Los niveles de la descomposición social en México

¿Cómo llegamos a tal grado de descomposición en México? Me refiero, claro, a la crisis política y social que afecta a cada vez más regiones del país. Hay varios factores...

23 de octubre, 2014

¿Cómo llegamos a tal grado de descomposición en México? Me refiero, claro, a la crisis política y social que afecta a cada vez más regiones del país. Hay varios factores que nos han arrojado a las puertas del infierno. La guerra contra el narcotráfico es central en este creciente desorden: al decapitar y disgregar a las mafias se les transformó de comerciantes de drogas en secuestradores, extorsionadores, cobradores de piso y en ladrones, etc., que requieren del control territorial para su operación, más la intimidación, complicidad o cooptación de los poderes locales. Otro nivel de la crisis es debido al pacto de impunidad de la clase política y la ausencia total de rendición de cuentas; este nivel es inseparable de la corrupción y de la creencia de que los cargos públicos son propiedad privada de los funcionarios. Y el nivel base, el piso que soporta a todo el edificio, es la fe ciega en una economía autorregulada.

Mucho se ha dicho de los primeros factores, pero poco se alude a la función capital, en la dislocación social, de la creencia en una economía autorregulada que reduce el hombre a una mercancía. Esta degradación destruye a la moral pública: como al fin y al cabo la mano invisible del mercado transforma los vicios privados en virtudes públicas, que cada quien haga lo que quiera, pues no hay mal que por bien no venga. El dejar hacer y dejar pasar a la perversa maquinaria económica, que degrada a la vida misma, en combinación con una clase política depredadora, asociada con plutócratas y narcos, hizo crisis: acentuó la concentración del poder y la riqueza y cargó al trabajador y al planeta (recuerden las andanzas de Grupo México) el peso de la depredación. Este injusto orden de cosas explica casos como Ayotzinapa y Tlatlaya.

En La gran transformación, Karl Polanyi así lo dice: “La supuesta mercancía llamada «fuerza de trabajo» no puede ser manipulada, usada indiscriminadamente, o incluso dejarse ociosa, sin afectar… al individuo humano… Al disponer de la fuerza de trabajo de un hombre, el sistema dispondría… de la entidad física, psicológica y moral que es el «hombre»… Privados de la cobertura protectora de las instituciones culturales, los seres humanos perecerían por los efectos del desamparo social; morirían víctimas de una aguda dislocación social a través del vicio, la perversión, el crimen y la inanición. La naturaleza quedaría reducida a sus elementos, las vecindades y los paisajes se ensuciarían, los ríos se contaminarían, la seguridad militar estaría en peligro, se destruiría el poder de producción de alimentos y materias primas…” La disyuntiva es el colapso o una profunda reforma política y económica.

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