CARTAS A TORA 347

Cocatú, un alienígena en forma de gato, llega a vivir a una vecindad de la CDMX. Diariamente le escribe cartas a Tora, su amada, quien lo espera en una galaxia no muy lejana.

26 de abril, 2024 CARTAS A TORA 304

Querida Tora:

Fíjate que el del 1 se sacó un premio de la Lotería y decidió emplearlo para… ¿A que no adivinas? Para hacer un mingitorio en la vecindad. Uno, porque no le alcanzaba para más. Pero fue una ayuda muy importante para los vecinos, ¿no te parece?

  Es más bien modesto, pero está completo y tiene absoluta privacidad, de modo que nadie puede espiar lo que pasa dentro (Además, que a nadie le importa). Tardaron bastante en instalarlo, pero al fin estuvo listo. Y el señor del 1 quiso hacer una inauguración sencilla, pero que resultara simbólica. Sobre todo para el portero, que no se ha ocupado en absoluto de reconstruir los baños destruídos. Y se fijó el domingo pasado para la ceremonia.

A las doce en punto de la mañana se reunieron todos los vecinos en el patio, frente a la instalación. Hasta el portero fue, vestido de gala y, aparentemente, sin sentirse molesto por el acontecimiento. El señor del 1 dijo un discurso breve, pero sustancioso, en  referencia a las necesidades de la población de contar con ese tipo de servicio, y luego tomó una botella de cerveza para romperla en la puerta e inaugurar la instalación. Aquí fue donde intervino el, portero.

Lo primero que hizo fue decir al señor del 1 que agradecía el sentimiento gregario y comunitario que lo llevó a poner ese mingitorio empleando sus propios medios, y exhortó a los demás vecinos a hacer lo mismo, afirmando que así era como se hacían las grandes obras. Pero los vecinos, que no son tontos, comentaron entre ellos que hacía eso para que no le exigieran a él el cumplimiento de sus obligaciones, y empezaron a sentirse un poco molestos. El portero se dio cuenta de lo que estaba pasando y decidió pasar al acto más importante de la inauguración: la utilización del mingitorio. Y como él era la máxima autoridad en la vecindad, él debía ser quien lo usara por vez primera. Hubo algunos rumores de los vecinos, que afirmaban que el honor le correspondía al señor del 1; pero el portero calló esos rumores bajándose el cierre del pantalón y entrando a la instalación. Todos se apiñaron en torno a la pequeña construcción para presenciar el acto, pero ¿qué crees? El portero no tenía ganas; y por más esfuerzos que hizo, no logró expulsar ni unas gotas. A esto, siguieron más rumores entre los vecinos, diciendo que el del 56 ya no se aguantaba, y le pidieron que lo dejara pasar. Pero el portero, duro como siempre, dijo que el del 56 podía ir al King’s o al terreno vecino a desaguar sus imprudencias (A lo cual, el del 56 salió raudo como flecha), y que el problema lo iba a resolver él. Acto seguido, dio orden a sus guaruras de que le trajeran unas chelas.

Los guaruras le trajeron 3 ó 4 botellas de cerveza, que fueron recibidas por los vecinos con muestras de desagrado. Entonces el portero, demostrando que es buen político, mandó traer cervezas para todos. Y se llevó una ovación. Sin embargo, a las mujeres no les convidó porque, según dijo, aquella era una instalación exclusiva de los hombres, y sólo a ellos correspondía la celebración. Así que las viejas se retiraron dando voces de protesta y quejándose de la discriminación de que eran objeto. Pero al portero no le importó, y levantó su botella gritando “Salucita” (Un diminutivo que en el idioma español no existe, pero así se las gastan aquí).

No sé cuántas botellas se bebieron, pero a las cuatro de la tarde ya andaban todos haciendo “eses” o corriendo a sus casas para usar el baño. Pero el portero estaba incólume; y pidió a las mujeres que les llevaran, si le hacían el favor, unas botanitas para bajar la cerveza. Total, que las mujeres les tuvieron que dar de comer a todos, pero se las arreglaron muy bien para hurtarles unas botellitas cuando no se daban cuenta.

A las siete ya quedaban pocos en el patio, cantando y contando anécdotas bastante groseras de borracheras anteriores. Entonces, el del 1 le recordó al portero que debía hacer la inauguración. El portero se levantó, aunque apenas podía tenerse en pie, y se dirigió hacia el mingitorio. Pero al tratar de bajarse el cierre, se dio cuenta de que estaba empapado hasta los zapatos; y no tuvo más remedio que irse a la portería “a cambiarse”. Pero a los cinco minutos apareció el guarura mayor, y anunció que “El señor portero se encuentra indispuesto, y ruega lo perdonen por no poder atenderlos”. Entonces, a votación popular, el del 1 hizo la inauguración oficial de “la obra de su vida”

Al día siguiente, el portero no se acordaba muy bien de las cosas, y comentó con sus guaruras lo aliviado que se sintió una vez que inauguró el mingitorio. Ellos no le dijeron lo que en realidad había pasado.

Te quiere

Cocatú

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