Conspiración contra el presidente Peña

La denuncia del presidente Enrique Peña Nieto de que al parecer los intereses que afectaron sus reformas intentan desestabilizar a su gobierno es muy grave. ¿Qué pretende con esta delación...

20 de noviembre, 2014

La denuncia del presidente Enrique Peña Nieto de que al parecer los intereses que afectaron sus reformas intentan desestabilizar a su gobierno es muy grave. ¿Qué pretende con esta delación ni más ni menos que del jefe de Estado y de gobierno mexicano? Tan seria acusación no viene de un ciudadano común, de un analista o de cualquier predicador que libremente puede gritar ante hechos que salen de su comprensión: ¡allí viene el lobo!, y no pasa a mayores cosas. La investidura del presidente le faculta para usar los instrumentos legales y juzgar a los conspiradores. ¿Por qué en lugar de actuar conforme a sus atribuciones recurre a denunciar una conspiración? Ante el evidente pasmo del gobierno para enfrentar la crisis política cabe preguntar: ¿se trata de una figura retórica para aplacar las críticas o de una fuga de la razón que se niega a ver la complejidad de los problemas nacionales?

Si a la clara demanda ciudadana de erradicar la impunidad y la corrupción para forjar un país de leyes, así como establecer un piso mínimo de oportunidades para todos, se le llama conspiración, estamos cerca de una grave ruptura constitucional. Cuando los problemas se explican mediante teorías conspirativas la política se reduce a la lucha de buenos contra malos, y no deja espacio para la libertad, para las opiniones diferentes, pues la lógica maniquea mata a la pluralidad y reduce la convivencia a un estás conmigo o estás contra mí. Y no justifico la violencia de grupos radicales; lo que propongo es combatir la impunidad, cualquiera que sea su origen, pues si el gobierno no ve que el problema es la ausencia de ley o impunidad (que es la guerra de todos contra todos), no entenderá que esa es la causa que origina la violencia.

En vez de teorías conspirativas, los mexicanos queremos escuchar propuestas precisas de las clase política de cómo no volverán a ocurrir sucesos como los de Iguala y Tlatlaya; qué procedimientos legales y políticos se establecerán para investigar y sancionar casos de conflictos de interés, de corrupción de políticos y el contubernio con empresarios; cuándo se terminará con esta guerra absurda a las drogas ilícitas, que agudizó las deficiencias de instituciones políticas ya frágiles y nos sumó en una espiral de violencia; cómo se combatirá la delincuencia, que no sea ocultando la información; cómo se reformará el aparato de Estado para que en lugar de servir a una pequeña elite económica vele por el bien común; qué medidas económicas y culturales se tomarán para combatir la desigualdad; y qué reformas se realizarán para que los políticos nos representen y nos rindan cuentas.

Foto: www.cnnexpansion.com

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