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El Desafío a la Regla Económica

13 de diciembre, 2021

Al parecer la medida populista inició en la consulta del aeropuerto para desaparecer la obra magna del continente, Texcoco, sin duda. La medida, también sin duda, significó una medida de poder. Pero de la medición de poder a la contribución real al entorno macroeconómico de una nación, la distancia cobra en diversos sentidos: la percepción de la conducción de la economía, la percepción internacional de la invitación al capital, hasta la calificación de la inversión. La descalificación de una transición en turno no pudo reunir mayor significado que el simple deseo de cancelar. Cancelar por cancelar, cancelar por capricho, por el simple desafío de la norma, de lo establecido.

Así han transcurrido tres años, así han transcurrido los años en los que no hemos podido transitar en una senda de configuración de política económica que descienda en la razón. Todos los días despertamos a una nueva trayectoria; el reclamo de una nueva encomienda dictada desde un púlpito que enardece una doctrina inexistente en un reclamo que jamás ha sido interpretado desde las bases del auténtico reclamo. No es posible sucumbir a la proclama de un solo hombre que pretende interpretar o justificar necesidades a un parecer, el suyo. El parecer del presidente, un presidente confundido en la historia, un presidente confundido en su papel transitorio y un presidente confundido en su papel de una redención proscrita en la historia.

Con una mentalidad como la del presidente en turno es imposible avanzar. Con el presidente López no existe destino. Más allá del simple desafío que plantea su abstrusa concepción de país, la política económica se reduce a medidas, desechables todas por principio, desde luego, pero no dejarían de ser medidas. Hasta ahora han sido medidas las decisiones de esta transición en turno, medidas opacas, inciertas y todas contestables en los terrenos de la iniciativa privada y en los de las Cortes, que día tras día interrumpen por fortuna la labor destructiva de esta transición.

Asoma la escena internacional su rostro, no es de complacencia; los foros internacionales demandan la seriedad debida, demandan cumplimiento de las normas suscritas en tratados vigentes. El descaro de esta transición es refutable desde diversos ámbitos y desde todos ellos aflora la desacreditación. La escena internacional asoma asociación con naciones perdedoras por principio. El Tratado del Norte existe y con vigencia y la doble cara del régimen actual parece ignorarlo. La presencia en la Casa Blanca ha sido un soplo de ignominia hacia un presidente apocado por las circunstancias, no del capital, de las formas y de la visión que existe en mentes orientadas al progreso.

El presidente en turno afronta el fracaso sin remedio; sus planes no conforman la escena internacional suscrita e irrenunciable. La alusión a las energías proscritas, la alusión a la autosuficiencia, la alusión al auto abastecimiento, corresponden a fórmulas probadas en un pasado transitado con múltiples obstáculos. Años conformaron la escena del aprendizaje. Años conformaron la escena de la apertura. Años conformaron la escena de los mercados en los que la enseñanza toral se convirtió en especializarse para distinguirse, en búsqueda de la excelencia. Estamos haciendo referencia a décadas. En estos días la claudicación no cabe, en estos días debe existir la lucha frontal contra un régimen retardatario como el que padecemos.

En estos días se desafía la norma, se desafía el precepto y se desafía por imposición. La imposición obtusa a los valores, la imposición a la razón, la obstrucción al camino del capital. Nunca ha existido la vía alterna de un socialismo redentor en la historia de la humanidad, nunca ha existido la prerrogativa que resta al capital para imponer medidas de reparto del mismo capital, nunca han existido mejoras en el contrato social cuando las medidas de dispersión se cuantifican desde la precaria instrucción del poder.

Si lo que viene a contraponer la obsecuencia de esta absurda transición, viene desde dentro, será la fuerza de la recomposición de las estructuras del capital y del comercio, será desde luego la reestructura de las cadenas productivas y será la escena ciudadana que mostrará su rostro de fiereza incontestable ante la auténtica denostación de nuestra identidad y solidez en la herencia de valores.

Basta ya del desafío a la regla económica, basta ya de experimentar con las reservas de la nación, basta ya de arriesgar activos y patrimonio de una nación próspera en su herencia y en su acervo. Basta ya de abusar de las entrañas de una nación respetable en su historia y en su prestigio de nación. Basta ya de la tolerancia a las prerrogativas y sustento de una corrupción arrastrada en esa concepción falsaria e hipócrita que inunda todo nuestro espectro político, con el irreparable denuedo que lastima a una población creída de una renovación y una reivindicación moral.

El presidente López enarbola lo más sucio de esta transición en turno. Es, por tanto, responsable de la incapacidad de transformación y cambio que México necesita. Es preciso abundar en sus premisas tan lamentables para verdaderamente comprender el daño irreparable que está provocando a esta nación. Es preciso abundar en las medidas que no conforman política económica, es preciso abundar en las imprecisiones, en las improvisaciones que afectan la conducción del haber público, es preciso abundar en los despilfarros, en los desperdicios de la riqueza de la nación, es preciso abundar en la inoperancia y en la incapacidad de esta transición. Los analistas de economía lo llamamos desafío, la ciudadanía le impondría una denominación diferente. El camino del juicio corresponde a la historia y ese será implacable y para siempre. Y así lo esperamos, implacable y para siempre.

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