CARTAS A TORA 202

Querida Tora: Llegaron unos vecinos nuevos al 18: papá, mamá y una hija. Lo particular es que esta hija tiene unos kilitos de más (no pasan de 50, pero se le notan bastante). La del 13 la...

13 de noviembre, 2020 CARTAS A TORA 304

Querida Tora:

Llegaron unos vecinos nuevos al 18: papá, mamá y una hija. Lo particular es que esta hija tiene unos kilitos de más (no pasan de 50, pero se le notan bastante). La del 13 la vio llegar y casi se echa en sus brazos; resulta que son compañeras en la escuela, aunque se conocen poco todavía. Se estuvieron platicando toda la tarde, y juraron  que iban a ser uña y mugre de ese día en adelante.

Y así fue… por unos días. Porque el jueves pasado llegó la del 13 con mala cara, a punto de llorar, y se encerró en su vivienda. La nueva llegó poco después y corrió a verla, pero ella no quiso recibirla. Ni al día siguiente, ni al otro, ni al otro. La verdad, a mí me intrigó el asunto, y me fui a merodear toda la tarde a la ventana del 13. Y así me enteré. Resulta que la nueva es muy, pero requete muy inteligente, y le ganó el primer lugar a la del 13, que se lo había sacado siempre, desde que estaba en kínder. Su mamá le dijo que esas son cosas que pasan, y que lo que debe hacer es estudiar más; pero la niña dice que estudia todo lo que puede, y se negó a esforzarse más. ¿Y qué crees? Se le derramó la bilis, y su cara adquirió un hermoso color amarillo. Hermoso para mí, porque para ella ha sido una tragedia; sobre todo porque esa tarde vino a verla el novio (el muchacho más guapo de la escuela, de la ciudad, ¡del mundo!, según pregona ella a los cuatro vientos); pero en cuanto la vio retrocedió horrorizado, diciendo que a él nunca le han gustado las chinas. La chica se puso morada del coraje, y ahora tiene un color que nadie sabe cuál es, así, entre café y negro con reflejos dorados; pero ella se siente la mujer más desgraciada del mundo.

Estuvo una semana llorando sin parar, que la madre tenía que entrar a cada rato a secar el piso; y, al fin, decidió vengarse. ¿Y sabes lo que se le ocurrió a la desgraciada? (ahora, “desgraciada” la empleo en otro sentido). Su recámara queda enfrente de la chica del 18, separada tan solo por un patio de luz, por lo que se le ocurrió tomarle fotos cuando estuviera desnuda y enviarlas a los compañeros de clase “para que vieran lo horrorosa que era en realidad”. Y le tomó como cuarenta fotos. Es que a veces no cabía la pobre en el objetivo, y la tenía que tomar por partes; y luego se dedicaba a pegarlas, procurando aumentar el volumen de la fotografiadita (como cariñosamente la llamaba). Cuando quedó satisfecha, se dispuso a enviarla; pero antes se puso a llorar, de alegría esta vez, por el daño que le iba a causar a la pobre (eso de “pobre” es comentario mío, no suyo).

A mí me dio mucho coraje, y me propuse evitarlo. Y estaba dispuesto hasta a tomar mi aspecto natural y asustarla o amenazarla o algo más drástico, aunque eso podría resultarme altamente perjudicial. Pero la idea me la dio la propia chica del 13, una vez que entró su mamá y se empapó los zapatos con sus lágrimas. Y aproveché el momento en que despotricaba contra la del 18 para entrar a su cuarto y acercarme al celular, que estaba sobre el buró; y ronroneando amistosamente, lengüeteando a la “enferma”, como le gusta llamarse, empujé el teléfono para que cayera al charco. Ni ella ni la madre se dieron cuenta sino hasta un rato después, cuando la chica se dispuso a enviar el testimonio del odio, como bauticé su odiosa empresa.

Otro berrinche, que hasta se le torció la boca, y la tuvieron  que llevar al hospital para que se la enderezaran. Que eso les costó lo que no tenían, y la madre se endrogó con el banco a tres años con intereses y recargos, y exhibición pública en caso de falta de pago (eso está prohibido, pero la señora se tragó el anzuelo). ¿Y crees que ni así consintió la niña en estudiar más? Lo que hizo fue amargarse para siempre y llenarse de rencor. Pero se lo tiene merecido, ¿no te parece? No es que me alegre; pero ese contratiempo, pues no es más que un  contratiempo en su vida, debió servirle para reaccionar y ser mejor. Y el novio, que fue lo que más le dolió, se ha hecho amigo de la gorda, y puede que algo más.

Una de las dos va a tener que mudarse a otra vecindad porque, si no, algo gordo va a ocurrir. Espero que sea la del 13 la que se vaya, porque la otra no tiene la culpa de nada.

Te quiere,

Cocatú

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