Autor: Ramses Pech – Grupo Caraiva – León & Pech architect
El país podría entrar en un caos en 2021 ante la falta de coordinación entre la inversión pública y privada, derivado de la percepción actual de una polarización en la agenda del país..
Las inversiones no esperan a economías flojas sin visión a largo plazo. La percepción no es una ideología, sino una lucha continua económica que da una credibilidad de estabilidad dentro de una sociedad que trata de tener una armonía prolongada con un fin común.
En la visita de Estado que el gobierno mexicano celebró en Washington, el 8 julio, nos dijeron que “Somos queridos amigos, socios y vecinos. Nuestra cooperación se basa en la confianza y el respeto mutuos entre nosotros dos y entre nuestros dos países. Y honramos la gran dignidad de ambas naciones.”
Ante esta aseveración, es importante que cada actor político se ubique en sus funciones y objetivos para el país; y que cada órgano institucional de la nación se ocupe en lo que compete. No pierdan el tiempo del país, porque los socios percibirán que no hay que invertir en México por revoltosos, indecisos y poco confiables.
No es momento de crear percepciones equivocadas que coartarán EL FUTURO DE NUESTRAS GENERACIONES. Dejemos de lado las ideologías políticas y optemos por aquellas que den crecimiento económico a la sociedad, sin depender de dádivas del gobierno.
En la reunión de la confirmación del T-MEC nos percibieron como una nación madura; no echemos a perder lo que tanto nos ha costado ganar y evitemos que ahora el mundo pierda la confianza de invertir en México.
2021 será clave para la maduración nuestra económica. Es importante contar con una misión de largo plazo, y NO POLITICA, utilizando el sentido común en el crecimiento económico del país; de lo contrario, un presupuesto mal planeado nos alejará de consolidar nuestra económica en la próxima década, ante la contracción mundial actual.
El presupuesto deberá estar destinado principalmente al desarrollo económico, basado en el crecimiento del país, y teniendo como principio la coordinación entre la inversión pública y privada en proyectos de infraestructura-energía, con el objetivo de consolidar el desarrollo industrial, servicios y productos. A donde la administración actual pueda cementar las bases de una misión del país.
Hoy, ante la incertidumbre creada dentro de nuestra nación por nosotros mismos, hemos orillado a que los inversionistas, que en su momento vieron una oportunidad de realizar inversiones bajo la normativa en nuestro país, ahora dudan de invertir en México a lo ver que exista un mercado a largo plazo, ante la percepción de que el Estado mexicano gasta fundamentalmente en sus programas sociales.
Es importante que el gobierno en turno comprenda que cualquier proyecto tiene un tiempo de maduración, el cual debe pasar por un proceso de análisis técnico, económico, aprobación del consejo; para luego buscar recursos financieros, construirlo y ponerlo en operación. Todo eso requiere de inversión económica que dependerá de las comodidades que como país le demos, pero estamos haciendo todo lo contrario. La nación tiene a su disposición muchos recursos y está en la posición de asumir los riesgos que conllevan para poder cubrir las necesidades de todos los negocios a donde hoy los privados están o pretenden estar.
Este presupuesto es importante realizarlo, no en función del monto que ingresará para poder gastar en la movilidad de la nación, sino en una inversión pública en proyectos de infraestructura-energía, en función de consolidar un mercado y sus oportunidades de crecimiento, y no en función de la agenda política de cada grupo político en el poder, según el sexenio.
Ante el inicio del T-MEC, no podemos volveré a realizar el mismo error conformista de ser simplemente ensambladores; bien podemos empezar a madurar para considerarnos un socio confiable y con sentido común para quedar bien con nuestros socios. No podemos darnos el lujo de ser un puerto testarudo, cerrado, pensando que tenemos la verdad absoluta; debemos darnos cuenta de que llegó el momento de consolidarnos como una sociedad unida madura, con sentido común de crecimiento económico, y no sobre una convicción política ideológica.
El futuro económico de nuestra nación dependerán de las decisiones que se tomen en 2021, con sentido común económico bajo una percepción de confianza y de respeto mutuo entre nosotros.
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