De acuerdo con los pronósticos, el resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, el escenario es tan cerrado que el nerviosismo de los mercados se ha venido reflejando desde la semana pasada.
Desde la aparición de Donald Trump en la escena política de los Estados Unidos, el tipo de cambio ha sido un indicador en el que se refleja claramente el nerviosismo de los mercados por las elecciones en aquél país.
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El viernes, el tipo de cambio fix cerró en $20.09 pesos por dólar, marcando una depreciación semanal para nuestra moneda de 0.8% y dejando la cotización del dólar en niveles por encima de los $20 pesos.
Debemos estar preparados para situaciones que puedan propiciar escenarios económicos extremos. En la elección de 2016, que llevó a Trump a la presidencia, el tipo de cambio pasó de $18.50 el martes 8 de noviembre que se celebró la elección, a $21.05 el viernes de esa fatídica semana. Esto representó una depreciación de nuestra moneda de ¡13.8% en tan solo tres días.!
Tuvieron que pasar seis meses de la presidencia de Trump para que el tipo de cambio regresara a los niveles previos de la elección que lo llevara a la Casa Blanca, pero todo el mandato de Trump representó un escenario permanente de volatilidad de la cotización peso/dólar, con episodios verdaderamente turbulentos.
Por ejemplo, luego del discurso de la toma de protesta de Trump el 20 de enero de 2017 – famoso por su tono confrontativo – el tipo de cambio alcanzó casi los $22 pesos por dólar, lo que representó una depreciación de nuestra moneda de 18 por ciento con respecto a los niveles sin Trump como presidente de los Estados Unidos.
De tal suerte, se puede inferir que una victoria de Trump haga fluctuar al peso en niveles de depreciación, aún por determinar, durante los próximos meses del año y de 2025.
Ampliando el análisis más allá del tipo de cambio, un triunfo de Donald Trump en las elecciones en EE.UU., elevaría las tensiones comerciales, particularmente lo relacionado con el T-MEC.
Aunque el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá fue renegociado durante el mandato de Trump, una victoria suya podría incrementar la retórica arancelaria que tanto le gusta al candidato republicano. Ya en campaña dijo que “(a)rancel es la palabra más bonita del diccionario. Más hermosa que el amor, más hermosaque el respeto”. Trump ha propuesto un arancel básico universal del 10 al 20 por ciento sobre todas las importaciones, pero para China ha prometido un arancel del 60 por ciento y del 100 por ciento a los coches importados de México.
Otro impacto importante sobre México se daría sobre la Inversión Extranjera Directa. Los bajos costos en México y la cercanía con los Estados Unidos podrían quedar en segundo plano si Trump como presidente lograse convencer a las empresas estadounidenses de reconsiderar sus inversiones en nuestro país para llevarla a los EE.UU.
Seguridad fronteriza y migración sería otro tema espinoso entre los dos países, contaminando a la postre la relación bilateral en términos económicos. En este plano, México ha sido cooperativo tanto con la administración de Trump como con la de Joe Biden, lo cual se ha reflejado en una tendencia decreciente en el número de deportaciones desde los Estados Unidos.
Sin embargo, la migración es un tema que Trump ha sabido aprovechar a su público cautivo de votantes, con un parafraseo desgastado pero muy efectivo que deja muy mal parado a México.
Cadenas de suministro y nearshoring serían asuntos en los que los resultados para México pueden resultar mixtos. Por un lado, los Estados Unidos seguirán intentando la relocalización de empresas en Asia, y México se beneficiaría del “nearshoring”. Pero, por otro lado, el clima de incertidumbre jurídica que pesa sobre nuestro país contrarrestaría dicha tendencia, al inhibir la confianza para invertir. Trump como presidente podría aprovechar la desfavorable coyuntura política en México en relación con el sistema judicial para atraer empresas de regreso a Norteamérica sin que pasen por México.
Las remesas de los trabajadores mexicanos en EE.UU. son otro aspecto crucial ante un eventual regreso de Trump a la presidencia. Este flujo monetario es una importante fuente de ingresos para muchas familias en México y Trump ha prometido a su base más dura de votantes que habrá un endurecimiento de las políticas migratorias, lo que dificultaría aún más el envío de remesas por parte de los trabajadores mexicanos en los Estados Unidos. Desafortunadamente, cuando las remesas caen, se afecta el consumo interno y el bienestar de muchas familias mexicanas.
De hecho, los últimos datos sobre las remesas dados a conocer, correspondientes al mes de septiembre, revelan que ya hubo una contracción de 4.6% con respecto al mismo mes del año pasado, alcanzando 5 mil 359 millones de dólares. La remesa promedio enviada a México bajó a $388 dólares, lo que representa 16 dólares menos que el promedio de septiembre de 2023.
La posible victoria de Trump podría traer una combinación de desafíos y oportunidades económicas para México. Pero indudablemente, elevaría los costos de transacción entre las dos economías, es decir, los costos de hacer negocios, derivado de las tensiones comerciales y el clima de incertidumbre que se avecinaría.
¿Cómo nos impactaría una victoria de Kamala Harris?
