Una comisión de la verdad sobre corrupción

La corrupción, que es efecto de un sistema político en donde no existe rendición de cuentas de los actos de los representantes públicos, es de tal magnitud que se volvió...

26 de febrero, 2015

La corrupción, que es efecto de un sistema político en donde no existe rendición de cuentas de los actos de los representantes públicos, es de tal magnitud que se volvió intolerable. Su impacto deslegitima al gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), al grado de paralizarlo e impedirle aplicar la ley: ¿cómo puede exigir respeto a la legalidad el que más la viola? El escándalo también trasciende las fronteras de México y deteriora el ya menguado margen de maniobra de la diplomacia. Para efectos prácticos, borra al país del mapa político internacional: ¿con qué cara pueden plantarse los funcionarios mexicanos ante sus pares en el mundo?; además, reduce la capacidad para atraer inversiones y turistas. El problema pinchó la línea de flotación del navío nacional. Quizá por ello el PRI decidió destrabar, en la cámara de diputados, el sistema nacional anticorrupción, aunque apenas es un gesto, pues aún puede revertirse.

Una manera indirecta de medir el tamaño de la corrupción es comparar los ingresos que obtuvo México por renta petrolera los últimos 14 años (2000-2014). Héctor Aguilar Camín, reveló recientemente en su columna de Milenio el descomunal monto de recursos que recibió el país en ese periodo: en dólares de 2014, ingresaron un billón 58 mil 635 millones de dólares. Si se compara esa cifra con el Plan Marshall que reconstruyó a Europa, los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón recibieron el equivalente a 6.6 veces esa cifra, que en dólares de 2014 equivaldría a 160 mil millones. Sin embargo, México hoy es más pobre, no más rico, como debió ocurrir gracias a tan ingentes recursos: de acuerdo con el Coneval, 55% de los mexicanos, unos 62 millones, no obtiene ingresos suficientes para comer. ¿Qué pasó con tanto dinero? Fue dilapidado por los gobiernos federales, estatales y municipales.

Parte importante de esos recursos se utilizó para condonar impuestos a empresas. Una porción más se canalizó a cuentas de mexicanos en paraísos fiscales o a la compra de bienes raíces en zonas residenciales de Estados Unidos y diversas naciones. Otra parte de ese capital se destinó a adquirir todo tipo de bienes y servicios, ya que la economía mexicana depende más de las importaciones para funcionar. El caso es que hoy somos más pobres y ya no contamos con el dinero que nos prodigó Pemex. Si bien es difícil castigar a los corruptos e ineptos, sí podría crearse una comisión de la verdad sobre la corrupción. Serviría de escarmiento para que jamás se malverse el dinero público. Los mexicanos tenemos el derecho de saber cómo se despilfarró el capital de la patria. Es condición necesaria para restablecer la confianza.

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