Querido Graeme Edge:
Quiero decirte que, como humanidad, te hemos fallado. Sabemos que te fuiste a poblar el cielo roquero hace poco (el pasado 11 de noviembre), en donde de seguro te encontraste ya con tu compañero de los Moody Blues, Ray Thomas. Espero que sigan llevándose bien, como en vida. Supongo que también conociste a Leonard Cohen y a Greg Lake, otras estrellas del rock, quienes también nos dejaron en un mes de noviembres, pero de años anteriores.
¿Quiénes, más allá de algunas notas breves por ahí y algunos comentarios de los fanáticos de The Moody Blues, el grupo con el cual tocaste desde mediados de los sesenta, difundieron la noticia de tu fallecimiento? Por ello, creí importante escribirte una breve carta de despedida (no sé por qué me ha dado por escribir cartas últimamente; tal vez sea por que es un arte que ya casi no se utiliza). Porque, querido Graeme, no fuiste cualquier baterista. Fuiste el baterista de una de las bandas más influyentes de la historia del rock (qué más da que la mayoría de la gente sólo conozca, si bien nos va, el mega clásico de “Nights in White Satin”), cuyos álbumes ayudaron a moldear el art rock y el rock progresivo que nos encanta a tantos de nosotros.
Solo por ello, me quito el sombrero ante usted, señor Edge.
Solo por ello, creo que merece un humilde homenaje.
Sí, y no me refiero a un obituario y una breve nota biográfica, que eso ya lo tienen cubierto en otros sitios y medios. Me refiero más bien a una nota de agradecimiento. Sí, porque ayudaste a que este mundo fuese un poquito mejor y más bello con ayuda de tus compas Justin Hayward, John Lodge, Mike Pinder y Ray Thomas (olvidemos, por un momento, que la alineación original no contaba con Justin ni con John, pero sí con Denny Laine y Clint Warwick; no es por menospreciarlos, pero en esa época no se cimentó la leyenda de los Moody Blues).
Los Moodies, dicho sea de paso, están en mi top ten de grupos de rock. Conozco a muchos que piensan como yo.
¿Qué por qué? Muy fácil, Graeme. Porque Los Moodies fueron un grupo único.
Las melodías que crearon desde aquel álbum publicado en 1967 que fue “Days of Future Passed” (una verdadera piedra angular en el devenir del rock y de la música popular del siglo XX) cubrían un amplio rango de emociones: desde la felicidad casi infantil de “Another Morning”, pasando por el romanticismo de la mencionada “Nights in White Satin”, la melancolía de “Melancholy Man”, hasta la alegría de encontrarse con un viejo amigo de “Lovely to See You”. La búsqueda de los Moodies por encontrar la belleza en el mundo y plasmarla en forma de canciones no paró durante siete álbumes: el mencionado “Days”, “In Search of the Lost Chord” (1968), “On the Threshold of a Dream” (1969), “To Our Children’s Children” (1969), “A Question of Balance” (1970), “Every Good Boy Deserves Favour” (1971) y “Seventh Soujourn” (1972).
Todos ellos, álbumes sin desperdicio, debo decir.
Ese legado merece estar en la colección de cualquier melómano, Graeme, a pesar de lo que alguna vez dijo la Rolling Stone acerca de que ustedes eran un grupo pretencioso.
¿El optimismo es algo pretencioso, acaso?
Sí, en eso estribaba una de las características únicas de The Moody Blues: su música puede ser un remanso de paz en este mundo atribulado, encontrando la luz incluso en los momentos más oscuros. A pesar de poder ser melancólicos o evocar nostalgia, el objetivo principal de la música Moodie era encontrar el lado positivo. Algunos pensaban que por ello no era música rock, el cual está más enfocado en la rebelión y el desahogo de los impulsos adolescentes. ¡Pero si ya tenemos la música de los Rolling Stones o de los punks de los setenta! ¿Acaso está mal soñar con un mundo de belleza, si se quiere, platónica?
Además de lo anterior, otra cosa única en sus álbumes era la inclusión de pequeños poemas tuyos, Graeme, al inicio de cada álbum. ¿Qué otro grupo se aventuró a hacer algo así? Tus aportaciones hicieron que muchos otros grupos venideros se aventaran a implementar este tipo de ideas locas. Por ejemplo, este fragmento de “Higher and Higher”, en la voz de Mike Pinder, me puso la piel chinita la primera vez que la escuché y la leí:
Blasting, billowing, bursting forth
With the power of ten billion butterfly sneezes
Man with his flaming pyre has conquered the wayward breezes
Climbing to tranquility, far above the cloud
Conceiving the heavens, clear of misty shroud
Esos versos tuyos abrían el álbum “To Our Children’s Children”, uno de mis favoritos de todos los tiempos. Recuerdo que me enamoré de ese disco desde la primera vez que lo escuché. En él aparece una rola llamada «Candle of Life». ¿La recuerdas Graeme? ¡Es un rolón! Es de esas canciones que nunca encontrarás en las famosas listas tipo “LAS MEJORES CANCIONES DE ROCK” (sí, así, con mayúsculas, como los orates que quieren condensar el rock en un puñado de canciones) pero oh, Dios, ¡cómo se me quedaron grabadas las líneas del estribillo! Como humanidad, creo que es un mandato que siempre deberíamos recordar, tenerlo escrito en letras de oro en nuestros cuartos y así este mundo sería mejor:
So love everybody and make them your friends
Claro, entiendo que el mundo de 2021 no tiene los mismos ideales que los de 1969. ¿Pero no es bonito soñar como si aún estuviésemos en ese breve momento de la historia en el que parecía que la música podía cambiar al mundo?
Eso sí Graeme, no me dejarás mentir cuando digo que muchos opinan que los álbumes que grabaron a partir de 1978, después de unos años de estar separados en proyectos personales, no están a la altura de los siete álbumes anteriores. La verdad, no podría darte alguna opinión objetiva: a mí me encantan, ya que el espíritu de la banda se mantuvo intacto durante un par de décadas más. “Say It With Love”, estrenada en 1991, también es un himno para mí.
Para finalizar esta breve carta, Graeme, quiero recordar las primeras líneas con las que se encuentra todo aquel que escuche “Days of Future Passed” (y espero que muchos sigan teniendo esa maravillosa experiencia por primera vez), las cuales escribiste tú:
Night-time: to some, a brief interlude,
To others the fear of solitude.
Brave Helios, wake up your steeds!
Brings the warmth the countryside needs.
Así que, hasta luego, Graeme Edge. Gracias por tus aportes vitales a la música de los Moody Blues y gracias por tus versos; sin ti, la música del grupo no hubiese sido igual de mágica. Nos quedamos un poco tristes aquí abajo, pero estamos seguros de que pronto nos veremos allá, en el lugar en el todos somos amigos, hay puro amor y en donde las noches están forradas de satén blanco.
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