Entre amapolas, migrantes y Ricky Riquín: los ecos del segundo debate presidencial

Conforme se acerca la cita electoral, queda más y más claro que sólo los acérrimos fanáticos de Morena...

22 de mayo, 2018

Conforme se acerca la cita electoral, queda más y más claro que sólo los acérrimos fanáticos de Morena, esos que tienen fe ciega, logran ver algún tipo de cualidad en López Obrador.

Su participación en el segundo debate resultó aún más lastimosa que en el primero; al verse cercado dada la temática del mismo, que requería conocimiento puntual de Comercio Exterior, Relaciones Internacionales, Inversión, Información del Fenómeno Migratorio (mexicano, centroamericano, etc.) entre otros temas particulares, destacó notoriamente la ignorancia de Andrés Manuel.

Increpado en materia de diplomacia, recurrió, como es lo usual, a utilizar la misma seguidilla de frases que responde cuando se le cuestiona tema alguno: La Mafia del Poder, La Corrupción del PRIAN, etc.

En asuntos de comercio exterior, volvió a repetir lo de la autosuficiencia alimentaria, siendo que México en materia agropecuaria es superavitario (exporta más de lo que importa).

Se aventó la puntada de proponer la sustitución de cultivos en Guerrero (¿kilos de maíz de $30,000 pesos para hacerlo atractivo a los productores?).

Planteó el asunto de “la autoridad moral” para negociar con el gobierno norteamericano que encabeza Donald Trump, asegurando que “lo hará entrar en razón”.

Peor aún, cuando quiso presumir el dato de la inversión extranjera, se llevó el tremendo chasco de no tener presente siquiera la adquisición de Banamex y Bancomer y su impacto en el mismo rubro y mejor realizó una supuesta “broma” sobre su cartera.

Lo que se vio en el segundo debate fue a un hombre que pretende dirigir al país a fuerza, insistiendo en los mismos errores y que no sabe nada de rendimientos por hectárea de granos/hortalizas, como tampoco sabe de relaciones exteriores ni lo que es la balanza comercial, ni de su déficit o superávit, que sigue apelando al proteccionismo y cuyo “mejor momento” en el debate consistió en llamar a Ricardo Anaya Cortés “Ricky Riquín Canallín”, cual niño de 6 o 7 años. Así de ridículo su nivel.

Meade Kuribreña habló con conocimiento amplio, trató con puntualidad del mejoramiento de las zonas económicas rezagadas, de inversión en infraestructura, de la necesidad de contar con un sistema que permita identificar recursos ilícitos y la entrada de armas por la franja fronteriza.

También, hizo notar que comprende mucho mejor el fenómeno migratorio, tanto para los connacionales que están en otros países como respecto a sus zonas de origen.

Asimismo, hizo mención de la necesaria profesionalización de la policía y de un sistema integral (Federal y Estatal) para compartir información que permita actuar con mucha mayor velocidad y precisión en materia delincuencial. 

Lo que José Antonio dijo sí suena a un proyecto nacional, distinto de las ocurrencias de sus oponentes. Sin embargo, al no enfrascarse con ningún candidato ni propiciar algún desencuentro abierto, su participación no destacó.

Su lenguaje continúa siendo demasiado técnico, lo cual genera poca conexión y empatía con el público, a menos claro, que se tenga algo de conocimiento de los temas sobre la mesa.

Anaya Cortés por su parte se vio ágil como es lo usual; hay que reconocerle, sin duda, que siempre está preparado para este tipo de foros y que éste es el espacio en el que mejor se desenvuelve.

Además, fue el único que de manera contundente se encargó de mostrar las múltiples incongruencias de López (salvo por un par de intervenciones de Jaime Rodríguez) lo cual lo sitúa permanentemente en la mente del electorado.

Hay que decir también que, aunque claro en varios rubros (eliminar ISR para población con bajos ingresos), Ricardo divagó en otros y lanzó varias monedas al aire sin mucho conocimiento, como en las preguntas específicas acerca de Comercio Exterior y la legalización de la marihuana. O como bajar el IVA en fronteras, que es erróneo.

Al final, este segundo debate puso aún más de manifiesto quién realmente sabe de lo que habla dada su experiencia en los últimos quince años de función pública, quién cuenta con un tiempo en la subsecretaría de Turismo como su mejor carta y quién se ha pasado el mismo período de tiempo fungiendo como el eterno candidato de un partido u otro, sin la más remota idea de cómo empezar a abordar los retos comerciales, migratorios y en materia de infraestructura e inversión que el país deberá enfrentar en los años siguientes.  

Nos leemos en dos semanas.

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