Querida Tora:
Tengo que contarte lo que pasó el otro día con el muchacho del 12. No es algo para pasar a la historia del mundo, pero me pareció significativo.
El del 12 es un chavo muy formal, muy estudioso, que va bastante adelantado en su carrera. No se mete en problemas, y nunca le ha dado problemas a su madre, viuda y trabajadora como pocas. Pues resulta que un día iba a salir con una novia que tiene, y se vistió con sus mejores galas: viejitas, pero de buen ver todavía. Pero en el momento de salir, se cayó y quedó inconsciente. La madre tuvo que pedir ayuda para que lo llevaran a la cama; pero por más que hacían, el muchacho no despertaba. Por fin, desesperada, logró llevarlo a Urgencias de un hospital, donde estuvieron un buen rato haciéndole exámenes. Por fin . salió el médico responsable y le dijo a la atribulada mujer que no se preocupara; que lo único que el hijo tenía era anemia, y que se había desmayado por esa causa.
¡Anemia! La palabra invadió la cabeza de la mujer con terribles resonancias. ¿Cómo va a estar anémico, se decía, si yo lo alimento muy bien, con todo lo necesario, con comida bien balanceada y abundante? Además, hace ejercicio y duerme bien… ¿Cómo pudo suceder eso?
En su auxilio acudió… ¿quién crees? El celular del chavo. Así como lo oyes. El aparato sonó varias veces. Ella no se atrevía a contestar, temerosa de invadir la privacidad de su hijo; pero no resistió mucho tiempo. Era una muchacha a quien ella sólo conocía de nombre: la novia de su hijo, vaya. La mujer contestó con cierto recelo; pero oyó una voz agradable y educada que preguntaba por su hijo, porque iba a pasar por ella para ir a una fiesta, y ya se había hecho bastante tarde. Y la madre, que necesitaba decir lo que le ocurría, le contó todo. La muchacha se mostró alarmada, y le pidió la dirección del hospital para ir a ver al chavo. La madre no quería dársela; pero al fin accedió, y la muchacha se presentó allí al poco rato. Venía muy bien vestida, como corresponde a una chica bien que va a una fiesta, y la mujer se sintió muy poca cosa junto a ella. Pero la muchacha se veía realmente preocupada, y lloraron las dos abrazadas durante unos minutos.
Por fin, el médico anunció que podían llevarse al chavo a su casa, y dio las indicaciones necesarias para que se le atendiera. Y cuando el muchacho salió y vio a la chava, casi se vuelve a desmayar (Pero el enfermero que lo atendía lo sostuvo muy discretamente). Luego dijo a la novia que se fuera, que aquel barrio era peligroso, y que él no era digno de ella. La chava lo hizo callar con un beso, y le metieron a su coche, un coche que a la madre le pareció casi un avión por lo grande y lo lujoso.
Al llegar a la vecindad, varios vecinos ayudaron a transportar al muchacho, y pronto lo dejaron instalado en su cama. El pidió a todos que lo dejaran solo con la novia. Entonces le dijo a ella que él era muy pobre, pero que se había enamorado perdidamente de ella, y que quería ponerse a su altura. Lo poco que la madre le daba no le alcanzaba para invitarla más que a un café o un helado: pero él la quería tratar como se merecía, y se había puesto a trabajar en diversas cosas. Pero lo que ganaba no alcanzaba para mucho. Entonces, un día se le ocurrió vender un poco de sangre para recibir dinero extra, y con eso logró alquilar un coche para llevarla a algún lado. Pero todas las semanas se ,presentaban situaciones similares, y todas las semanas se veía obligado a vender sangre. La novia se aterrorizó; le dijo que se estaba matando lentamente, que se puede vender sangre para ayudar a algún enfermo, pero no para hacerse de dinero para gastar. Le prohibió terminantemente que lo volviera a hacer, y lo obligó a jurarlo sobre la cabeza de su madre (Yo estaba a punto de soltar unas lagrimitas, pero me contuve). El lo hizo, pero le pidió que terminaran en ese momento. Pero ella se negó, alegando que nunca iba a encontrar un hombre tan bueno y tan generoso como él, y afirmó que estaba profundamente enamorada; y que iba a defender su amor contra todo y contra todos. Él le rogó que lo dejara, pero la chica se negó. Y si no se quedó a cuidarlo toda la noche, fue porque la madre le rogó que se fuera a su casa, para que sus padres no se angustiaran. Y la chica se fue, acompañada por los aplausos de todos los vecinos que se quedaron a escuchar lo que pasaba por la ventana de la recámara.
A mi, francamente, me dieron ganas de ponerme a cantar, como en esas películas antiguas que a veces pasan por televisión. Lo malo es que no me sabía ninguna canción apropiada. ¿Pero no te parece que cosas como ésta renuevan tu fe en los seres humanos? Quién sabe lo que pase en el futuro, quién sabe si estos chavos logren alcanzar la felicidad juntos ; pero la lección que nos dieron hoy es muy positiva.
Te quiere
Cocatú
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