Querida Tora 1:
Fíjate que en el King’s el servicio está de lo peor y los empleados, cada día más groseros e ineficientes. Los de la vecindad van porque no tienen más remedio, ya que los baños siguen sin funcionar completamente, y para usar los del King’s tienen que consumir algo (no sé si te acuerdas, pero el referido King’s es del portero, aunque nadie en la vecindad lo sabe). El caso es que se empezó a gestar una gran agitación. Y, para acabarla de amolar, los empleados del King’s se declararon en huelga.
Ahora, los vecinos tienen que andar buscando fondas donde les dejen usar los baños. Y los más aventados se lanzaron a exigir al portero que ya se los arregle o que se atenga a las consecuencias. Y como el portero no estaba dispuesto a llegar a las “consecuencias”, decidió arreglar lo de la huelga. Para eso, mandó llamar al líder de los empleados. No a la vecindad, claro, porque todos se enterarían. Preguntó quién era el que había incitado la huelga, e hizo que lo citaran en un lugar alejado. Resultó que el líder era la cocinera principal; y los guaruras, ya de entrada, advirtieron al portero que ya había declarado que no aceptaría dinero para resolver el asunto.
Total, que el portero tuvo que cambiar de plan, y se fue a ver a la lideresa muy confiado en el resultado de su gestión. Te diré que en cuanto la vio hizo un gesto de disgusto y emitió una queja que más parecía el estertor de un moribundo. Porque la tal lideresa es una vieja gorda, con una nariz. descomunal llena de granitos, cacariza y con dientes negros y cariados que parecen de cocodrilo. Pero no le quedaba más remedio que “platicar” con ella. Al cabo de un rato, quedaron en verse el día siguiente, a las ocho de la noche, para cenar en un exclusivo restaurant de un hotel supra-recontra-internacional del Paseo de la Reforma.
En cuanto salió, el portero instruyó a sus guaruras para que bañaran a conciencia a la susodicha; que le lavaran y, si era necesario, le pintaran los dientes de blanco, que la maquillaran aunque fuera con albayalde, que le compraran un vestido decente y que quemaran los “jeans” y la playera con que se presentó a la “plática”. Los muchachos se las vieron duras para cumplir con todas las órdenes del amo, y al día siguiente la lideresa ya casi parecía una mujer. De todas formas, el portero hizo un gesto de asco cuando se presentó en el restaurant. Pero había que tragar camote, como se dice vulgarmente, y la sentó a una mesa situada en un rincón medio oscuro del local y la obsequió con una cena totalmente francesa, especialidad del restaurant. Déjame decirte que la vieja, como buena cocinera de “antojitos”, encontró que todo era malo y estaba mal cocinado; pero se lo comió sin dejar ni migajas.
Luego vino lo peor (para el portero): llevarla al cuarto que había reservado. Le tuvieron que ayudar dos guaruras, porque ella no podía ni tenerse en pie, y ya ni siquiera probó la champaña que había en la habitación, muy bien enfriada. Los guaruras tuvieron que desvestirla también porque al amo le daba asco tocar ese vestido tan manchado, y la dejaron en la cama, luciendo el esplendor de su abundancia de carnes. El portero volvió a tragar camote, y se le echó encima. Luego no supo lo que pasó, porque la botella de champaña (que no había que desperdiciar) se le subió a la cabeza. El caso es que despertaron el día siguiente, amodorrados y con los ojos rojos. Pero la vieja estaba feliz de verse allí, entre colores suaves y cortinas de muselina, con la luz del sol entrando a raudales por el ventanal. Lo malo fue que tuvo que bañarse. No quería, porque el día anterior ya se había bañado dos veces; pero el portero se puso firme, y le dijo que no bajarían a desayunar así como estaba, oliendo a alcohol regurgitado.
Durante el desayuno, no sé qué le dijo, pero ella lo escuchaba con los ojos brillantes y la boca abierta (y no sólo para comer). El caso es que cuando regresó al King’s, ya “arreglada” como acostumbraba, convenció a los empleados de levantar la huelga, a cambio de dos pesos de aumento a su salario diario, que era lo más que la delicada situación económica de la empresa permitía. También les dijo, aunque eso no constó en el acta que levantaron, que el que no aceptara se podía ir ese mismo día, sin liquidación ni carta de recomendación, para no entretenerlo. ¿Y qué crees? A los diez minutos, se reabrieron las puertas del King’s (y de sus baños, que ese día estaban saturados por la gran afluencia de clientes).
Por si te preguntas cómo supe todas estas cosas, te diré que me pegué a uno de los guaruras que llevó el portero a su expedición (me quiere mucho, y muchas veces carga conmigo), y lo presencié todo. Así que todo es cierto. No sé lo que tú pienses, pero a mi me parece que hay mucho de corrupción en todo esto.
Ah, me olvidaba. La lideresa quiso repetir la experiencia unos días después, con un nuevo emplazamiento a huelga. Pero ¿qué crees? El día anterior a la fecha señalada, le dijeron que “un amigo” quería hablar con ella en la esquina, y no se le ha vuelto a ver. No sabes cómo habla la gente del asunto, emitiendo teorías a cual más descabelladas. Pero yo creo que lo que pasó fue que el tal amigo la convenció de que se fuera a vivir con él, y como éste no la iba a obligar a bañarse (tampoco está acostumbrado), no quiso dejar pasar la oportunidad.
1 Contexto: Un alienígena arriba a la Ciudad de México y, convertido en gato, llega a vivir a una vecindad. Le escribe a Tora, quien lo espera en su planeta natal, sus impresiones sobre lo que ve en ese lugar. Su correspondencia tiene algo de crítica social y toques de humor
Bueno, te dejo. Pero sabe que te extraño, que tengo muchas ganas de volverte a ver.
Te quiere
Cocatú
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