Para Martina, como todo, como siempre.
El teatro es, junto con la literatura, una de las expresiones artísticas más longevas de la humanidad. De hecho, las antiguas culturas lo usaban de vía para exponerle a la población sus relatos, sus mitos y sus leyendas.
Desde aquellos tiempos, el teatro se ha diferenciado de acuerdo a las características de su representación: comedia, tragedia, tragicomedia, farsa, melodrama, monólogo, y así hasta llegar al inmersivo…
Este último es un teatro, una puesta en escena de mucha auge últimamente, y que consiste en incorporar al público a la obra como participantes voluntarios o involuntarios de la trama.
La Dama de Negro, refutada como la experiencia de terror más impactante en la historia del teatro en Mexico y que entra perfectamente en el método inmersivo, tiene más de un cuarto de siglo con éxito en la cartelera de nuestro país, y ha visto pasar a lo largo de los años a grandes actores interpretando a sus dos personajes (Morris y Kipps), como por ejemplo Don Germán Robles, Odiseo Bichir, Juan Carlos Colombo, Alejandro Tomassi, Fabian Pazo y Ricardo Morell; todos ellos dirigidos siempre por Rafael Perrin.
Desde el minuto uno, se siente una deliciosa tensión entre el público asistente al Teatro Ofelia, ya que el silencio se adueña de ellos cuando la oscuridad inunda la sala y no saben con exactitud qué esperar cuando comienza la obra que por momentos nos traslada a una sombría atmósfera inglesa de principios del sigo XX.
“Cada función es diferente, el público es el que hace la diferencia con su participación. Son ellos los que descubren a su manera el misterio de La Dama de Negro” han comentado sus productores.
Por otro lado, también en cartelera hay otra muy interesante opción de teatro inmersivo. Se llama Vive el Terror y se presenta en el Rafael Solana, ubicado al sur de nuestra ciudad. En dicho concepto de moderna casa embrujada, por casi una hora el asistente recorrerá a pie escalofriantes escenarios, colmados de demonios, asesinos seriales, fantasmas, brujas, payasos perversos y hasta zombies que no dejarán de perturbarlos. Todo en un gran homenaje al cine de terror norteamericano, que un buen fanático, un fiel seguidor de los sustos no puede perderse.
Y ya que andamos a caballo entre teatro y cine de miedo, debo mencionar que justo este año se está festejando el aniversario número 100 de Nosferatu, una adaptación del Drácula de Bram Stoker, dirigida por F. W. Murnau, y que es la película más icónica del expresionismo alemán. Para celebrar este cumpleaños pavoroso, el Instituto Goethe, por medio de su semana de cine teutón, nos dio la dicha a centenares de invitados al Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, de presenciar una sinfonía del horror, ya que el laureado largometraje fue musicalizado en vivo de forma brillante y conmovedora por parte del músico Julian Lede.
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