La viuda leyó una carta sin sobre y guardada con celo en un cajón del tocador. Semanas antes, había muerto de manera abrupta el Senador José de Jesús Garza, político de larga trayectoria regional. Más o menos, a la letra decía:
“… del multi ‘levantón’ en la cantina llamada EL DIABLO, en el centro de la Ciudad capital del estado, a los seis meses de iniciado el gobierno estatal del Gobernador Juan Pablo de Todos los Santos y del Ángel, los feminicidios y desapariciones de mujeres en el estado bajaron drásticamente, como si de un auténtico milagro se tratase. Yo, entonces secretario de Gobierno en la entidad, siempre estuve al tanto de que no hubo milagro celestial alguno, sino una arriesgada y sagaz acción táctica de gobierno. El Licenciado Juan Pablo me encomendó una idea que, a solas en su camioneta durante una gira, le expliqué más como un pensamiento en voz alta. Propuse colocar una red de micrófonos en buena parte de las iglesias del estado, puntualmente en los confesionarios. Una suerte de proyecto piloto que arrancó en la Catedral, donde el obispo de la diócesis atendía a lo más selecto de la sociedad del estado, brindándoles personalmente, los sagrados sacramentos.
“Los frutos se dieron mucho más rápido de lo esperado. El Jefe de Plaza del cártel exportador de drogas por la frontera, llevaba una estrecha amistad con el Obispo. Le daba generosas y pías limosnas y se escuchaba darle calma a su alma, previo cumplimiento de penitencias, consistentes en rosarios completos a realizarse de rodillas en la capilla de su rancho y un aumento especial en aportaciones a la causa santa.
“No hubo necesidad de colocar una vasta red de micrófonos en tantas iglesias como era la idea original. En las grabaciones de dichas confesiones se detallaban los más bajos apetitos del Capo, impunes en cuánto su grupo. Se supo ya a detalle cómo sometía a policías, ministerios públicos y jueces. El placer culposo, que incluso llevaba al llanto al Jefe narco, consistía en su gusto por las jovencitas, mismas que le eran reclutadas por un grupo de amigos compañeros de generación de sus tiempos en la preparatoria; a todas ellas las sometía a vejaciones inenarrables e impensables, siendo el destino de todas ellas, y para terminar de aplacar sus apetitos dantescos, un laboratorio, dónde sus cuerpos inertes ya, eran sometidos a un tratamiento químico donde las disolvía hasta desaparecerlas por completo de la faz de esta cruel mundo. Las chicas pasaban a formar parte de una fría e inútil estadística del terror cotidiano.
“En otra grabación, uno de los compañeros de ese grupo de amigos desde la prepa, prometió al clérigo, entre otras cosas y a manera de penitencia, no consumir alcohol ni drogas en la reunión que tendrían con motivo de su cumpleaños (dando todo tipo de detalles) en la céntrica cantina dónde ocurrió la desaparición forzada del grupo de 14 hombres. Así nos enteramos de la información y no había más camino que arrancar el problema de raíz: un grupo especial de élite de la policía ministerial se encargó del operativo exitoso. Los cuerpos de todos acabaron en el fondo del océano, lanzados de un avión, originalmente utilizado para apagar incendios forestales. Consignas las hubo un tiempo, después de la indignación original por el hecho, como ‘los 14 mártires’, o el famoso ‘vivos se los llevaron…’. Pero la población volvió a la calma, las desapariciones de jovencitas y los feminicidios pararon, acreditándose el Gobernador el logro, debido se dijo siempre, a ‘una estrecha coordinación y colaboración interinstitucional’.
“En cuanto a evitar un maremágnum de asesinatos para intentar ocupar el lugar del liderazgo criminal desparecido, yo mismo me reuní con el Jefe del Cártel a nivel nacional que, enterado de todos los pormenores, aceptó el arreglo de colocar a su hermano en el lugar del narco (feminicida levantado y desaparecido junto a sus trece amigos). Fue así como el infierno de los crímenes a mujeres prácticamente fue erradicado del estado. El Obispo, a los seis meses de los hechos, organizó una lujosa recepción al Gobernador y su círculo más íntimo, en la que se congraciaba de los logros en materia de la sustancial mejora en los índices de criminalidad en el estado”.
La viuda, luego de leer la carta y resolver asuntos relacionados a la reciente pérdida de su marido, amiga mía del alma única y auténtica de toda la vida, me platicó también que fue a una pequeña iglesia de un casi perdido ejido del estado de Oaxaca a confesarse. Eso sí, no reveló por nada del mundo su identidad. También fue a donar al párroco una generosa cantidad de dinero porque aún hoy se dice sentir culpable ante las altísimas cantidades de efectivo y oro que heredó de su difunta pareja, el Senador, guardadas en las siete cajas fuertes en su finca, ubicada a las afueras de la Ciudad capital del estado. A su regreso, al día de hoy vive tranquila y viajando en Oaxaca. Fue absuelta de todo atisbo de pecado y se aseguró el paraíso para su alma para la vida eterna.
Gracias a la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, AC por otorgarme los Reconocimientos al Mérito de la Producción Editorial y a la Difusión Histórica y Cultural
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