Joe Eszterhas, nacido en Hungría en 1944, escribió varios guiones cinematográficos en la década de los ochenta; uno de ellos el de Flashdance, estelarizada por la morena de fuego Jennifer Beals. Fruto de esa exitosa producción fue que el también autor de Jagged Edge y Music Box, sacudió al mundo Hollywoodense en 1991 con los tres millones de dólares que cobró por un libreto llamado Basic Instinct. Aquel era el sueldo más alto jamás pagado a un guionista, hecho que cambió más de una cosa en el séptimo arte norteamericano, ya que de ahí en adelante los escritores disfrutaron de un protagonismo que no poseían. Basic Instinct quizá sea la cinta más vista del popular director holandés Paul Verhoeven (Robocop y Total Recall), galardonado en 2017 con el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera. Este superestreno de 1992, que está cumpliendo treinta años, presenta al gran Michael Douglas personificando a Nick Curran, un detective en plena pesquisa para localizar a la culpable de cometer el asesinato sexual de un famoso músico. La principal sospechosa de tan misterioso y brutal crimen es Catherine Trammel (Sharon Stone), una manipuladora y bisexual escritora, novia de la víctima, que no pierde tiempo en seducir a su acosador policiaco; ubicándolo, así, como protagonista de su próxima novela, al igual que lo hiciera con el ya extinto cantante de rock.
El detective Curran, dueño de un turbulento pasado, se dedica a acechar como perro bramante a la presunta criminal: en su mente adivina que esa rubia deslumbradora, que esa mítica bomba sexy de cara con gesto de “estoy dispuesta a todo”, es una auténtica asesina, pero las lujuriosas actividades amatorias que sostienen le impiden alejarse de ella. Este par de inestables y fogosos personajes que convirtieron la cama en un verdadero campo de maniobras eróticas, escandalizaron a la censura y a parte de la militancia feminista y homosexual del mundo noventero. La gota que derramó aquel vaso fue esa emblemática escena en la cual está contenido casi todo el éxito del filme; una imagen que pobló las más cachondas ensoñaciones juveniles de finales del siglo pasado; los escasos dos segundos (que se antojaban eternos), en los que la hermosa Sharon Stone, enfundada en un vestido blanco, cruza las piernas durante el interrogatorio policial enseñando generosa que no portaba ropa interior.
Basic Instinct fue una película revolucionaria, sin lugar a dudas; Eszterhas y Verhoeven le demostraron a la industria gringa, en ese tiempo aún más conservadora, que el sexo vende, y vende bien. Cosa en la que fallaron en su siguiente colaboración de nombre Showgirls.
Protagonizada por Elizabeth Berkley (no pocos la recordarán cómo Jessie Spano en la popular serie juvenil Saved By The Bell de la cadena NBC) y con el siempre antipático Kyle MacLachlan y la ardiente Gina Gershon en papeles secundarios, la película narra la historia de Nomi Malone, una impulsiva y ambiciosa joven provinciana recién llegada a Las Vegas, que pasa de ser una simple bailarina exótica de tugurio a convertirse –recurriendo a las mentiras y a los juegos sucios para lograr sus objetivos– en la atracción principal del espectáculo de un prestigioso casino. Con una trama improbable y torpe, saturada de escenas de alto voltaje erótico en las cuales la señorita Berkley (despojada de todo atuendo, simulando coitos y sosteniéndolos acuáticamente) mostraba que era dueña de un voluptuoso cuerpo que hipnotizaba, esta sex- travaganza que le costó 45 millones de dólares a la United Artist, fue diseñada para ser la primera superproducción hollywoodense con clasificación NC -17. Un proyecto francamente arriesgado, una idea que era, en sí, bastante descabellada. Lamentablemente la misma semana de su estreno, ese fervor, toda la excitación se derrumbó a tal nivel que resultó un severo fracaso en taquilla; aunque con el paso del tiempo, curiosamente, gozó de una aureola de película de culto, produciendo muy buenas ganancias en el mercado del DVD y el Blu Ray.
Hasta hoy, 27 años después de su estreno, circulan historias de que Joe Eszterhas culpa del rotundo fracaso del filme a su director, ya que según él, éste echó a perder todo por el vínculo sentimental, por la aventura amorosa que sostuvo con su estrella femenina. Nunca se confirmó el romance, Paul Verhoeven solo declaró que la cinta fue mero entretenimiento: “No plantea temas profundos”, concluyó en una entrevista. Ellos dos ya no volvieron a trabajar juntos…

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