Tras el éxito de público y crítica que significó la regular Wonder Woman (2017, Patty Jenkins), en Disney seguramente se dieron de topes en la cabeza porque siendo la empresa que tiene más películas con princesas y personajes femeninos fuertes (desde Blanca Nieves hasta la Princesa Leia, pasando por Cenicienta, Tinkerbell, etc.), dejaron pasar la oportunidad de hacer la primera cinta de superhéroes de un gran estudio de la década en tener una mujer como protagonista – anteriormente ya habían existido Supergirl (1984, Jeannot Szwarc), Catwoman (2004, Pitof), Elektra (2004, Rob S. Bowman), entre otras. Esto en términos de los tiempos actuales, en que la presencia femenina ha adquirido una importancia mayor, debió hacer que los Estudios Marvel buscaran desesperadamente un personaje que lograra la identificación de las féminas del mismo modo que lo hizo la guerrera amazona de DC. Y después de hacerle el feo a Black Widow se decidieron por la Capitana Marvel (Captain Marvel, 2019, Anna Boden y Ryan Fleck).
La trama cuenta sobre una comando espacial de la raza kree que es secuestrada por los skrull, unos cambia formas más feos que Elba Esther Gordillo, para que les dé la ubicación donde puede estar un motor que les permita viajar a la velocidad de la luz. El proceso va a provocar que la valiente soldado recuerde que en realidad nació en la tierra, lugar a donde accidentalmente cae y comienza a buscar el aditamento de marras, antes que los lagartoides lo encuentren.
La cinta no tiene nada extraordinario, es un capítulo más de la larga telenovela de los vengadores, como le llama Fernanda Solórzano, sin embargo, sirve, tal cual Captain America: The First Avenger (2011, Joe Johnston), como especie de precuela. Aquí se puede ver el cómo llega a las manos de S.H.I.E.L.D el “teseracto”, cómo perdió el ojo Nick Fury, por qué Phil Coulson y Fury son tan cercanos, etc. La química entre Brie Larson y Samuel L. Jackson, es innegable, además que sirve de balance en la actuación de la primera, que siendo honestos, de pronto se siente forzada, quizá porque lo que más le interesó del papel es la cantidad de dinero que le pagaron. Los efectos especiales son cumplidores, aunque en ocasiones los modelos CGI son muy evidentes, más en las escenas de vuelo de la heroína y en algunas tomas del Coulson rejuvenecido. Es inexplicable el por qué se esmeraron tanto en la recreación del joven Jackson y a Clark Gregg lo descuidaron tanto. El maquillaje de los skrull me deja en un dilema porque por un lado se siente muy avejentado, como del programa Face Off del canal SyFy, y al mismo tiempo remite al usado en cintas noventeras, década en la que se desarrolla la acción. El ritmo de la película está bien logrado, aunque las escenas de acción en algunos momentos son muy confusas y en otras no se disfrutan tanto porque la fotografía es muy oscura. Sin embargo, lo mejor de todo es el gato Gosse, que en unas pocas secuencias se logra roban la obra completa (ojalá hicieran una cinta sobre él o por lo menos un cortometraje), básicamente porque, a pesar de tener poderes, no deja de comportarse como un encantador gato normal.
Quizá su mayor debilidad se deba a que aunque es divertida y nostálgica, es muy predecible y no aporta gran cosa. Es, como Thor (2011, Kenneth Branagh), un trabajo en el que importan más los elementos que lo unen con el resto de los productos de la empresa que la historia, hecho para presentar al personaje y explicar el por qué es una pieza importante en el siguiente capítulo de Los Avengers.
Pero si algo ha vuelto tristemente célebre al filme es el escándalo que se dio en redes sociales por los comentarios de su protagonista sobre la poca diversidad existente entre la crítica de cine y los periodistas, quienes son principalmente hombres blancos, por lo que pedía que hubiera más reporteros mujeres y de color cubriendo sus eventos. De alguna manera, esto provocó la ira de los fans más idiotas y retrógradas, que empezaron a tacharla de feminazi, lesbiana, loca y hasta de estar desnalgada (esto es real, no es invento mío), como si por no tener trasero estuviera resentida con la humanidad. Incluso, Rotten Tomatoes tuvo que bloquear los comentarios hacia la cinta para evitar los ataques estúpidos e indiscriminados hacia la actriz. Y curiosamente, si uno observa muchas de las críticas profesionales sobre la cinta, están más centradas en buscar el mensaje de empoderamiento femenino inexistente que, según ellos, debe tener la producción, lo cual ha generado que pasen en su mayoría de largo algo que es más evidente y acorde con la agenda política actual de Hollywood. En una escena, la villana, “inteligencia suprema”, comenta que no va a permitir que esos asquerosos reptiles invadan las fronteras que rodean su planeta. Si uno analiza la situación de la obra, se puede percatar que a final de cuentas, los realizadores, que se han caracterizado por hacer guiones con cierta carga de crítica social (Half Nelson, 2006), no pierden la oportunidad de reprobar el gobierno de Donald Trump. Para ellos, los kree son los norteamericanos manipulados por una malévola “inteligencia suprema” (Trump) que los convence de que los diferentes, los skrull, los ilegales, son los villanos que quieren apoderarse del mundo. La Capitana Marvel descubre que ella, a final de cuentas, a pesar de pensar que tiene sangre kree, en realidad es una terrícola, es decir, que es también un inmigrante. Aunque no es una película perfecta, por lo menos como metáfora política funciona, además de tener uno de los gatos más simpáticos que se hayan visto en el cinematógrafo, lo cual dicho sea de paso, es lo mejor del filme.
En resumen, una cinta que si se ve sin prejuicios, sin esperar nada más que diversión y principalmente, sin fijarse en si Brie Larson tiene nalgas o no, te puede regalar un rato divertido y, de paso, descubrir que los gatos son la neta del universo.
Por acá el tráiler, por si estuvieron viviendo un año en un pueblo lejano sin internet.
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