Fuimos al cine y confieso que mi expectativa era alta pero distinta. Esperaba una película sobre el Holocausto, tema que jamás me cansará. El Brutalista es una película inusitada en todos los sentidos, digna de adjetivos tan grandilocuentes como su nombre y que desde mi punto de vista durará en el recuerdo de los espectadores por mucho tiempo.
Como me suele suceder cuando una película me impacta, me la llevé a cenar y después a la cama; estuve con ella todo el día y me puse a buscar otras opiniones de otras formas de verla y entenderla para poder ponerla en perspectiva; la sigo masticando y saboreando y aun no me acabo su jugo y su sabor.
Me admiro de otras formas de entenderla y recibirla y aún así me quedo con mi propia opinión y mi propia forma de experimentarla. Una película que habla de muchas cosas y que para mí logra atraer la atención y dejar precedente en muchos temas. Es una película que habla de historia, de sufrimiento, de dolor, de una realidad que muchos desconocemos, la vida después de la guerra, la gran mayoría de las películas sobre el tema terminan siempre con la tensión o la liberación pero muy pocas sobre la espantosa cotidianidad de la vida después de la guerra, que puede ser tan dolorosa como la misma guerra, de las consecuencias, las heridas, las cicatrices y los resentimientos, los odios disimulados y la humillación con la que se tiene que acostumbrar a vivir las personas que se ven obligadas a migrar y a intentar empezar de nuevo en un mundo hostil que finge darles un lugar por reconciliar su imagen con el mundo, pero que en realidad los rechaza desde lo más profundo y se los hace sentir con cada acto. Así de atemporal y así de actual, como sucedió en la primera guerra y como sucede hoy mismo con el tema migratorio.
El Brutalista narra a través de las imágenes, la música, las palabras, los diálogos que se siguen y que hacen de cada cuadro un momento inolvidable y mágico. Un director que logra hacer de una bellísima historia parcialmente ficticia (y lo digo así porque aunque en realidad el personaje como tal no existió), creo que representa a muchísimos personajes: inmigrantes, profesionistas y artistas que tuvieron que empezar en un engaño que les prometió libertad y que les dio otro tipo de prisión tan injusta y tan humillante como de la que venían huyendo.
La obra arquitectónica de un hombre, de un destacado arquitecto judío Húngaro sobreviviente al Holocausto egresado de Bauhaus, todos los elementos que conforman al personaje son de suma importancia, que llega a América roto de cuerpo y alma, y que logra a través de su diseño trascender en un conjunto de sentimientos y propósitos personales y grupales, íntimos y comunitarios, públicos y secretos.
La película nunca muestra escenas de la guerra, pero en el rostro y la mirada de sus protagonistas están implícitas sin necesidad de recrearlas, el dolor de su alma y de su cuerpo ocasionado por el horror de la Segunda Guerra Mundial y del holocausto está presente en cada gesto, en cada palabra, nos comunica a los espectadores mucho más de lo que nos diría cualquier tipo de escena y eso es un logro del director, de la guionista, de quien retrata de quien musicaliza y obviamente de los actores del filme.
Las realidades históricas como el inicio del tráfico de drogas cubriendo una necesidad urgente por mitigar los dolores de los veteranos y sobrevivientes de la guerra y que llevó a esta nación tan abusiva como hipócrita a abusar de los estupefacientes y a culpar a los otros de su existencia. La esclavización de las almas deslumbradas por una falsa promesa que les ofrecía una vida idealizada a cambio de quebrantar su espíritu y anular su identidad.
El racismo, el desprecio a lo diferente a lo individual, la obstinación por borrar la historia y burlarse de la dignidad y el orgullo, que pudiese ser una historia que se está repitiendo hoy mismo.
A la par, una fuerza que increíblemente resiste tanto dolor y que pretende construir un legado que resista a la erosión de los ríos como lo dice el protagonista que defiende en silencio su una y otra vez herido orgullo.
El Brutalista no es una película para ojos perezosos; es una película larga, difícil, cruda que lleva al espectador por vericuetos llenos de texturas a veces tan tensas como bellas y desesperantes.
Sin duda para mí la película fue una cátedra sobre estética, historia, amor, dignidad y esperanza, una esperanza sorda y sin fundamentos pero que nos hace creer a los seres humanos que seremos recordados a través de nuestras obras.
Comentario al margen:
En el intermedio y a la salida de la película me encontré con una vieja amiga (viejas por el tiempo de conocernos, no por nuestra edad), y quiero hacer votos por más mujeres como ella y porque nuestro camino esté lleno de encuentros con mujeres llorando de emoción por una película y no pasando sus tardes hablando de chismes y de otras personas.
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