Si Kamala Harris ganara las elecciones en EE.UU., las implicaciones económicas para México podrían orientarse más hacia la cooperación, sin que esto represente un panorama libre de desafíos y retos importantes en la concertación de acuerdos entre ambos países.
El panorama del T-MEC se ve más como un tema de continuidad y fortalecimiento del tratado. Es probable que Harris no le haga cambios abruptos en la renegociación de 2026 para no afectar la competitividad en América del Norte.
Los pronósticos apuntan a que la administración de Kamala Harris haría una negociación amable del T-MEC, por lo que sería altamente probable que las exportaciones mexicanas y la inversión extranjera directa (IED) mantuvieran un ritmo adecuado, con menos proteccionismo que Trump y con un enfoque mucho más multilateral.
No obstante, pesa sobre Harris el hecho que como senadora de los Estados Unidos votó en contra del T-MEC, lo que ha puesto en entredicho que sea una apuesta cien por ciento segura para impulsar el T-MEC en condiciones favorables para México.
Además, durante la administración Biden, se han acumulado diversos temas relacionados con el comercio binacional entre los Estados Unidos y México, los cuales dificultarían el arranque de las negociaciones del tratado en 2026.
Un punto en el que convergen una eventual administración de Kamala Harris como presidenta, con la presidenta de México Claudia Sheinbaum, es el de las energías renovables. La administración de Sheinbaum arrancó con la promesa de elevar la producción de energías renovables, y con Kamala Harris como presidente, se vislumbra mayor colaboración en esta materia.
La convergencia en energías renovables podría abrir oportunidades para que México atraiga inversión en energía eólica y solar.
Sin embargo, la política energética de México, que ha favorecido los combustibles fósiles en los últimos años, podría generar discrepancias con respecto a las expectativas ambientales de EE.UU.
Por el lado de las cadenas de suministro y nearshoring, Harris podría continuar con el impulso de relocalizar la producción cerca de EE.UU. y fomentar la inversión en México como un socio estratégico. Esto impulsaría sectores como el automotriz, electrónico y de manufactura avanzada. Sin embargo, también podría traer exigencias de mejores condiciones laborales o sospechas de competencia desleal por la permisividad hacia las empresas chinas en México, lo que representaría una presión política y económica para nuestro país.
Migración y Remesas: Una administración de Harris probablemente tendría una postura más comprensiva en temas de inmigración, lo cual podría beneficiar a las comunidades mexicanas en EE.UU. y mantener o incrementar las remesas que envían a México. Si se implementaran políticas de regularización, México podría ver un flujo continuo o incluso en aumento de estas remesas, que representan una importante fuente de ingresos.
Harris ha propuesto trabajar con México en la inversión y el desarrollo de Centroamérica para abordar las causas de la migración, pero su administración no renunciaría a insistir en medidas de transparencia y derechos humanos, lo que podría traer algunas demandas sobre ciertos temas internos de México.
Todo indica que con Harris la relación sería más cooperativa y estable en términos económicos que con Trump, enfocándose en el crecimiento conjunto y en la inversión en sectores estratégicos como el comercio y la energía verde.
Sin embargo, México podría enfrentar presiones para modernizar regulaciones laborales y ambientales, las cuales no estamos seguros que sean tan factibles de instrumentar en nuestro país, al menos en el corto plazo.
Últimos comentarios
En los últimos días, los mercados han venido dando por descontado una victoria de Donald Trump en las elecciones de mañana martes en los EE.UU., lo cual nos da una idea de cómo será esta jornada electoral.
Algunos analistas apuntan a que será una noche larga la de este martes, por lo cerrado que está el tablero y la complejidad que tiene el sistema electoral de los Estados Unidos.
En México debemos estar atentos a lo que ocurra con nuestro indicador macroeconómico por excelencia para estos acontecimientos: el tipo de cambio.
La mayoría de los pronósticos apuntan a que, con una victoria de Kamala Harris, el tipo de cambio se posicionaría en el rango entre $18 y $19 pesos por dólar durante 2025, sin que estemos exentos de algunos vaivenes que lo coloquen entre 19 y 20 pesos durante los días y semanas posteriores a la elección.
Pero con Donald Trump, se piensa que el tipo de cambio tendría una alta volatilidad en lo que resta del 2024, subiendo hasta los $22 pesos por dólar. No obstante, se prevé que el tipo de cambio se estabilizaría alrededor de los $20 pesos durante 2025.
La seguridad fronteriza y el poderío de los cárteles de la droga en México es un asunto que ninguno de los dos candidatos estadunidenses desaprovechará para presionar a México en los temas económicos. El fentanilo ha cobrado la vida de decenas de miles de ciudadanos americanos en el último año, y tanto Harris como Trump enfrentarían una presión social sin precedentes para tomar acciones determinadas para detener esta grave crisis.
Solo que aquí existen diferencias nada sutiles, pues si bien Harris ha insistido en la cooperación, Trump ha hablado hasta de usar el poderío militar de los Estados Unidos en México para bombardear a los cárteles de la droga, haciéndolo ver como un tema muy fácil de solucionar.
En suma, Trump sigue siendo un personaje menos conveniente para la economía de México que Harris, lo que nos lleva a esperar escenarios de volatilidad y fricciones más frecuentes si es que llega a la presidencia.
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