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Leopoldo Alas “Clarín”, perteneciente al movimiento realista/naturalista español, enfatizó la escena literaria europea con su estilo peculiar y satírico de mostrar el mundo aristocrático decadente. Ante el ánimo de no pertenencia a la clase social que lo determinaba y que buscaba beneficios personales, se decantó por el mundo de la moral y del progreso social en contra de la burguesía. Fue a través de sus cuentos y con su obra La Regenta que la popularidad lo alcanzó.
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Bajo el manto de uno de sus más férreos discursos como fue el tema rural surge el cuento “Adiós, Cordera” publicado en la colección El Señor y los demás, son cuentos, en 1893. Leopoldo Alas da la dirección a un narrador omnisciente quien, entre narrativa y descripción, nos introduce en el mundo rural de Cordera (una vaca que se convierte en elemento entrañable del cuento), y dos hermanos gemelos Pinín y Rosa, pastores que en su inocencia y humildad son felices junto a la vaca en un mundo remoto, a pesar de la amargura de un padre que penaba la muerte de su esposa y finalmente tuvo que deshacerse de Cordera para subsistir agobiado por romper la promesa hecha a su mujer. El autor describe la escena de la despedida de Cordera como una dolorosa experiencia; al final, era quien representara para aquellos niños la figura materna. Alejados los personajes de lo que la modernidad implica, su mundo sucumbe ante la construcción de las vías del ferrocarril que anuncia los dos hechos que marcan el nudo y final de la historia; por un lado, el transporte de Cordera hacia el matadero, y por el otro la despedida de Pinín cuando en el mismo tren, años más tarde, es llevado al frente de batalla para pelear ¡quién sabe por qué!
Sobresale dentro de la corriente literaria del escritor el tema rural, brutalmente sentenciado por la miseria y nulas oportunidades de salir adelante. Importante es el simbolismo que Leopoldo Alas proyecta en la figura del tren. Un mundo en desarrollo y prosperidad que termina desgarrando a una familia ahogada en el abandono y orfandad. Ante la amenaza y precariedad social, es el autor acusador que cuestiona el progreso a costa de la injusticia social.
Por otro lado, Emilia Pardo Bazán, mujer adelantada a su tiempo, feminista radical, revolucionaria literaria que contaba la realidad tal cual era y que, como mujer, agitó las letras europeas molestando con ello a más de dos. Reconocida escritora e intelectual de finales del siglo XIX, cuya formación humanística, filosófica, literaria y además políglota la dignificó para liderar en su época la lucha por la emancipación social y cultural de la mujer e ideas progresistas y consolidar derechos igualitarios. Innovadora del naturalismo en España, a pesar de decantarse más tarde por el idealismo y el simbolismo. Temas recurrentes en su obra son la violencia machista, el ambiente obrero, la movilización social, formas de trabajo y el entorno de la mujer sometida. Entre sus guerras reclamó para la mujer el derecho a estudiar todos los niveles educativos, ejercer profesiones y dignificarse como seres humanos.
“El revólver”, cuento publicado en el libro Interiores en 1907, es como una hebra de la que se tira y se va tejiendo el pensamiento de su dueña. Un tema tan cercano e íntimo que pareciera nos está tocando aún en este siglo. Relato que trastoca el mundo psicológico de la protagonista vulnerada por la manipulación de su esposo.
La escritora retrata el mundo de la tortura psicológica o doméstica que vulnera las fibras más sensibles de la mujer. La enfermera, confidente de Flora, nos describe su patología con el toque característico del naturalismo. Padece del corazón y de una deteriorada salud física y mental. Enfermedad que le dejó la locura y celos desbordados de su esposo. Flora fue el resultado del terror y la amenaza de meterle una bala en la sien ante cualquier indicio de infidelidad. Ahora, se concede el derecho a liberarse de un sometimiento que, a pesar de muerto Reinaldo, logró someterla al vínculo víctima-victimario y la hirió fatalmente. Fue una historia de amor para convertirse en una pesadilla. Emilia Prado Bazán introduce el revólver como el instrumento metafórico y detonador de la tortura psicológica. Flora sueña con el frío metal tocando su sien. Su individualidad se ve coartada incluso después de la muerte de su marido cuando descubre que el arma jamás estuvo cargada; sin embargo, a ella la hirió de muerte desde el primer momento en el que el tirano, preso de sus celos, le lanzó su designio. “… un revólver sin carga me pegó el tiro, no en la cabeza, sino en la mitad del corazón, y crea usted, a pesar del digital y baños y todos los remedios, la bala no perdona…”.
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