Desde el estandarte con la Virgen de Guadalupe que utilizó el cura Hidalgo hasta el lábaro patrio de hoy en día, nuestra bandera ha visto no pocos cambios en su existencia. Nuestro principal símbolo patrio estuvo a punto de sufrir un cambio tan radical que habría cambiado en su totalidad la bandera como la conocemos hoy en día.
Al término del fugaz Imperio de Agustín de Iturbide, el Congreso no parecía conformarse con quitare la Corona al águila de su escudo después de tan bochornoso episodio. El diputado Fray Servando y Teresa de Mier presidió una comisión para discutir e implementar los cambios definitivos que debían hacerse al primer emblema nacional republicano. Así pues, en la sesión del 12 de Abril de 1823, por iniciativa del Doctor Teresa de Mier, se propuso una bandera dividida en 16 cuadros azules y blancos, colores antes utilizados por el Cura José María Morelos en sus luchas. Los colores celeste y blanco hacían referencia al estandarte mariano (Virgen de Guadalupe) con el que Miguel Hidalgo inició los primeros intentos independentistas de la Metrópoli (España), con el águila, la serpiente y el nopal al centro.
Algunos miembros de la cámara se opusieron al asegurar que el cambiar los colores de la bandera daría la oportunidad a los enemigos del gobierno vociferar que se pretendía el destruir lo que ésta simbolizaba, o sea independencia, unión, garantías y religión, “máximas aspiraciones y anhelos de la Nación mexicana que prácticamente habían unido ya al pueblo, tanto en la guerra, las angustias y el dolor, como también en la paz y las clamorosas alegrías”.
El argumento que más peso tuvo en medio de aquellos debates legislativos fue el de algún diputado que esgrimió la razón de que en ese momento había barcos mexicanos navegando con la bandera verde, blanca y roja y si se acordaba el cambio propuesto esos navíos quedarían sin pabellón, con riesgo de confundirse con naves piratas.
Con ello se evitó que, por poco, tuviéramos una bandera muy diferente a la que hoy vemos ondear y que rendimos honores. A la postre, solo dos cambios en el escudo se efectuaron: la eliminación de la corona imperial sobre la cabeza el águila más la incorporación al blasón de unas ramas de encino y de laurel “para simbolizar al México republicano y glorificar la memoria de los héroes inmortales”.
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