La fuerza de los microrrelatos. Un género exigente

¿Qué me lleva a apostar por lo indispensable en el texto? La historia que impacte en el lóbulo frontal del lector y que se extienda en las líneas que todo y nada tienen que ver con la...

12 de diciembre, 2024 La fuerza de los microrrelatos. Un género exigente

Quiero atreverme a subrayar la propuesta literaria de Raúl Brasca, escritor argentino que se ha decantado por el estudio del microrrelato y referirme a un par de sus textos. Siempre he de quedarme en puntos suspensivos al hablar de este “nuevo” género. 

Escribo sobre la singularidad de los microrrelatos de Brasca que se lanzan ante las puertas de planteamientos estéticos, tan originales como mentes interpretativas los lean. Nos dice lo que tiene que decirnos y no caemos en hoyos negros de descripciones que nos alejen de la narrativa, todo se envuelve de una acción infinita con la estructura precisa. Cumple con una premisa, la fuerza del título que nos arranca del cómodo lugar en el que nos hemos colocado para soltarnos en ese otro lugar en el que nos quiere. Se da el lujo de ser lo más ambiguo que pueda y quiera. Serán las últimas palabras de sus microrrelatos las que nos desvelen la grandeza de cada historia, el giro final, ese inesperado que apela al lector. Nos cubre con su estética narrativa que se mueve en las aguas de los elementos característicos de este género; su propuesta se baña de intertextualidad y elipsis, de un ingenio que punza y juega con lo misterioso. 

No podemos detenernos en la historia sino para precisar el surgimiento de este fabuloso género al que se han referido como microcuento, minificción y otras acepciones hasta la aceptada como microrrelato: Según Guinés S. Cutillas, fue el escritor mexicano José Emilio Pacheco quien lo utilizó por primera vez en 1977 y hace referencia al arte de contar algo con la máxima brevedad; sin embargo, se pueden encontrar sus orígenes desde hace ya más de un siglo con el Romanticismo y el Modernismo. Así, de inmediato nos trasladamos al famoso Dinosaurio de Augusto Monterroso con sólo siete palabras, entre muchísimos otros escritores que nos han dejado como herencia su mágica brevedad narrativa. 

En los textos que he tomado de la obra de Brasca se cumple con prosa, historia, mínimo de personajes, conflicto, cambio súbito de situación y todo ello en un tiempo tan breve que apenas nos alcanza para abrir y cerrar la curva del entendimiento. Es así su “naturaleza elíptica”. Conocida la elipsis, según Irene Andrés Suárez, como el portentoso poder de sugerencia de lo no dicho cuando lo dicho está sabiamente calculado. Entonces juega con la temporalidad y con la intertextualidad, con la coherencia en su texto para el lector inquieto que intenta no quedarse atrás y seguir el momento climático que se desmenuza en pocas palabras, con un lenguaje connotativo siempre logrado. No recurre a la descripción más allá de lo necesario, por el contrario, se ajusta a un precepto del decálogo de Andrés Neuman: Los verbos vuelan, los sustantivos corren, los adjetivos pesan, con ello logra la intensidad narrativa y su microrrelato crece sin que lo veamos

Lo importante es la intención de leerse en una sola sesión y con una tensión sostenida de principio a fin.

Microrrelatos

GÉNERO FEMENINO

— Pensás que soy una tonta que se equivoca sin parar, ¿no? Lo que no entendés es que me equivoco a propósito.

— Si te equivocaras a mi favor, al menos alguna vez — dijo él.

— Oh, no. Eso sí sería un error.

— No te equivoques: hablo en serio y estoy a punto de enojarme.

— Si me equivoco es sin querer.

— ¿En qué quedamos? ¿A propósito o sin querer?

— No me fatigues, Kant, sabés muy bien que mi coherencia pasa por otro lado.

— ¿…?

Brasca decanta su microrrelato por iniciar in media res, y con un desarrollo simple pero veloz. Ya hay una relación, ¿es larga?, ¿de qué tipo? Un juego con nuestra mente que empieza a caer en el embudo del tiempo sin tiempo. ¿Es “ese” Kant?, ¿el filósofo que habla de la inclinación pasional de las mujeres? No me fatigues… Será el lector el que reconstruya.

UNA PERLA

a Victoria

— Describe la perla por la que arriesgarías tu vida allá en lo hondo — le pedí al joven buceador de pulmones de acero.

— No sé cómo es esa perla — me dijo — pero puedo describirte la muchacha a quien se la regalaría.

De nuevo el título, la brevedad, la elipsis; ¿nos hemos imaginado la perla?, ¿a la muchacha?, ¿la relación entre los personajes?, su narrativa me lleva a la simplicidad sintáctica y la velocidad, un final inesperado y narrativa de gran pureza. Cuida la forma sin descuidar el contenido. 

La cuarta forma narrativa me ha dejado sin palabras, 

más breve que lo brevísimo que la caracteriza.

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