- En la segunda temporada del falso documental de Netflix, descubriremos quién purgó a todos los chicos de la prestigiada escuela, Saint Bernardine
En mis años como maestro de Teatro, tuve siempre un poco de dificultad para que los alumnos entendieran qué diferencia hay entre la comedia y la tragedia. Un día, desesperado, decidí explicarlo así: La comedia es cuando una persona se resbala con una cáscara de plátano; la tragedia es ser el que se cae por pisarla. Esto da lugar a una cavilación bastante curiosa, ya que podemos vivir anécdotas trágicas que en ocasiones causan más risa que tristeza; y viceversa. La adolescencia es la época del ser humano en que se sufren o gozan en demasía las vivencias, quizá por lo exacerbado que están las hormonas, lo cercanos que están los duelos de la infancia (pérdida del cuerpo infantil, pérdida del estatus de infante y la pérdida de los padres) y el que es la primera vez que se enfrentan al mundo. Y eso es lo que refleja, y muy bien, American Vandal.
Producida por Netflix, cuenta las vivencias de los jóvenes documentalistas, Peter Maldonado y Sam Ecklund, dos estudiantes de preparatoria que se encargan de investigar bromas que se volvieron actos vandálicos que se salieron de control. En la primera temporada investigan quién grafiteó con penes rojos, los automóviles de todos los maestros del instituto en el que estudian; mientras que en la segunda, son invitados por alumnos de un lujoso instituto, que fueron víctimas de una purga masiva, provocada por un tal The Turd Burglar (El criminal de las heces).
La serie utiliza el formato del mockumentary o mock documentary, es decir, es un documental falso, en tono de comedia casi siempre. En este género han surgido verdaderas joyas del celuloide como Zelig (1983, Woody Allen), This Is Spinal Tap (1984, Rob Reiner), Un día sin mexicanos (2004, Alfonso Arau), Forgotten Silver (1995, Peter Jackson) y I’m Still Here (2010, Casey Affleck), entre muchas otras que incluso han llegado a engañar al público por su exceso de veracidad, como ocurrió con Cannibal Holocaust (1983), la obra maldita de Ruggero Deodato y que dio inicio a otra variante del Mockumentary, el found footage, hoy tan en boga en el cine. En televisión, series como The Office o Arrested Development, han jugado con esta idea. Sin embargo, American Vandal, es una parodia de los programas de investigación criminal, como Making a Murderer, la cual puede verse también en Netflix.
Ahora bien, lo interesante de la producción es que analiza en forma de comedia, la descomposición imperante en el Sistema Educativo Norteamericano, el cual, si bien está considerado entre los mejores del mundo, también es cierto que tiene muchos problemas en cuanto a Abuso escolar y bullying se trata, por lo cual, también tiene una de las tasas más altas de crimen en sus aulas (los asesinatos masivos en sus escuelas, por ejemplo). En ella se puede ver lo prejuiciosos que son, en ocasiones, los criterios de las autoridades escolares hacia los alumnos conflictivos, el abuso al que se enfrentan los chicos todos los días, tanto de compañeros como de maestros y padres, así como lo importante que es la imagen pública y cuánto influyen hoy en día las redes sociales.
Entre risas y exageraciones, nos hace reflexionar sobre temas que están ahí, pero que muchas veces, por su cercanía, no miramos o simplemente no tomamos en cuenta. En días en que en nuestro país está en mesa de discusión la fallida Reforma Educativa, American Vandal nos muestra como ha hecho más mal que bien el Modelo de Competencias Educativas. Nos hace ver que detrás de la comedia hay mucho de tragedia, como el ejemplo de la cáscara de plátano. Lo que en un principio, a simple vista, parece gracioso (un montón de autos con penes dibujados o una escuela entera defecando por todos lados), se convierte en una muy dolorosa tragedia que demuestra que para que alguien resbale con la cáscara de plátano, primero alguien se lo debe comer, el mismo o alguien más debe arrojar la piel de la banana al suelo y después, dolorosamente, alguien se debe topar distraídamente con eso y terminar adolorido y lleno de vergüenza por la burla que recibe. Muy triste. Pero curiosamente, eso es el espíritu real de la comedia.
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