UN ACERCAMIENTO A LA POESÍA INÉDITA DE PABLO NERUDA

En el primero de los poemas inéditos, Neruda desborda, en las breves líneas versales, pasión, sensualidad, sexualidad.

19 de septiembre, 2024

Hablar de la poesía de Pablo Neruda es hablar sobre la resonancia de su aliento, de esa poderosa musa que le sonrió a su alma y envolvió su lenguaje de sensualidad.

Una vida rabiosa en lo político y producción poética. Una muerte contenida por suspicacias. Un hombre que vivió con ímpetu, y así también su pluma que se contoneó a la par.

La orientación creadora siempre tiene un punto de inflexión; ¿sería para Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto) el escenario que lo rodeó durante su niñez inspiración que germinó su frenesí poético?, probablemente. En su ciudad natal (Temuco, enclavada en la Región de Araucanía, Chile) produciría gran parte del contenido de su primera obra lírica, Crepusculario. Aunque no estoy segura, quizás una mujer en su juventud contribuyó para que proliferara esa magnífica sensibilidad que explotaría a lo largo de su vida. ¡Claro que siempre hubo una mujer que lo inspiró hasta su último aliento!

Un libro sorprendió al cosmos literario por ver la luz después de muerto el poeta, Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos, una increíble obra oculta, virgen, que llegó a las manos de Darío Oses y se la entregó al mundo. Veintiún poemas sobre amor y otros motivos se resguardaron en papeles sueltos y en hojas de algún block o cuaderno que, sin edición y con el sello de un profundo respeto, fueron publicadas.

Un poco azaroso su pasado y no tan escondido, pero ¿quién soy yo para juzgar la figura del hombre y amenazar la figura del creador literario? No soy más que una de aquellos que goza de su destreza para manipular la razón y hacerla tropezar una y otra vez en el placentero territorio de lo románticamente erótico de la vida.

Darío Oses, director de la Biblioteca y Archivos de la Fundación Pablo Neruda, se encargó de realizar una puntual introducción al libro que, como acto de lealtad, regaló a los inagotables lectores de Neruda.

¿Sería también Matilde Urrutia, su tercera esposa, motivo de la inspiración del poeta en su edad madura?, eso se dice, ¡y sí!, un aliento de frescura, un amor anónimo desde el día que se conocieron en México en 1949. Después de la muerte de su segunda esposa, se casan en 1966; desde entonces y hasta el deceso del poeta, en 1973, se afirmó como la mujer, la compañera y la amante.

En el primero de los poemas inéditos, Neruda desborda, en las breves líneas versales, pasión, sensualidad, sexualidad. Un leve roce en la penumbra, imagen en movimiento de un encuentro carnal. Cómplices que buscan purificar el deseo que se dispersa entre la ternura y la excitación. Las manos son las que conceden, las que tocan, abrazan. Elogio a un cuerpo que arropa, que ama. Neruda se rinde por completo a la pareja, Matilde.

Sobresalen en estos apuntes inéditos la inclinación de la letra, algunos taches y correcciones. Poesía lograda en pedazos de papel, servilletas, cartas de menú.

La producción de los poemas se ubica aproximadamente en torno a los últimos 23 años de su vida. El editor tuvo especial cuidado en que al reproducirlos se conservaran como el poeta los dejó plasmados, con la puntuación arbitraria y ortografía original.

Con inagotable elocuencia, sus odas al cuerpo, “al cráneo”, “al hígado” o “al ojo”, las aborda con pulcritud y gentileza. Alaba sus quehaceres, sus misiones. Escribió 225 odas. Dignifica con la palabra situaciones vanas, quizás. Entonces, ¿por qué no habríamos de encontrar una inédita?, eso es, y lo hace Neruda, probablemente inconclusa la “Oda a la oreja”.

Su obra, sin lugar a duda, nos habla de entregas, de lealtades y amores absolutos, nos habla de la razón y la sinrazón de su escribir. Es suficiente con acariciar su lectura para sentir que el tiempo se detiene.

Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura en 1971, le habló al ser humano a través de discursos dictados con la fuerza de un espíritu seducido por las ansias de vivir.

Cabe hacer una breve mención a Veinte poemas de amor y una canción desesperada, su obra probablemente más reconocida que, a pesar de haberse publicado por primera vez en 1924 y haber recibido críticas diversas, nos deja su entrega absoluta. La primera estrofa de su poema número 12 me lo tomo como un agasajo:

Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Acuso que echó a andar el arma destructora de una pasividad absurda, la emoción de vivir, de enamorarse, de reconciliar al “yo” con el “conmigo”. Me echó a andar para derribar mis miedos a escribir, a sentir, a sentirme. ¿Seré capaz de escribirle una oda al poeta?

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