El presupuesto educativo en tiempos de pandemia

La educación es un derecho humano al cual todos y todas debemos de tener acceso, tal y como lo establece la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Si bien...

2 de marzo, 2021

La educación es un derecho humano al cual todos y todas debemos de tener acceso, tal y como lo establece la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Si bien antes de la pandemia cada país enfrentaba diversas adversidades, la COVID-19 acentuó más algunas de ellas, como es el caso de la educación.

Como es evidente, para los países más pobres las brechas son más marcadas, por lo tanto, les resulta más complicado poder cumplir con la accesibilidad de este derecho humano. En la actualidad, las finanzas públicas están presentando una creciente presión para poder sortear los impactos económicos, de salud y educativos derivados de la pandemia. 

Recientemente la UNESCO, el Banco Mundial y la Education Finance Watch (EFW) presentaron un nuevo informe1 de manera conjunta donde pronostican una gran disminución en los recursos para el financiamiento educativo.  De hecho, informan que 2/3 partes de los países de ingresos bajos y medios-bajos han recortado sus presupuestos destinados a la educación pública desde el inicio de la pandemia.

En contraparte, solo 1/3 de los países de ingresos medios-altos y altos han reducido sus presupuestos; sin embargo, el informe anticipa que a medida que la pandemia continúe afectando a las economías y por ende la situación fiscal, los presupuestos destinados a la educación podrían verse mermados en mayor medida.

Un dato revelador del informe es que antes de la pandemia causada por la COVID-19, entre 2018 y 2019, los países de ingresos altos gastaban anualmente el equivalente a 8501 dólares en la educación de cada estudiante, comparado con los 48 dólares que destinaban los países de ingresos bajos. No obstante, no todo radica en destinar mayor cantidad de recursos, sino en la eficiencia de su aplicación y por ende en los resultados, tal y como lo destaca el EFW. 

Muestra de ello, es la tasa de pobreza de aprendizaje, la cual es la proporción de niños de 10 años incapaces de leer un texto corto y apropiado para su edad. Por ejemplo, en los países de ingresos bajos y medios antes de la COVID-19 era de un 53%, contra un 9% en los países de ingresos altos. Sin embargo, es probable que debido al cierre de escuelas causado por la pandemia el porcentaje crezca, pasando del 53% hasta un 63%.

Asimismo, el EFW menciona que, en la última década, el gasto destinado a la educación había aumentado, aunque esta tendencia al alza se verá interrumpida por la COVID-19. En este mismo tenor, el EFW señala que hasta antes de la pandemia, el financiamiento en educación había presentado un crecimiento mayor en los países de ingresos bajos y medios-bajos, donde evidentemente se presentan las mayores diferencias entre la financiación necesaria para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

Por otro lado, el financiamiento externo resulta fundamental para apoyar la educación de los países más pobres. La ayuda internacional para estos temas aumentó en un 21% en la última década. De hecho, desde el año 2000 los desembolsos habían aumentado, (viéndose disminuidos entre  2010 y 2014 a causa de la crisis financiera). Afortunadamente, desde 2014 la ayuda internacional había aumentado en un 30%, llegando a sumar 15 900 millones de dólares en 2019; sin embargo, en la actualidad, es muy probable que los países donantes prioricen temas nacionales a temas exteriores, ya que el asunto de salud pública y otras emergencias relacionadas también compiten por los mismos recursos.  

Muestra de ello es que, Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO pronostica un entorno complicado para los países que dependen en gran medida de la ayuda financiera internacional para temas de educación. Ella estima que el financiamiento externo mundial podría disminuir en 2000 millones de dólares.

La pandemia requiere que los gobiernos actuales afronten una situación sinigual, donde los recursos que apliquen den como resultado una recuperación. En ese sentido, no se puede dejar de lado la educación. No solo se trata de un derecho humano fundamental, sino que también tiene un sinfín de repercusiones directas en la vida de cualquier ser humano. Esperemos que en el futuro la gente no vea un retroceso en su educación y forma de vida a causa de malas decisiones públicas en tiempos de la pandemia.

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