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Figuras de humo

México necesita ciudadanos enfocados en la identificación y solución de problemas, capaces de definir estrategias y con la voluntad suficiente para lograrlo. Eso inicia en casa desde pequeños.

21 de junio, 2023

Maria del Carmen Maqueo Garza

“Guadalajara, Jalisco: Axel, niño de 10 años, vecino de casa del personaje conocido como “Peso Pluma”, intentó escalar por una azotea para ver la fiesta de cumpleaños que el cantante organizó en el patio de su casa. Por las condiciones de la construcción el pequeño resbaló y cayó.” Para su buena suerte, según se documenta, el niño no murió. Sí se reportan datos compatibles con lesión cerebral, la pérdida de varias piezas dentarias y una herida superficial.

Debo confesar que no sabía mayor cosa de “Peso Pluma”. Estuve revisando en redes lo que hay: Un joven jalisciense que acaba de cumplir 24 años, que comenzó, como tantas otras figuras del espectáculo, con una guitarra y su voz, frente a la cámara de algún teléfono celular. Lo subió a YouTube y a partir de esa publicación, que rápidamente se volvió viral, su carrera se disparó. En tres años ha logrado lo que otros artistas, con toda una maquinaria publicitaria, no pueden conseguir a lo largo de toda su vida. Este joven comenzó de la nada y más delante aceptó el reto de un compañero: componer un reggaeton con un tema caliente. Así surgió “El belicón”, que hace franca apología del crimen organizado. Presenta un mundo en donde lo que sobran son mujeres, dinero y poder. El tema que por primera vez escuché asociado al cantante es: “Ella baila sola”. Hallé en estos “corridos tumbados” –según descubro que se llaman– una tonada monotemática, bastante repetitiva y con su dosis de micromachismo. El mensaje subliminal es que la mujer está ahí para ser utilizada.

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Según varios medios, hay inconformidad en distintos sectores de la sociedad que consideran que no es una música apropiada para niños. Como ha sucedido con muchas otras canciones de corte reggaetonero, cuyos contenidos van de misóginos a abiertamente sexuales, las canciones siguen circulando y las chiquillas de 5 o 6 años continúan bailándolas, y no pasa nada. A ratos me pregunto si alguna vez los padres de esas pequeñas se han detenido a escuchar, palabra por palabra, los mensajes que sus hijos están recibiendo. Las productoras seguirán lanzando contenidos como estos, puesto que reditúan. Absurdo sería pretender imponer un toque de silencio dentro de la casa para prevenir que los chicos los escuchen. El asunto es más bien trabajar con los hijos, o en su caso con los alumnos, para juntos desmenuzar los contenidos de las letras y el significado último de las mismas.

Vivimos unos tiempos que privilegian la imagen por encima de todo lo demás. Con que un individuo cuente con una presencia que atrape, ya tiene medio camino recorrido. Hay diversos casos que dan cuenta de ello. De momento vienen a mi mente dos personajes del vecino Estados Unidos: Jeffrey Epstein y Elon Musk. En ambos casos su atractivo físico, su capacidad de captar la atención de los demás y la habilidad de introducirse en los círculos de poder marcaron su despegue espectacular. El primero pudo codearse con personajes del más alto nivel en la sociedad, la política y la economía. De no tener un centavo llegó a amasar fortunas millonarias. La cara más oscura: Fue un pedófilo. Aún con demandas por abuso sexual y violación pesando sobre él, su encanto lo mantenía entre la crema y nata del mundo occidental. Su final fue una incógnita: ¿Se suicidó o lo mataron? Ocurridos los hechos y desaparecido el halo mágico que lo rodeaba en vida, parecería que ya poco importa la causa de su muerte.

Elon Musk es el personaje del momento: se ha desarrollado, y muy exitosamente dentro del mundo de la tecnología. A la fecha, según la revista Forbes 2023, posee una fortuna calculada en los 234 400 millones de dólares. Una cadena norteamericana está transmitiendo una serie biográfica del personaje. Lo que revela es la figura de alguien que conquista masas. Cierta escena de sus presentaciones me hizo recordar las lejanas multitudes, predominantemente femeninas, en los espectáculos de Elvis Presley, en los que las chicas gritaban, lloraban, se estiraban los cabellos e intentaban tocarlo. Una locura colectiva que da cuenta de la necesidad que tenemos como humanos de creer que la magia existe, falacia peligrosa que nos lleva al abatimiento frente al panorama de nuestra propia real humanidad.

¿Creatividad o encanto? ¿Logros de beneficio para la humanidad o espejismos? Son las contrapartes que invitan a reflexionar hasta qué punto la tecnología está tomando el control de nuestras vidas, quizá sin acaso darnos cuenta. Y, sobre todo, de qué manera está influyendo en la formación de las nuevas generaciones que con ello tienden a suponer que los premios caen del cielo, que con cultivar una imagen atractiva es suficiente. Nada más alejado de la realidad; nada más perjudicial.

Regresando a “Peso pluma” me hallo con un TikTok que muestra el desplante que hizo a un seguidor suyo durante un concierto: Como las ofrendas hechas a nuestros dioses aztecas, un aficionado subió con una caja de tenis de marca que le ofreció al cantante como regalo. Verificando el precio en línea, este calzado fluctúa entre mil y seis mil pesos. El personaje ni siquiera volteó a mirarlo y con un gesto despectivo hizo a un lado la caja. No debe de extrañarnos que surja la soberbia cuando la popularidad es arrolladora.

México necesita ciudadanos enfocados a la identificación y solución de problemas; capaces de definir estrategias, y con la voluntad suficiente para lograr sus objetivos. Eso inicia en casa, desde pequeños. ¡No los alimentemos con figuras de humo!