Nuestro país carece de un plan en materia energética a largo plazo. Cada plan se realiza a corto plazo y depende de la ideología de cada sexenio. Es evidente que México no está apostando por las energías limpias y que está limitando la utilización de renovables. Hay proyectos ligados a la transformación de las energías primarias como refinerías, pero no profetizamos en la petroquímica, siendo el gas natural el futuro de la electrificación de las actividades para el 2050.
México está en el Acuerdo de París, donde firmamos documentos y nos dio acceso a varias organizaciones a nivel mundial. Sin embargo, para nuestro país todo se reduce a simples estadísticas, palabras, presentaciones y discursos. Esto fue confirmado el 12 de diciembre pasado al no participar en la Cumbre sobre la Ambición Climática, que coincidió con el 5º aniversario del Acuerdo de París. Esta falta de inclusión a la reunión se debe a que no hemos actualizado desde el 2016 las Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC siglas en ingles) y que indican los compromisos que como país estamos haciendo. Los compromisos asumidos fueron:
“México se compromete a reducir incondicionalmente el 25% de sus emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes climáticos de corta duración (por debajo de BAU) para el año 2030. Este compromiso implica una reducción del 22% de los GEI y una reducción del 51% del Carbono Negro. Este compromiso implica un pico neto de emisiones a partir de 2026, desacoplando las emisiones de GEI del crecimiento económico: la intensidad de las emisiones por unidad de PIB se reducirá en torno al 40 % entre 2013 y 2030” (https://www4.unfccc.int/sites/).
Lo suscrito en su momento está fuera de la realidad por el aumento de la toma de energía primaria en nuestro país. Sin un plan a largo plazo que asegure la disminución de emisiones contaminantes al medio ambiente, lo firmado en 2016 ES OBSOLETO.
La realidad es que el mundo ha tomado 15% más de energía primas en una década (recursos naturales o materias primas del entorno). Esto ha ocasionado un mayor desaprovechamiento de la energía, rechazando en forma de calor y contaminación.
Los países de Europa han destinado recursos para combatir esta situación y tener nuevas tecnologías donde no se sobreexplote a la naturaleza, como se observa en la tabla:
Las mayorías de las naciones dependen actualmente de carbón, crudo y gas. Empresas a nivel mundial como Shell han indicado en estos días que la mezcla de sus negocios cambiará de tener casi un 99.9% en el mercado de hidrocarburos, a tener un 30% en electricidad con energías limpias para 2030. Empresas como Valero han invertido en crear Diesel verde e incorporar con 33 turbinas eólicas en sus procesos e invertir en la petroquímica (el negocio del futuro, reducción del consumo de crudo a partir de 2033 y aumento de la demanda del gas natural). PEMEX por el momento fue eliminado la subsidiaria de cogeneración de electricidad y actualmente está dentro de Transformación industrial, sin perspectivas de negocio, desaprovechando el futuro. ¿Es una nueva estructura en el negocio energético A donde parte de ésta radica fundamentalmente en mejorar la calidad del aire y tener menor rechazo de las energías primarias en forma de calor al medio ambiente?
Hay que investigar en nuevos aditivos u oxigenantes que mejoren la calidad de vida de los seres vivos.
El profeta energético que se requiere no es una persona, es un conjunto de mentes bien intencionadas cuyo objetivo sea mejorar la calidad del entorno, sin olvidar que todo depende de la cantidad del dinero, para que este nuevo modelo de negocio ayude a generar nuevos empleos y diversificar las especialidades técnicas para las nuevas generaciones.
Según la OurWorldInData.org, en 2019 analizo cuánta energía primaria consume una persona en promedio (energía per cápita). México fluctúa entre 1.8 a 2.2 KW por hora de energía primaria (16 811 KWh anual); EEUU entre 9 a 9.5 KW por hora (79,897 anual); a nivel mundial entre 2 a 2.5 (21,027 KWh), siendo Noruega y Arabia Saudita los que más consumen. Ven en la gráfica siguiente el cambio de 2010 a 2019.
¿Entonces dónde está el profeta energético que nos ayude a hacer predicciones a partir de la interpretación de ciertos indicios o señales del mercado energético mundial? o ¿continuaremos aislados, y sin participar en el nuevo negocio de la energía en el mundo?
Dejemos entre nosotros mismos de oponernos a la nueva misión energética del mundo que consiste en reducir la cantidad de energías primarias, dejar de sobreexplotar la naturaleza y emanar la menor cantidad de detonantes que alteren al medio ambiente. Sin dinero no habrá profeta alguno que nos ayude hacer un cambio radical energético, el crecimiento en el consumo, demanda de nuevas tecnologías que perduren la vida de un electrón o átomo energético.
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