La economía mexicana vista desde el exterior

Como cada lunes, Manuel Torres Rivera reflexiona sobre el impacto de las políticas populistas del gobierno en la economía mexicana.

27 de septiembre, 2022

Desde luego antecedentes como encuestas que cancelaron inversiones, que en lo cuantitativo laceran la confianza del capital y en lo cualitativo el discurso que no conforma un eje de solidez en las perspectivas para el crecimiento de la economía, no abonan a la confianza del exterior. Han pasado cuatro años y lo único que podemos apuntar en sentido positivo es la cautela y prudencia del sector empresarial. Por alguna razón se ha mantenido un espectro de labor callada en la reactivación de cadenas productivas. Al parecer, no existe contraposición o enfrentamiento alguno con las vertientes del poder, que hace todo lo posible por provocarlo. Es interesante observar el camino de la prudencia al llamado de Palacio, que ocurre de cuando en cuando. 

También resulta interesante el cuidado en el pronunciamiento de las cúpulas empresariales, cuidado en las formas pero no en el fondo. Las formas cultivan la convivencia pero no los propósitos. La convivencia con cualquier gobierno es inevitable, pero habría que considerar los alcances y las miras de un gobierno y las de un sector productivo. Todo gobierno es transitorio, los sectores productivos son permanentes. Ahora bien, cualquier intemperancia desde el poder se diluye con una participación activa cuando el objetivo del gobierno en tránsito es la acumulación pasajera de su trayecto de orden finito. Todo concepto de acumulación, sea, recursos o poder se resuelve con la renta nacional. 

Pero más interesante aún es el estudio del trayecto de esta transición en turno, que adoptó de origen una acumulación inexistente bajo la premisa de un gobierno rico con arcas sin límite. La concepción que equivoca cualquier esquema social es la presencia de una constante que en economía no existe: la multiplicación del recurso en el falso estímulo del consumo. En alguna ocasión, el presidente hizo gala de la inversión de una pirámide imaginaria que sostenía su base en la inversión, para destacar el consumo como construcción piramidal; una visión verdaderamente primitiva y por demás absurda.

Los años han demostrado que a pesar de los intentos, vanos todos en materia de resultados, el populismo que padecemos no ha podido estimular ninguna fuerza de consumo porque interrumpe las cadenas productivas e inserta un ingreso que proviene de la renta de los sectores productivos, un vicio que revierte un ingreso que debió ser canalizado a gasto o inversión pública. Esta confusión en una imaginaria de sostén de hogares y dispersión de un supuesto bienestar, ha chocado con una realidad económica infranqueable: demanda sin equilibrio y franco receso en la oferta por la falta de estímulo a la producción. Naturalmente, el poder adquisitivo ha entrado en rezago y la percepción de aumento del salario mínimo se borra ante la escala de precios provocada por la demanda insatisfecha. 

La demanda de bienes altamente elásticos se contrae cuando los precios suben en desproporción a la producción; el efecto inmediato es una disminución en la cantidad demandada y el efecto último es escasez y el mejor ejemplo son los medicamentos. La canasta básica ha sufrido incrementos muy superiores a la tasa de inflación promedio del 9%. Tenemos productos con alzas de hasta 90%. El desequilibrio regional que esto provoca es imparable y ya lo vemos con planes de disminución presupuestal para el campo mexicano. La falta de planeación territorial no la contempla el presupuesto aprobado por el Congreso para 2023, de modo que si las actividades prioritarias residen en obra inútil, las perspectivas de arreglo interno no se darán ni en el año próximo ni en el cierre del 2024. Las miras que contempla el gobierno supuestamente basan una renta que no llegará en materia de ingresos porque los objetivos ignoran fases productivas y con gasto sin destino y deuda brutal, una economía no se recompone de su asiento perdedor. 

El exterior conoce todas estas consideraciones. También conoce de plazos y condiciones de un crecimiento nulo o anulado, como quiera verse porque el déficit sigue siendo negativo en cuatro años de operación de esta gestión. Se asume una inversión extranjera directa de 27,000 millones de dólares para el primer semestre del 2022. No hay tal: la fusión de Univisión y Televisa suma 7,000, la reinversión de utilidades representa casi el 43% del total, las transferencias entre empresas absorben buena parte de este monto. La inercia de bancos del exterior obedece a planes de corto plazo imposibles de interrumpir pero eso no se traduce en inversiones nuevas. 

No olvidemos que existen inversiones en materia energética por una cantidad de 44,000 millones de dólares y estas no han crecido, por lo contrario, han reducido capital de exposición ante las arbitrariedades de la Comisión Reguladora de Energía y los despachos de energía alterna en muchos de los casos actúan con amparos. Las pausas que han concedido revisiones sin paneles definitorios todavía, se encuentran en discusiones de capítulos del T-MEC y son de una seriedad y consecuencia singular para la nación. Poco se sabe de los casos aislados de arbitraje en los que la nación se ha visto involucrada y todos los ha perdido. Es conveniente señalar que si procedieran los reclamos en turno, los que citan a comparecer a México, de inicio se sentaría la primera demanda por una cantidad superior a diez mil millones de dólares y como esa hay cuatro más. 

Falta la consideración de la deuda con el exterior. De organismos financieros internacionales, excluyendo al Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial reporta un endeudamiento de casi cuatro mil millones de dólares. En el espacio anterior se destacó un servicio de la deuda de un billón de pesos en 2023. Para un presupuesto total de ocho billones, la deuda consume toda movilidad financiera del gobierno. Finalmente, la inversión no podría considerarse viable, aún recuperando la confianza, que hoy no existe, dado que la tasa que habría que superar como costo del capital inicia en un 10%. Esto significa que los flujos de efectivo tendrían que ser superiores al 10% señalado en cuanto a retorno de la inversión, un escenario imposible con economías infladas. 

Un apunte final. México sigue siendo una economía de mercado y eso alienta fases de competencia con apuestas firmes en la inversión después del 2024. 

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