores. Su cine dice que es pero en realidad no lo es y no se cansa de publicitarse como artista obsesivo en los detalles. Aclaro que detrás del ego hay un gran director y que Y tu mamá también (2001) es fundamental para entender el cine mexicano contemporáneo. Pero si uno observa con detenimiento Children of Men (2006), Gravity (2013) y sobre todo, Roma (2018), encontramos no una reflexión sobre el deterioro ecológico, un análisis sobre la resiliencia del hombre en situaciones límite y una crítica al clasismo y la injusticia social para con las empleadas domésticas, sino una hermosa colección de viñetas bien fotografiadas y muy bien comercializadas. Cuarón es como Tomás Tomás, el personaje de Sólo con tu pareja (1992), su ópera prima, un publicista con aires de seductor que vive en su burbuja de perfección auto impuesta.
Lars von Trier
Si buscas en el diccionario la definición de fraude, seguramente vas a encontrar el nombre del Dogme 95, movimiento encabezado por Thomas Vinterberg, Kristian Levring, Soren Kragh-Jacobsen y su fundador, Lars von Trier. Según ellos, se trataba de regresar al cine a sus orígenes, lejos del revestimiento de lujo que significaba, principalmente, el cine de Hollywood. Sus trabajos deberían ser sencillos, en una sola locación preferentemente, filmados con cámara en mano y sin efectos visuales de ningún tipo. Ninguno de los miembros del efímero movimiento lo lograron y su principal promotor y creador logró una carrera llena de todo lo que al principio criticaba, es decir, toda la porquería fílmica que es elogiada y llenada de premios en los festivales más prestigiados. Algunas de sus obras son muy bonitas, hay que reconocerlo, como Breaking the Waves (1996), Dogville (2003) y Melancholia (2011), pero en su mayoría están plagadas de violencia y sexo gráficos muy gratuitos, misoginia y todo tipo de estupideces disque muy trascendentes. Antichrist (2009) y Nymphomaniac (2013), son el mayor ejemplo de lo que es el chovinismo fílmico en su máximo esplendor, de esas que el público y la crítica convierten en “obras maestras” por estar llenas de encuerados, sangre, excesos y sadomasoquismo sin sentido y que su realizador jura y perjura que eran necesarios para dar a conocer “su visión de la decadencia de la sociedad”, aunque para lograrlo tuvo que recurrir a maltrato psicológico, chantajes y humillaciones de todo tipo, principalmente con sus actrices. Una joyita el HDSPM.
Christopher Nolan
El primer punto del manifiesto de García Villarán dice: “Si uno o varios objetos fabricados en serie y que además están a la venta en el mercado común son presentados como obra de arte es Hamparte”. Ahora piensa en Batman. Hay cómics, juguetes, playeras, calzones, todo lo que se te ocurra y es una franquicia muy comercial. Y Nolan intentó, casi con éxito, volverlo una obra de arte, el sueño húmedo de Jeff Koons. Su filmografía es muy interesante, es un autor en toda la extensión de la palabra, obsesivo y hábil como pocos, y debo reconocer que casi todas sus cintas son una maravilla, pero que un taco de guisado sepa muy bueno no lo hace un platillo gourmet. Siendo honesto, Memento (2000) estuvo a punto de ser un opus magnum pero no llegó a serlo por muy poquito. Y desde entonces, constantemente se ha quedado en el casi. Y es triste. Lo que siempre pasa con él es que su cine está tan comprometido económicamente, que no puede soltarse del todo. Es material de gran calidad pero supeditado a la recuperación económica, algo que otros como Alejandro González Iñárritu, sí han podido sortear. Me quedo con la duda de si será o no un hampartista, ojalá Antonio García lea este texto y me pueda responder.
Gaspar Noé
Por payasos como él es que muchos no quieren ir a los cineclubes. Su trabajo está plagado de violencia, sexo explicito, psicología pop y sobre todo, es profundamente moralista y moralino. Y a pesar de que Seul Contre Tous (1998) es una película excesiva pero extraordinaria, desde entonces su filmografía ha ido de lo aburrido y pretencioso de Irréversible (2002), a lo totalmente banal y vacuo de Climax (2018), pero ha logrado colarse en los festivales y seguramente hay alguna persona en este momento leyendo esto y mentándome la madre por sacrílego, mientras en su mente resuena la 7ª sinfonía de Beethoven y recuerda entre lágrimas: “El tiempo todo lo destruye”.
Me podría seguir por horas, me faltan muchos nombres como Quentin Tarantino, Carlos Reygadas y otros, pero creo que esos que puse son los más grandes representantes de lo que no debería ser el arte, ya que como dicen, es la expresión más hermosa que tiene el hombre, lo que lo hace diferente de los animales, aunque otra cosa que los animales no muestran es una capacidad de hacer cualquier cosa con tal de ganar fama y dinero. A final de cuentas, lo que sobran en el cine y en todas las demás expresiones artísticas son los charlatanes y los pichones que se dejan engañar. ¿Tú qué opinas: quién sería tu hampartista cinematográfico favorito?
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