El decálogo o apuesta por el olvido es un grave error

El jefe del Gabinete, Aurelio Nuño, informó de la decisión del Ejecutivo federal de obviar las demandas ciudadanas de combatir la ilegalidad, la impunidad y la corrupción. Dijo tajante a...

11 de diciembre, 2014

El jefe del Gabinete, Aurelio Nuño, informó de la decisión del Ejecutivo federal de obviar las demandas ciudadanas de combatir la ilegalidad, la impunidad y la corrupción. Dijo tajante a El País “que la urgencia de los cambios que pide la opinión pública no va a marcar el rumbo… «No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas»” (07/12/14). ¿Qué instituciones? ¿Cuál es el entorno en el que el equipo del presidente Enrique Peña decide ignorar la catástrofe moral, de credibilidad y de legitimidad de su administración?: los aliados políticos del jefe de gobierno parecen darle la espalda; empresarios y clases medias están irritados por los impuestos y la colusión; la plutocracia está dolida porque hirió a sus intereses; asoma una crisis por la caída del petróleo.

A la unificación de los contrarios, por efecto de las reformas y de los errores del gobierno federal, se suma la descomposición de casi todas las instituciones públicas: los partidos políticos, los poderes Legislativo y Judicial y los órdenes de gobierno municipal y estatal. Sin leyes que normen y guíen la conducta ciudadana, con el desastre de los partidos como medio para conducir pacíficamente el conflicto social, con una mayoría de gobiernos estatales y municipales disfuncionales, sin un sistema judicial que imparta justicia y provea seguridad… puede crecer la violencia y conducir a la ingobernabilidad. Ignorar esta crisis sistémica es un desatino. Cuando las instituciones se colapsan el remedio contra el desorden es la fuerza bruta o la calidad moral de sus líderes. Así, la disyuntiva es autoritarismo o la legalidad y legitimidad del liderazgo.

Por si no fuera suficiente el marasmo institucional, tenemos la crisis petrolera. La pérdida de ingresos por la caída del precio se compensará en 2015 con el seguro y el abaratamiento de la gasolina, pero no hay garantía contra un embate especulativo. Explico: las petroleras que extraen crudo de la fractura hidráulica (fracking) pueden quebrar por el desplome de los precios y la posible alza de las tasas de interés del banco central estadunidense (Fed); a su vez, los bajos precios pueden causar la bancarrota de Venezuela y quizá de Rusia. Se vislumbra un desorden financiero que hundiría al peso (la reserva de divisas es una ilusión: su mayor parte es capital golondrino). Acecha la tormenta perfecta. Presidente: no haga caso a los columnistas sino a los signos ominosos de alarma. Para conservar el mando ofrezca una disculpa (por casa blanca) y abata corrupción e impunidad. No apueste al olvido.

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