CARTAS A TORA: 334

Querida Tora:

Estos días de fin de año la vecindad estuvo bastante tranquila, porque la gente no tenía mucho dinero, y se limitaron a hacer cenas con la familia, muy en privado. Sólo el del 37 siguió bebiendo como siempre (más, ya no se puede) y pegándole a su vieja. Ya la mujer está harta, y todos los días se queja con las vecinas. Ellas le dicen que lo demande, pero ella alega que el fulano sabe muy bien cómo pegarle sin dejarle marcas; y en la delegación, lo primero que le piden es que les enseñe las marcas de los golpes. Una vez intentó golpearse ella misma; pero en el último momento se acobardó, y acabó por abandonar la idea.

En eso, uno de los ninis de la azotea le empezó a hacer la corte.¿Te imaginas? Una mujer 20 años mayor que él, gorda, fodonga, chaparra y que se viste como las sirvientas de antes…¿Cómo podía gustarle? Pero se ve que hay gente muy rara o que está muy desesperada. Yo creo que el nini era de los últimos. El caso es que ella empezó a hacerle caso. Todas las viejas se quedaron con el ojo cuadrado, porque el muchacho no está tan tirado a la calle (nomás los pelos y la mugre le estorban). El caso es que ella lo invitó una tarde a tomar un café, y el muchacho salió rete contento. Otro día fue un café con piquete “del bueno”. Y el chavo salió más contento todavía. Y una noche que estaba tomando quién sabe qué con ella en su casa, que llega el marido Más bien lo fueron a dejar sus cuates; pero nomás lo pararon en la puerta de la vivienda, bien atrancado, tocaron el timbre y se fueron corriendo). 

La puerta se abrió, y el nini iba a salir dispuesto a correr los doscientos metros con obstáculos en menos de 10 segundos; pero la mujer lo cogió por lo que quedaba del cuello de la playera y le dijo: “Tú te quedas. De aquí vas a salir rico. Aunque sea por un día”. Y lo jaló pa’dentro. Yo me colé detrás de él, porque ya estaba intrigado; pero más intrigadas estaban las vecinas, que acercaron las orejas a la puerta y a las ventanas de la vivienda para escuchar. Pero lo único que oyeron fue un par de guamazos que – según ellas – le propinaba el del 37 a la vieja. Y todas empezaron a temer por su vida (algunas, más bien, por la del nini).

El nini salió a los 10 minutos, con una sonrisota que la boca no le alcanzaba a expresar completa, y se despidió de la vieja. Las vecinas sólo oyeron que la señora le decía “Gracias” con voz muy seductora, y él se subió a la azotea a gritar de gusto, pero como no estaba ninguno de sus cuates, se tuvo que callar.

Al día siguiente, la vieja del 37 fue a quejarse a la Delegación de que su marido la había golpeado; y cuando le pidieron pruebas, se abrió la mascada con que se tapaba la cara y les mostró un ojo morado y el labio floreado por un golpe. Así que esta vez le tuvieron que creer, y enseguida mandaron a un par de agentes a detener al marido, que todavía estaba durmiendo en su casa. Les costó mucho trabajo llevarlo a la Delegación, porque podía con ellos dos como si no fueran ni uno; y tuvieron que enviar la patrulla con todo y escudos antimotines para llevarlo preso.

El del 37 estaba encabritado porque le había dejado huellas de golpes a la mujer. ¡Con lo mucho que había practicado para dar golpes limpios! Pero no hubo manera de librarse del castigo que, esta vez, no le correspondía, porque quien dio los golpes a la vieja fue el nini; y a cambio de eso, que algún placer debe haberle proporcionado, porque se reía mucho, recibió cinco mil pesos como “gratificación” (Porque otra cosa, la señora dijo que no, que ella era muy decente). Pero el marido se pasó esa temporada en el gimnasio del penal, entrenándose. A ver cómo le va a la señora cuando regrese.

Y con eso empezamos el año. A ver qué más cosas pasan.

Te quiere

Cocatú

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