El presidente anunció la adquisición del 50% restante del capital social de la refinería texana; la operación arroja distintas lecturas, ahora que México o Pemex, específicamente posee el control accionario de la refinería. Podemos iniciar con la visión encontrada del director Oropeza y la secretaria de Energía, Rocío Nahle. La visión del primero tal vez brinde una lección de la relación costo-beneficio, ya que con una inversión que adiciona la compra por 600 000 dólares a la inversión existente calculada en otro tanto, resuelve con un poco más de mil millones de dólares la producción equivalente a la que produciría Dos Bocas, si alguna vez inicia operaciones, esto es 340 000 barriles por día.
La inversión en Dos Bocas no ha cerrado ninguna expectativa inferior a diez mil millones de dólares. La siguiente lectura exploraría la comercialización; la ubicación de Dos Bocas no ofrece perspectivas desde el punto de vista de su geografía. Tabasco no es precisamente un punto estratégico si de mercados potenciales tratamos. Finalmente, la salida de producto vía embarcación o vía el subsuelo no tiene infraestructura planeada; el pantano es un obstáculo importante. Lo de menos sería ignorar de momento las visiones encontradas en el párrafo anterior pero no son menores ya que representan la guía en política energética de esta transición en turno.
El presidente apuesta, porque no podríamos dar por sentado que su aspiración reúne supuestos de solidez, en la autosuficiencia de gasolinas. De esa aspiración inicia una inconsistencia en la situación de monopolio en la que sitúa a la petrolera mexicana. El monopolio es una visión centralista sin lugar a duda. Conjugar en ella la visión costosa de un funcionario que en teoría rige los destinos de la energía de la nación y la versión simplista del director de la petrolera, que decide ir por un mercado en el exterior, pequeño pero cautivo, resulta complicado para el análisis de calificadoras y otros seguidores de políticas de inversión en el sector.
Deer Park ofrece circunstancias muy diversas, sin olvidar una deuda de casi mil millones de dólares que absorbe una empresa no solamente en quiebra técnica como Pemex, una empresa que ha perdido su patrimonio más de una vez y que naturalmente carece de movilidad financiera. Es importante resaltar una vez más lo expuesto: Pemex ha perdido su valor; en finanzas esto significa que la suma de sus activos no cubren los pasivos exigibles en ninguno de sus plazos. Entonces, el presupuesto de Pemex, sus acciones, sus miras, su imposible recuperación, todo unido, incluida su comercialización, gravita en torno al gasto público de la nación. Esto es una aberración económica, además de insostenible.
Ahora viene la aventura de Deer Park; con esta refinería vienen responsabilidades de diferentes órdenes, iniciando con el laboral, la mano de obra especializada con una multinacional mexicana al mando. Vienen con ello cuadros nuevos de dirección, gerencias y contratos sindicados. Pero también vienen nuevas reglas, dentro de un territorio ajeno a lo nuestro, pero no tan ajeno a las imposiciones y dictados de un Tratado Comercial vigente y acuerdos multilaterales de medio ambiente, que incluyen emisiones y una serie de restricciones ambientales.
Pero más allá de la buena nueva del control accionario y la dudosa aplicación de un recurso que nada tiene que ver con energía para pagar la inversión, vienen las cuentas a conformar un escenario no planeado. Las exportaciones de la petrolera ahora desvían un recurso a un importador mexicano en Texas para refinar y a su vez producir gasolinas que serán repatriadas, si, pero de suelo norteamericano y de una empresa norteamericana. Si recientemente Pemex exportó seis mil millones de dólares e importó la mitad en gasolinas, habrá que reestructurar la cuenta del presupuesto de ingresos y egresos. Por principio, se altera la reserva en moneda extranjera ya considerada por Hacienda y el Banco de México. No es tan simple como parecería tratar a Deer Park y Pemex como dos pares. El origen del recurso sigue siendo norteamericano cuando de importación se trate y la exportación del crudo sujeto a refinación seguirá formando parte de la balanza comercial del lado exportador.
La estrategia de esta transición deja mucho que desear en esta adquisición. Por principio, Shell, la vendedora, estaba por desmantelar o reducir Deer Park, como quiera verse. La nueva dirección administrativa adquiere un reto de inicio: continuar con la producción existente, continuar con la capacidad operativa y reposiciones de planta y equipo, sin olvidar que la refinería tiene cien años operando. Si decidimos unir inicios de operaciones de las seis refinerías mexicanas, daremos cuenta de tecnologías de hace más de cuarenta años en promedio, de modo que la tarea de equipar y modernizar todo un sector es inimaginable. Las refinerías mencionadas operan al 50% de su capacidad actualmente. Expertos estiman que una recuperación del sector requeriría de al menos una operación al 80% de todas las capacidades instaladas en toda la nación.
Esta transición, con un plazo de tres años de gobierno restante se da a la tarea de operar seis refinerías anticuadas, una más en territorio norteamericano, con costos impredecibles en su operación y una en construcción con dimensiones de costo sin definición y una puesta en marcha incierta. Ese es el escenario para ser autosuficientes en gasolinas. Ese es el escenario que plantea un solo hombre, el presidente y ese es también el escenario que no comparten el director de la petrolera y el funcionario titular de la energía mexicana. Ante este escenario, se complementa el uso discrecional de un recurso que inhabilita de entrada la promoción de infraestructura en los estados, dado que el recurso situado en Banobras se desvió a este propósito de inversión, un fondo que nada tiene que ver con energía.
Pemex ahora juega en territorio de competencia, estime su consumo en Deer Park de crudo mexicano en su totalidad o no, eso es simple estrategia de inicio, pero las reglas de operación de la refinería están sujetas a imposiciones y acuerdos internacionales. Veremos reacciones de calificadoras ante este inesperado compromiso.
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