La pandemia por la Covid-19 generó un enorme reto en materia fiscal para los gobiernos de todo el mundo. Esto se manifestó en dos rubros. Por una parte, se observó un aumento en el gasto público para proteger la salud, pero también el ingreso y el trabajo de las personas. Por otra parte, hubo una reducción de los recursos destinados al desarrollo en los países de ingresos medios y bajos, a consecuencia, entre otras cosas, del crecimiento en el nivel de deuda de estas naciones, la cual ya traía una trayectoria ascendente desde antes de la pandemia. En este sentido, la situación provocó que los gobiernos comenzaran a incorporar, dentro de su agenda política y económica, la búsqueda de alternativas para fortalecer la generación de ingresos.
Si bien es cierto que el recaudar ingresos es una tarea permanente para todos los países, la realidad es que, para ser más efectiva, esta tarea debe estar acompañada de una mejora continua en el proceso recaudatorio, priorizando métodos para fortalecer la confianza de los contribuyentes. Una encuesta reciente del Banco Mundial deja ver que la ciudadanía es más propensa a pagar sus impuestos cuando sabe que sus impuestos están siendo empleados para obtener servicios públicos de calidad. Por ejemplo, conforme al organismo internacional, ejercicios como el Presupuesto Participativo promueven el cumplimiento voluntario. Sorprende que a estas alturas, no haya más gobiernos que hayan centrado sus estrategias de recaudación en torno a la confianza y la rendición de cuentas. El basar sus estrategias en estos dos elementos, es la única forma que tienen los países de asegurar una recaudación estable, predecible y sostenible.
Adicionalmente, se debe trabajar en lograr que los contribuyentes sientan que reciben un trato justo y respetuoso de los servidores públicos, que la comunicación sobre las leyes y decisiones fiscales sea clara y que la ciudadanía tenga certeza de cuán equitativo es el sistema tributario. Lo anterior resulta valioso cuando se toma en consideración que todas las acciones, positivas o negativas, tienen un efecto sobre el comportamiento de los contribuyentes, ya sea para incentivar o desalentar el pago voluntario de impuestos.
Algunas encuestas de percepción indican que muchos de los ciudadanos que viven en países de bajo ingreso, como en África, piensan que los impuestos que pagan no generan ninguna mejora en los servicios públicos. En el caso de América Latina y el Caribe, la confianza de la población en el gobierno es muy baja y se encuentra por debajo del 30%, algunos ejemplos son Argentina y Brasil, en donde el nivel de confianza es del 26% y 17%, respectivamente. Ante este reto, se debe desarrollar un marco integral para fortalecer el cumplimiento tributario en los países de bajos ingresos, a través de una reforma basada en tres pilares: cumplimiento, simplificar/facilitar y la confianza.
Existen dos elementos para fortalecer el cumplimiento tributario. Por una parte, están las medidas para incrementar el monitoreo y fiscalización de los contribuyentes y, por otra, las medidas para mejorar la actuación de las autoridades responsables de la recaudación. No obstante, la mayoría de los modelos de cumplimiento tributario que se han utilizado en los países miembros de la OCDE se ha enfocado en en la primera de las medidas, es decir, en monitorear a los contribuyentes. Aunque es importante señalar que la simplificación de trámites también tiene un efecto positivo en la recaudación.
Las reformas encaminadas a la facilitación reconocen el papel de la administración tributaria como proveedora de servicios e información. Se debe facilitar el proceso de pago de impuestos tanto como sea posible. Esto incluye mejorar el acceso a la información, reducción de costos de cumplimiento y evitar el uso innecesario de trámites presenciales para reducir la corrupción en el proceso.
Finalmente, se analiza la confianza en el sistema tributario, es decir, si los gobiernos están actuando con apego al marco normativo y si están cumpliendo con las expectativas de la ciudadanía. La confianza de los contribuyentes aumentará si el gobierno puede garantizar la justicia, equidad, reciprocidad y responsabilidad del sistema tributario. Cuando la confianza crece, también lo hace la moral tributaria y ello conduce a un cambio positivo en las normas de cumplimiento.
La lección de este análisis radica en la necesidad de cambiar el paradigma tradicional de enfocarse en las soluciones técnicas para aumentar los ingresos propios de los gobiernos. Ahora, es necesario voltear la mirada hacia otro tipo de soluciones que prioricen una mejor recaudación a partir del fortalecimiento de la confianza del contribuyente en la autoridad recaudadora. Esto permitirá la sostenibilidad de la política tributaria, pues logrará que la recaudación sea mayor, más justa y equitativa, lo que se traducirá en mayores beneficios para los ciudadanos.
* Nota basada en la publicación de The World Bank (2022), Innovations in tax compliance. Disponible en: https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/36946
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