La primera fotografía que se hizo en la historia (titulada: Tirando a un caballo) la hizo Joseph Nicéphore Niépce en 1825 y Beethoven murió tan sólo dos años después, en 1827, de manera que habría sido imposible que hubiese una fotografía del músico. La fotografía se fue desarrollando con el tiempo. Pero hay una pintura de Julius Schmid a la que se le hizo una fotografía análoga y que muchos han confundido con una verdadera fotografía del compositor.
En la pintura de Schmid, Beethoven parece estar sumergido en una compleja reflexión durante uno de sus habituales paseos por el campo. O quizá estaba componiendo música en su cabeza. En cualquier caso, esta pintura no sólo refleja a un Beethoven en medio de la naturaleza, sino también a un Beethoven introspectivo que camina con los brazos en la espalda y la mirada en el suelo.
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Se sabe que Beethoven tuvo una existencia atormentada. De acuerdo a los repentinos cambios que sufría en su estado de ánimo, que iban de la profunda melancolía a los arrebatos de cólera, se ha especulado que podría haber padecido de una psicosis maniaco-depresiva, lo que explicaría muy bien su propensión a la tristeza, a su carácter huraño, muchas veces hiriente y explosivo, pero también a lo prolífico de su trabajo. Es muy probable que padeciera saturnismo; es decir, el envenenamiento producido por el plomo cuando entra al cuerpo. Es posible que el agua de la región donde vivía hubiera estado contaminada de ese metal. Y también es posible que el saturnismo le hubiese terminado por provocar la sordera.
Además de sus repentinos y violentos cambios de humor y de la sordera progresiva que padecía durante el tiempo en el que compuso la Sinfonía No. 6 (1826-1808), Beethoven sufrió a causa de una serie de altibajos económicos, y de la conflictiva relación que mantenía con su sobrino, Karl. Su angustia se había vuelto insoportable.
Se sabe por algunas cartas que el título de la Sinfonía No. 6 (Pastoral, recuerdos de la vida campestre, no había convencido del todo a Beethoven; él no se había planteado componer una obra pastoril, como todas las que abundan en el siglo XVIII, esas obras del barroco, aunque muy hermosas, a él le resultaban demasiado plásticas.
La idea de que su música se pareciera a una pintura no le interesaba en lo absoluto, él no quería hacer descripciones de esa vida bucólica que tanto le gustaba; en realidad, lo que se proponía era penetrar en lo más profundo de las emociones que experimentaba cuando estaba en medio de la naturaleza. Y como toda emoción profunda, no quería limitarse a narrar la belleza del paisaje, sino también su fuerza. A lo largo de los los cinco movimientos de la Sinfonía No. 6 podemos sentir la calma y los cielos cargados de nubes, pero también las tormentas y los cantos de los pájaros en los días en calma. Pero a diferencia de los músicos del barroco, como Antonio Vivaldi, Beethoven nunca lo hace de manera descriptiva.
Y, jamás, de manera complaciente.
Al haber sido compuesta y estrenada al mismo tiempo que la célebre Sinfonía No. 5, la No. 6 fue opacada por la primera, más potente y más brillante. Sin embargo, lo anterior no le resta ningún mérito a la No. 6, que invita a la calma, es más introvertida e induce a la reflexión.
Beethoven forma parte de un hueco generacional en la historia de la música. Hay quien asegura que Beethoven, más que pertenecer a un género, es un género en sí mismo.
Beethoven era un músico neoplatónico y su música refleja esa filosofía. El escritor y estudioso de la música, Ramón Andrés, señala un hecho interesante: Beethoven se encontraba en el punto medio, entre dos de sus contemporáneos más sobresalientes: Hölderlin y Hegel. Los tres genios habían nacido el mismo año: 1770. Mientras que Hölderlin era un poeta lírico que había hecho una fusión entre la tradición clásica y el nuevo romanticismo, Hegel fue un oscuro y brillante filósofo que tuvo un importante impacto en filósofos posteriores: Kierkegaard, Nietzche, Heidegger, Sartre, Bataille, Adorno, Derridá y Lacan.
Hölderlin, Beethoven y Hegel. Tres personajes coetáneos y compatriotas; un poeta, un músico y un filósofo. ¿No es la poesía también una forma de hacer música con las palabras y que no hay filosofía dentro de muchas de las ideas que hay en la música y en la poesía lírica?
La Sinfonía No. 6 no ofrece un simple espectáculo de esparcimiento entre las gentes del campo, sino un verdadero estado del ser en relación con la naturaleza. Un auténtico desciframiento del momento presente. En toda su obra, Beethoven nos muestra la oscuridad deslumbradora que hay en todos los momentos de melancolía y desesperación.
Beethoven es, en sí mismo, un estremecimiento. Su música nos revela algo del camino que debemos descubrir para amar desesperadamente y para obtener la dulzura que hay en medio de la naturaleza.
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Partitura original de la Sinfonía No. 6 Pastoral de Beethoven.
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