El mito de la productividad

Los humanos necesitamos de certezas para guiar nuestras acciones y normar nuestras conductas.

7 de agosto, 2015

Los humanos necesitamos de certezas para guiar nuestras acciones y normar nuestras conductas. Con tal propósito inventamos conceptos, denominamos y clasificamos a los animales y a las cosas e ideamos categorías. Inicialmente desempeñó este papel la filosofía, aunque propende a ocupar esa función lo que llamamos ciencias, cuyo basamento es la observación empírica. En el ámbito social, la moral (ciencia de las costumbres), y parte de la filosofía, establece las categorías que norman las relaciones sociales, pero su papel tiende a ser ocupado por disciplinas, originalmente filosóficas, como la economía, la política, la sociología, etc. En uno y otro caso, los descubrimientos modifican los conceptos, pero en “ciencias sociales” los intereses de los grupos dominantes transforman las ideas en ideologías, en mitos que sirven para perpetuar su poder, el statu quo.

Es el caso de conceptos como productividad, cuyo fin es medir la cantidad de materiales y el tiempo de trabajo que se requieren para producir un bien. La medición es crucial para controlar y mejorar los procesos y evitar su degradación. Pero la ideología individualista, que en su origen es una idea revolucionaria (base de la emancipación de la servidumbre: que las personas no pertenezcan a un señorío, y de las libertades personales, hoy llamadas derechos humanos), degradó a este concepto. Así, la productividad, efecto de la organización social del trabajo, devino en esfuerzo personal. Por ello nos bombardean con ideas de que la productividad del trabajador mexicano es exigua, pues somos malhechos y holgazanes. Pero ese mismo trabajador al cruzar la frontera norte mágicamente se transforma en altamente productivo.

¿Cuál es la razón? Las instituciones, las leyes y la organización empresarial de Estados Unidos potencian la productividad laboral. Sus elites gobernantes forjaron un Estado que mejora el bienestar general. En México, las clases dirigentes (gobierno y empresarios) instituyeron el Estado para depredar y acumular. Así, el esfuerzo individual y la capacidad innovadora se desperdician. Otro factor que permite ganar más a un trabajador estadunidense, comparado con un mexicano en un oficio similar –digamos el de chofer–, es el proteccionismo laboral. También influye la política. Ejemplo: las automotrices pagan menos a sus empleados mexicanos, aun siendo más productivos que los de su país de origen porque se les tolera. En suma, la productividad es un concepto más determinado por la política (instituciones, poder relativo de los factores de la producción, etcétera) de lo que el mito nos dice.

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