"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula pero sorbemos gota a gota la verdad que nos amarga". Denis Diderot
Tal y como preveía hace unos meses (sobre lo cual escribí en una entrega anterior) Hillary Clinton por el lado demócrata y Donald Trump por el republicano han terminado por conseguir aquello por lo cual pugnaban: anotarse a la carrera por la presidencia de los Estados Unidos. Sin embargo existen varias consideraciones y particularidades aberrantes que saltan a la vista, las cuales se han ido presentando durante el proceso mismo.
El voto mayoritario.
A pesar de su llamado a actuar en conjunto y de haberse sumado a la campaña de la ahora candidata oficial utilizando honestos y válidos argumentos, parte de los fanáticos de Bernie Sanders (el Senador por Vermont y último de los precandidatos en abandonar la competencia del lado demócrata) han decidido sumarse a la campaña trumpista con tal de no ver ganadora a la ex Secretaria de Estado. Sí, hablamos por un lado de votantes liberales. Y sí, por otro, hablamos de su perfecta y sincrónica oposición: el multimillonario y el partido republicano. Por más que se trate de un "rebote coyuntural" de potenciales sufragios el asunto no es mínimo ni carece de interés.
Si bien es relevante mencionar que la carrera presidencial de Sanders generó un enorme desgaste a los dos demócratas, me parece que lo que hoy presenciamos en mayor medida, tal y como ya se ha presentado antes en muchos otros lugares México incluido, es la denominada "contraposición como argumento", o dicho de otro modo, «Todos contra "Y"». ¿Es mejor X en sentido alguno? ¿Son similares acaso X y Z o al menos comparten ciertos criterios ideológicos esenciales? No (al menos no necesariamente) pero mientras no gane Y, todo bien. Ya después habrá tiempo de re valorar el asunto.
Bajo este premisa, que no tiene nada de objetiva, resulta imperante el crear cierta dosis de unidad para lograr un fin compartido; claro está que no existe (ni podría existir) punto alguno de semejanza o coincidencia entre las posturas, planes y proyectos nacionales de Trump y Sanders (salvo una postura anti-establishment) y que el objetivo y el medio convergen en uno solo. Pero más importante resulta aquello que sí existe y está presente (para muchos) en la forma de un enemigo común: Hillary Rodham Clinton. Esta curiosa unidad requiere necesariamente cerrar filas en torno a un líder "distinto"; todos aquellos que no están de acuerdo con esta idea o bien son traidores a la causa y/o representan y/o están de facto coludidos con los grandes poderes políticos y empresariales. ¿Les suena? Es una de las bases teóricas y retóricas del despotismo y forma parte del discurso de Trump, Maduro y muchos otros políticos nacionales y extranjeros.
De los votantes naturales de Trump resta poco qué decir; los tiene comiendo de sus mano a base de críticas, hipérboles, descalificaciones y odio puro y duro. Sin embargo, la suma de cierto sector del ala izquierdista (si bien menor) a su candidatura viene a demostrar una vez más que en realidad, sin importar el nivel educativo y sociocultural de una población por demás heterogénea así como del continente, nación o isla de la cual se trate (preguntémosle a David Cameron en el Reino Unido) el electorado vota menos por lo que sabe o es capaz de investigar/interpretar y más por lo que siente o cree. Reducir el asunto a un sector poblacional menos educado es necio y errado, como lo anterior viene a comprobar. Lo cierto es que el voto del miedo funciona en múltiples niveles. Y funciona bien. También el voto nacionalista. Así como el voto de castigo. Y qué decir del voto demagógico. El voto que apela al espectro emocional es más numeroso que el voto razonado y en las democracias, es la mayoría quien decide. En estos aciagos y extraños días el confiar en el sentido común es pecar de optimista. Por mi parte sigo confiando en que no, pero en una de esas, el "Make America Great Again" termina imponiéndose.
Mentiras y tecnología.
