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La Innovación y el Sistema Inmunológico Empresarial (primera parte)

Cuando la innovación intenta ingresar al funcionamiento de una organización, el sistema inmunitario organizativo la reconoce y reacciona en respuesta a lo que está ocurriendo, especialmente si amenaza el statu quo.

30 de junio, 2023

Pedro Lopez Sela

La Innovación y el Sistema Inmunológico Empresarial (primera parte)

Pensemos en la innovación y sus efectos a nivel de organizaciones empresariales. Partamos primero por tratar de tener una clara idea de lo que debemos entender por innovación, un concepto con el que está estrechamente ligada la historia de la humanidad.

Para algunos, la innovación se relaciona con la invención de cosas nuevas, para otros se trata de una nueva forma de resolver algún problema; como se dice popularmente: “la innovación es todo lo relacionado con las cosas nuevas”. En el ámbito empresarial se puede considerar que es mejorar lo que existe, aportando nuevas opciones que suplan las necesidades de los consumidores, o incluso crear nuevos productos con el fin de que tengan éxito en el mercado.

Cualquiera que sea tu concepto de innovación, si lo piensas detenidamente, verás que tiene que ver más con el desarrollo de nuevos conceptos para progresar. En realidad, lo importante es cómo cada persona desarrolla nuevas ideas, tecnologías, modelos de negocio y, por qué no, hasta un paradigma distinto para ver el mundo. Basta con recordar a Leonardo Da Vinci.

Recientemente se discutió el tema de la innovación en la Fundación Instituto de Administración de Brasil, un centro de excelencia para el desarrollo ejecutivo. Se habló de la forma en que las empresas persiguen la innovación y se señaló que hay muchas maneras de buscarla, una de ellas, la copia; pero copiar una innovación e intentar aplicarla a tu empresa no es garantía de éxito porque cada organización es diferente y cada individuo piensa en determinada manera.

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Entonces, la innovación es la mentalidad; es una forma de hacer las cosas mejor y más eficientemente, cada día y todo el tiempo. No es aventurado decir que la innovación empieza en el interior de nuestro cerebro. A la humanidad le encanta hablar del progreso tecnológico, pero rara vez intenta aplicar esa mentalidad a la vida cotidiana.

Ahora bien, la innovación incide en todos los aspectos de nuestra vida. Gracias a ella se crean nuevas formas de comunicación y transporte, novedosas manera de educar y a nivel empresarial, nuevos productos, nuevos servicios, etcétera. La innovación irrumpe en las organizaciones como los virus y las bacterias lo hacen en el organismo humano y, al igual que en el cuerpo, hay una reacción ante la irrupción de algo externo.

EL SISTEMA INMUNITARIO

Cuando el organismo se enfrenta con un microorganismo capaz de producir enfermedad, como es el caso del coronavirus, el sistema inmunológico responde de dos maneras en paralelo: la llamada respuesta innata, que es la primera que se desarrolla y normalmente es efectiva para eliminar a diferentes tipos de agresores, y la respuesta adaptativa, que produce anticuerpos capaces de destruir determinados microorganismos o células infectadas. Cuando funciona correctamente, el sistema inmunitario identifica una serie de amenazas y se pone en marcha para luchar contra los invasores extraños.

“La respuesta innata es lo primero que vemos cuando atendemos una enfermedad”, explica la doctora Silvia Bucciarelli, coordinadora de la ONG PINEAS (Programa Integrado de Inmunología y Enfermedades Autoinmunes). Esta respuesta aumenta el flujo de sangre hacia la zona infectada, y de los vasos sanguíneos salen células y determinadas sustancias —como proteínas y citocinas— que tratan de detener la infección”.

La inmunidad innata no protege contra ninguna amenaza específica; su trabajo es mantener fuera del organismo cualquier cosa extraña.

La respuesta adaptativa produce anticuerpos capaces de destruir determinados microorganismos o células infectadas. Esta respuesta puede demorarse en llegar entre cuatro y siete días, “por eso la respuesta innata tiene que tratar de mantener la primera línea de batalla, hasta que se desarrolle la respuesta inmune específica, que es como un misil que va dirigido hacia un organismo en particular y no hacia otro “, continúa la experta.

