La semana pasada se estrenó, vía streaming en Amazon Prime Video, la película más reciente de Sylvester Stallone titulada Samaritan (aunque en México se estrenó como Némesis, lo cual es un enorme spoiler, pero, en fin, ya ven cómo se las gastan al momento de “localizar” los títulos). Esta información seguramente es suficiente para todos los fanáticos del buen Sly, quienes seguramente ya vieron el filme. Para aquellos que aún no lo han hecho, déjenme decirles esto: Samaritan vale la pena, al menos, por algunas cosas interesantes que trae al mundo de los superhéroes.
La historia se desarrolla en la ficticia Granite City, la cual está azotada por el crimen y la pobreza. Dicha ciudad tenía a dos superhéroes gemelos, los titulares Samaritan y Némesis, los cuales, aparentemente, murieron cuando ambos se enfrentaron en una planta de energía; sin embargo, existen rumores de que Samaritan podría estar vivo. Es en este contexto en el que entra Joe Smith, el protagonista interpretado por Stallone, quien es un empleado del servicio de basura. Sam (Javon Walton), un niño que vive en el mismo barrio, sospecha que Joe puede ser el mencionado Samaritan. Al mismo tiempo, un grupo de villanos, liderado por un hombre llamado Cyrus (Pilou Asbæk) comienza a causar revueltas en la ciudad. Gracias a estos acontecimientos, podremos descubrir, junto a Sam, si Joe es en realidad el héroe que se presume muerto
Aunque la trama es tan genérica como se puede esperar de un filme de acción, hay momentos en los que se intenta diferenciar de lo ya visto en el género, comenzando por el entorno y los personajes, enraizados en la clase trabajadora. También hay breves, aunque efectivos, momentos en los que la película intenta tocar temas un poco más profundos (como la naturaleza y las motivaciones que tenemos para hacer el bien o el mal, reflejado en la dualidad de los personajes de Samaritan y Némesis), lo cual siempre será bienvenido. Eso sí, la historia comienza de forma un poco lenta. Sin embargo, conforme avanza la historia, habrá suficientes golpes y explosiones para hacernos pasar un buen rato.
Pero no me malinterprete, estimado lector: podría decirse que, objetivamente, Samaritan es una película mala. Los diálogos son un tanto pedestres, los personajes, desde el niño que es fanático del héroe, hasta el mismo protagonista, son interpretados rutinariamente. Sin embargo, no hay que menospreciar el intento de Julius Avery y Bragi F. Schut (director y guionista, respectivamente) quienes, junto a un septuagenario Stallone, quisieron inyectar un poco de aire fresco al mundo, cada vez más trillado, de los superhéroes. Porque en este mercado híper saturado, al menos en Samaritan encontramos a un protagonista interesante y que podría haberse explotado mucho más. Esto, al menos, se diferencia de los mundos de Marvel y DC, poblado por científicos y millonarios (del tipo de Bruce Wayne, Tony Stark, Bruce Banner, ad nauseam). Lástima que se queda un poco corta al momento de elevarse en algo más significativo, porque las piezas ya estaban ahí. En un futuro, me gustaría ver que alguien tomase inspiración en esta película y pudiese abrir más caminos dentro de un género que ya empieza a mostrar signos de cansancio.
Y bueno, no hay nadie que pueda igualar a Sly en esas one-liners que parecen sacadas de películas de los ochenta (por ejemplo, cuando al lanzarle una granada a un enemigo, le dice “Have a blast!”). Así que, aunque imperfecta, Samaritan es una digna incursión de Stallone en el mundo de los superhéroes. Con suerte, alguien tomará las ideas que aquí se muestran para expandirlas en el futuro.
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