No resulta novedoso el emplear falacias o datos erróneos y/o sesgados durante una campaña política. Tampoco, cabe mencionar, resulta demasiado complicado el refutarlos o al menos situarlos en un contexto más adecuado y veraz. Lo curioso, para mal, del asunto es que vivimos una época en que existe la posibilidad de recurrir a las numerosas (y novedosas) herramientas tecnológicas a nuestro alcance para corroborar ciertos datos, lo cual, no toma más allá de algunos clics y unos pocos minutos. Eso, al menos en teoría.
Acorde con los datos más recientes de la agencia NOP World publicados esta semana referente al uso semanal de la red, el acceso a internet en México ronda los 45.1 millones de usuarios de una población total cercana a los 117 millones, es decir, casi el 40%. En los Estados Unidos el número es superior a los 245 millones de consumidores de internet de un total de 316, 668, 567 habitantes, monto cercano al 77%. En el Reino Unido, acorde con la misma agencia, el porcentaje ronda el 80%.
¿Lo interesante? De acuerdo a la revisión puntual de aquello que declara cada uno de los candidatos presidenciales (Trump y Clinton) que realiza el sitio Politifact.com, el 71% de lo expresado por Donald Trump es falso en mayor o menor medida. Por otro lado, de aquello que ha dicho la ex senadora por Nueva York sólo el 29% resulta falso. El sector de la población más asiduo a utilizar la red es también el más numeroso en los EUA, cuya edad comprende entre los 15 y los 64 años y representa el 67% del total de la misma. ¿Lo peor de todo? A pocos, muy pocos les importa. La encuesta de CNN/ORC difundida apenas el pasado 25 de Julio otorga al empresario neoyorkino el 44% de la intención de voto contra el 39% que otorga a su contrincante del lado demócrata.
Uno de los argumentos de mayor peso a favor de la separación del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y cuyo mayor impulsor fue Boris Johnson resultó una franca mentira: el cierre fronterizo en torno a los refugiados que arriban a tierras británicas provenientes de Medio Oriente y Europa Oriental, partiendo de la idea de que para muchos de los partidarios del Brexit éstos representaban una amenaza para el mercado laboral y una carga social. Hoy, como bien se sabía con antelación, pugnar por algo así es virtualmente imposible. El Reino Unido deberá seguir permitiendo al país de los trabajadores (y refugiados) europeos si quiere seguir manteniendo el acceso al mercado único sin ser miembro de la UE. ¿No resulta esto preocupante por decir lo menos? La población joven, informada y asidua al uso de internet (de entre 15-64 años) representa en el Reino Unido el 67% del total la misma.
Mentira aquí y mentiras en todos lados. Tal y como, dado los datos expuestos, resulta el pensar que ahora el uso de la tecnología y el acceso a internet nos ha hecho ciudadanos más conscientes o informados. La red ha vuelto inmediato el acceso a datos específicos pero, al menos en la gran mayoría de la población mundial, no genera ni ha generado mayor conocimiento en ámbito alguno, incluido el político. La información está ahí pero pocos poseen la voluntad de ir más allá de un buen encabezado o una postura que suene más o menos coherente. ¿Cruzar datos o revisar a fondo alguna publicación o declaración? Difícil que suceda. Los teléfonos celulares y tabletas electrónicas han venido a modificar los hábitos y medios de lectura pero no su trasfondo. En lo general la gran mayoría de la población en los distintos países del orbe sigue leyendo lo mismo pero ahora en un sitio diferente; buscar más allá de un solo punto de vista es mucho más complejo; implica revisar distintas posturas, contraponer argumentos, ahondar en cifras y datos. Indagar e interpretar.
La población de los países avanzados (y buena parte de los emergentes) cuenta ahora con herramientas para mejorar la búsqueda de información, el análisis y por ende, la toma de decisiones; parece, sin embargo, que esto poco importa y el poco o nulo avance es notorio. En México, EUA y Gran Bretaña una gran mayoría seguirá votando igual (entre la contraposición y la emoción), creyendo mentiras y dejando de lado la tecnología a nuestro alcance para “postear” burlas, quejas, memes e insultos varios. O videos graciosos. Y bajo una perspectiva más positiva, sumarse a las filas que juegan Pokemon Go. Habrá que esperar aún para ver el alcance del "voto educado" en los Estados Unidos.
Nos leemos en dos semanas.
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