La inmunidad adaptativa necesita primero reconocer, luego procesar la amenaza y después responder creando anticuerpos específicamente diseñados para atacar la amenaza. Un rasgo particular de la respuesta adaptativa es que deja memoria, es decir, una vez neutralizada la amenaza, recuerda lo que ha funcionado y se asegura de que la misma amenaza no vuelva a dañarnos en el futuro; recuerda los patógenos con los que tu cuerpo ha entrado en contacto en el pasado, y por ello sabrá cómo combatirlos en el futuro.

Pero a veces, el sistema inmunitario puede fallar y empezar a trabajar de manera inadecuada cuando, al confundir las propias proteínas con agentes invasores, produce anticuerpos en contra de los componentes del propio organismo. Es lo que se conoce como enfermedades autoinmunes. En otras palabras, una enfermedad autoinmune es una enfermedad causada por nuestro sistema inmune. Es increíble que algo que nos protege pueda actuar en nuestra contra.

¿Y LOS ORGANISMOS EMPRESARIALES?

Al igual que en el cuerpo humano, los organismos empresariales también tienen un sistema inmunológico que es una importante variable por la que el cambio y las nuevas ideas (aunque sean buenas) fracasan en las organizaciones.

El sistema inmunológico organizacional tiene una respuesta innata y una adaptativa. La respuesta innata detiene todo lo que parece ir en contra de las reglas (dependiendo de la eficacia de los controles); sin investigar ni analizar si es bueno o malo, o si puede beneficiar a la organización, la respuesta es directa: va en contra de las normas; por lo tanto, ¡no se permite en la organización!

La inmunidad adaptativa organizacional es más compleja y complicada. Se trata de un sistema inmunitario que recuerda los dolores del pasado y lo que costó llegar al statu quo actual, y hará todo lo posible para mantener alejadas las influencias externas y proteger las actividades prioritarias de la organización, justamente las que la han convertido en lo que es hoy.

Cuando una nueva idea desafía estas actividades o impacta en el poder de quienes las controlan, la respuesta inmune se pone en marcha: ¡Al ataque! Se cambian las reglas para permitir y legitimar nuevas ideas, pero eso no detendrá la resistencia más sutil al cambio que ofrece el complejo sistema inmunitario organizativo adaptativo.

Dicha resistencia se manifiesta a través de expresiones como: “Esto nunca funcionará aquí porque…”; “Quieres introducir este nuevo XXX, pero eso compite con nuestro exitoso YYY, eso es una tontería”; “Somos buenos en YYY, ¿por qué hacer XXX?” o “Por encima de mi cadáver”.

Veamos un caso.

Hace tres décadas había en el mundo ocho grandes estudios de grabación de música que dominaban la industria. Entonces llegó la innovación: la tecnología digital. Los grandes estudios ignoraron la revolución digital y el impacto que estaba generando entre los consumidores. El sistema inmunológico de la organización colectiva la atacó, convencidos de que podrían acabar con esta amenaza percibida ganando batallas judiciales o simplemente desechándola como una moda pasajera que no funcionaría.

Lo que no se dieron cuenta es que no se podía vencer a este modelo digital. Era sólo cuestión de cuándo y cómo, y mientras su sistema inmunitario luchaba por “protegerles” de este “invasor” percibido, el entorno del mercado siguió transformándose inevitablemente.

Como no evolucionaron con el entorno en transformación, estos ocho grandes estudios acabaron por desaparecer y la industria musical, tal como la conocían todos, se autodestruyó. En su lugar surgió una nueva industria musical transformada que hoy ha llegado hasta los teléfonos celulares y las bocinas inteligentes. Esta nueva industria, encabezada por dos plataformas digitales recauda grandes volúmenes de ingreso por venta de discos.

Este ejemplo nos muestra que los sistemas inmunitarios de las organizaciones no hacen caer a una sola empresa. De hecho, pueden colapsar industrias enteras.