Las mini series parece que están destinadas a ser el futuro de la televisión de calidad, quizá porque su brevedad permite el poder narrar una historia sin tener que extenderla demasiado para tener cautivo al público. La prueba más contundente se dio hace unos días, cuando Chernobyl desbancó, según IMDb, a Breaking Bad y Game Of Thrones, como mejor serie de la historia, lo cual pude ser muy discutible, pero a la vez demuestra que igual que el cine, el estirar un trabajo exitoso para explotarlo al máximo es contraproducente. Sin embargo, la mayor lección de la producción de HBO y su repentino éxito es que la vida es más asombrosa que la ficción, lo cual es evidente al ver Así nos ven, espantoso título en español para la nueva producción de Netflix: When They See Us (Cuando nos ven).
En únicamente 4 capítulos, la serie cuenta los hechos ocurridos el 19 de abril de 1989, cuando 5 adolescentes, 4 de color y un latino, que estuvieron en la parte norte de Central Park, en New York, son acusados de la violación de una corredora de bolsa en la parte sur del lugar. Obviamente, desde el principio sabemos que los 5 son inocentes pero que por el racismo imperante en esa época y las presiones que hubo sobre los agentes asignados, estos deciden armar un caso falso para poder encerrar a los niños.
La serie, creada y dirigida por Ava DuVernay (Selma, 2014) resulta bastante contundente en lo que busca, que es el hacer un retrato sobre el racismo y la intolerancia que se vivió en el caso de estos cinco inocentes, que fueron obligados a confesarse culpables en una serie de filmaciones editadas a más no poder, y que finalmente, a pesar de no haber ninguna prueba ni de que se conocían antes del incidente, ni de que participaron en el crimen, fueron sentenciados a entre 6 y 13 años de prisión. Quizá ni el tratamiento ni la trama sean del todo diferentes u originales, ya que este tema se ha visto en demasiados trabajos en el último año, nada más hay que recordar algunos de ellos, como The Hate U Give (2018, George Tillman Jr.), BlacKkKlansman (2018, Spike Lee), Sorry to Bother You (2018, Boots Riley), Blindspotting (2018, Carlos López Estrada), entre otras, en formato de cine, que han usado temáticas similares. Sin embargo, el trabajo de DuVernay sobresale porque no se toma ninguna delicadeza para señalar culpables: Los mismos adolescentes por haber sido imprudentes e ir a vandalizar o simplemente curiosar por el parque, sabiendo que no debían ir ese día; los padres de los chicos, que permitieron que sus hijos firmaran documentos y aceptaran su participación en el crimen; las autoridades prepotentes y racistas, que con tal de cerrar un caso que podría viralizarse, deciden culpar a los muchachos, aun cuando se violasen sus derechos y se inventara evidencia. Un culpable más, muy importante, aunque un tanto indirecto, fue el mismísimo Donald Trump, quien pagó sendos espectaculares y anuncios en los diarios, en los que pedía la pena de muerte contra los que él consideraba culpables. La directora pone mucho énfasis en hacer ver que el hombre de la piel anaranjada era un bastardo desde entonces, que su odio a los que considera inferiores no es algo nuevo. En entrevistas en medios, el entonces empresario, se dedicó a desprestigiar a los niños, a exigir que se les castigara y que quedaran como ejemplo de que debe haber mano dura contra los criminales y no sería extraño que fuera más grande su influencia de lo que se piensa. Ocurre lo mismo el día de hoy, cuando ya siendo presidente, se dedica a culpar a los inmigrantes de los crímenes que ocurren en su país, de la falta de empleo, de la venta y consumo de drogas y de afear con sus prietas y asquerosas caras las blancas y hermosas calles de Norteamérica.
La serie se ha colocado como la más vista de Netflix e incluso está empoderando el debate sobre el racismo en E.U. Un detalle muy triste o justo, como se vea, es que las dos fiscales que estuvieron en el caso, Elizabeth Lederer y Linda Fairstein, resultaron más que afectadas por la producción; a la primera la obligaron a renunciar a la universidad donde trabajaba (se dicen que fueron más de 10 alumnos los que se lo exigieron) y a la segunda le fue peor, ya que se lo solicitó que entregara un premio otorgado por la Universidad de Columbia y para acabarla de amolar, la editorial que publicaba sus novelas (se volvió escritora) decidió romper relaciones con ella.
En estos tiempos de racismo extremo, en el que el mandatario del país más poderoso del mundo es un sociópata y racista más duro que un pan de seis días, que ha hecho de la intransigencia y la prepotencia su sello, el que un gigante como Netflix se haya arriesgado a producir un trabajo así, tan subversivo, es algo que hay que aplaudir.
En resumen, una serie indispensable, cruda, conmovedora y sobre todo, necesaria.
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