Recientemente participé en el Foro 8 del Parlamento Abierto para tratar la Reforma Eléctrica1. El tema central fue en qué condiciones se aprobó aquella reforma energética de 2013.
A diferencia de aquella reforma de 2013, el proyecto de nación que hoy se lleva a cabo en materia energética plantea una disrupción en el futuro energético de México. Se busca dar paso a un proyecto basado en una conjetura política-ideológica.
Llevamos discutiendo por separado al sector eléctrico y los hidrocarburos. Apenas nos hemos dado cuenta de que tenemos que insertarnos a la parte ambiental con el único fin de reducir el desperdicio de las energías primarias, así como capturar dióxido de carbono y emitir menos gases de efecto invernadero para que no siga aumentando la temperatura del planeta. Para lograrlo debemos contar con los recursos financieros necesarios.
En el Parlamento Abierto solo se discute el 20% del total que representa la energía, y nos concentramos en metas a corto plazo, pero no a largo plazo. La inversión pública asigna un presupuesto a las empresas productivas del Estado de alrededor de 1 billón de pesos; pero si tomamos en cuenta las nuevas formas de tomar, generar y aprovechar a la energía, para 2030 podrían requerir el mercado energético de inversiones públicas y privadas de alrededor de 2 a 2.5 billones de pesos.
La inversión extranjera directa en el sector energético solo corresponde con el 7.8% de 1999 a 2021 (datos de la Secretaría de Economía). Antes de la reforma energética, este sector, su IED solo era del 3%; hoy al tercer trimestre es del 20% del total.
En este sexenio hay una política pública energética centrada en el presente que radica en ser autosuficientes en combustibles. Para lograrlo, dependemos principalmente de que las refinerías del sistema nacional operen a más del 80% de utilización2, además de contar con las refinerías de Dos bocas, y la adquisición de Deer Park.
Por su parte, la producción de electricidad dependerá del precio del gas natural durante ciertas temporadas del año, derivado de no contar con la suficiente producción y almacenamiento para cubrir la demanda ante cualquier contingencia. En el mercado eléctrico la disyuntiva se ha concentrado en el sector doméstico. El problema radica en los altos costos de distribuir y transmitir la electricidad a cada usuario final, quedando relegado el costo de generar, bajo una disputa de quién debería hacerlo. A sabiendas que la empresa productiva del estado tiene el control del 78% del total generado, para ser comercializado dentro del mercado eléctrico.
¿Es acaso que estamos perdiendo el foco de cómo lograr el crecimiento de un país, con base en el desarrollo económico para la sociedad? El dinero puede acabarse pronto si no lo sabes operar.
Por tal motivo, propongo en vez de reformar a la Constitución, se revise una propuesta de Iniciativa presentada en la cámara de diputados el 5 de febrero de 2020, respecto a una “Ley de Planeación Energética para la Continuidad Homogénea”. Dicha propuesta vislumbra un plan a largo plazo. Ahí se indica cómo debemos aprovechar bajo planeaciones propuestas transexenales la energía en su totalidad.
1 Parlamento 8 Video https://youtu.be/M_tsEqvmweU
2 Refinerias al cierre del 2021 https://twitter.com/economiaoil/status/1487489655750762500?s=20&t=M-lxfAAgoZtku1lMNePm4Q
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