La reunión de Oasis es lo que el mundo necesita

Entre tanta noticia preocupante que ha salido esta semana (entre ellas, el ambiente político en México o la ominosa prohibición de X en Brasil), hay un leve, minúsculo, rayo de esperanza para los habitantes del mundo. Por más absurdo o irrelevante que parezca, a lo que me refiero es a la reunión de Oasis. 

Aunque en sentido estricto pertenezco a la generación millennial, siempre me identifiqué más con la generación X. Me tocó vivir el final de la década de los noventa, por lo que la lista de grupos y artistas musicales que llenaron mis oídos durante esos años para mí es enorme. Sin pensarle mucho y sin orden en particular: Massive Attack, Portishead, Radiohead, R.E.M., Red Hot Chili Peppers, Pearl Jam, Aimee Mann, Alice in Chains, Nirvana, Morphine, The Cranberries, The Cardigans, Pulp, Travis, Chemical Brothers, Nine Inch Nails, The Verve, Rage Against the Machine, Soundgarden, Smashing Pumpkins, Weezer, Stone Temple Pilots, Beastie Boys, Crash Test Dummies, Beck, Fiona Apple, Tori Amos y la lista podría seguir durante unas líneas más (y más si añadimos a varias bandas dinosaurio que tuvieron una especie de renacimiento en esa década). 

Por supuesto, en esa lista enorme del párrafo anterior también entran Blur y Oasis, bandas que protagonizaron tremenda competencia por la supremacía del britpop. Ahora bien, debo reconocer algo: si bien me gustaba la agrupación de los hermanos Gallagher, nunca fui un fan aferrado (en el puro aspecto musical, yo me inclinaba un poquito más hacia el campo de Blur). Tal vez esto se debió a la saturación de sus sencillos en la radio, ese artefacto que hoy ya está fuera de onda entre la chaviza. Encender la radio, sintonizar una estación de rock y escuchar Wonderwall era algo tan cotidiano como hoy lo es que, al abrir una app de streaming, lo primero que veas sea una playlist de corridos tumbados. 

A pesar de lo anterior, debo decir que la reciente noticia de que los hermanos se van a juntar después de 15 años alegró mi cada vez más maltratado corazón (¡ay México!). Además, esta noticia no pudo llegar en mejor momento para el mundo, independientemente de lo que pueda decir mi alma chavorruca. Más allá de la música, la cual, a pesar de que sea un cliché, marcó a una generación con rolas como Live Forever, Supersonic, Don’t Look Back in Anger, Stand By Me y la ya mencionada Wonderwall, los Gallagher tenían un valor añadido: una rebeldía y autenticidad que ya no encontramos fácilmente en la música popular. Los hijos pródigos de la clase trabajadora de Manchester siempre se han caracterizado por tener unas lenguas brutalmente directas, sin importar si van en contra de vacas sagradas o de artistas más jóvenes (como algunos de los comentarios en lista lo evidencian). Esta actitud, aunque no tan extrema como la de la explosión punk de los sesenta, puede ser una bocanada de aire fresco para el rock y pop actual (y la vida pública también, ¿por qué no?), los cuales se han sumido cada vez más en la complacencia y conformismo, propios de las décadas más recientes. 

Porque, piénsenlo, ¿qué artista o grupo actual ha mostrado una actitud retadora, por mínima que sea, en los últimos años? ¿Qué artista o grupo se ha manifestado en contra de las tendencias mundiales actuales? ¿Qué artista o grupo nuevo ha salido de la clase trabajadora y que se sienta orgullosa de ello? Muchas de las nuevas bandas y artistas provienen de orígenes más privilegiados que los Gallagher y, por ende, se acomodan a las agendas progres buena onda, como el cambio climático, la inclusión y, sí, una pasión férrea por restringir la libertad de expresión (vea usted cualquier grupo de por personas más o menos jóvenes en redes sociales, y verá usted que la gran mayoría apoya la censura de X en Brasil; sí, como lo dice Bob Dylan, people are crazy and times are strange…). Y aquellos artistas que han surgido recientemente y que pueden ofrecer algo más o menos interesante en el plano musical, como nuestro más reciente orgullo nacional, The Warning, poco tienen que ofrecer de verdadero espíritu roquero. En el mejor de los casos, tenemos la forma, pero no el espíritu. En la mayoría, no tenemos ninguna de las dos. Y Oasis, con los hermanos Noel y Liam, pueden ofrecer algo de eso en estas épocas en las que necesitamos artistas que tengan cuando menos algo de pasión, más allá de quedar bien con el “pensamiento correcto” que se propaga en medios y redes sociales. La actitud de Oasis puede ser un pequeño, pequeñísimo temblor dentro del establishment musical. Algo es algo, digo yo. 

Así que, enhorabuena por la reunión, hermanos Gallagher. Salgan de gira, llenen estadios por todo el mundo (cuando su gira sea mundial), toquen esos himnos generacionales, digan palabrotas, hagan señas obscenas y dejen que las nuevas generaciones vean aquí y ahora una pequeña muestra del espíritu de esa música cada vez más moribunda que es el rocanrol. El mundo se los agradecerá.

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