Entre las relaciones más tóxicas que he tenido en mi vida con algo destaca la ceremonia de la entrega de los premios Oscar; resulta peor aún que mi adicción al chocolate y que mi codependencia con la Ciudad de México y su frenético pero seductor caos.
El año pasado aseguré categóricamente que no volvería a ser partícipe de este fraude, pero como cada año, a un día del evento ya tenía palomeada completa la lista de películas nominadas y lista mi quiniela. Cierto es que nada me gusta más que el cine y que ir todas las semanas a ver la selección de las mejores películas nominadas a los festivales. Es un verdadero placer, con el plus este año de ir acompañada de el mejor acompañante que he tenido para ir al cine.
Y no es que no me haya gustado Anora. Es una gran película. Me encanta cuando se habla de gente común viviendo historias que pueden resultar comunes y predecibles y llevándolas al plano de lo espectacular en la narrativa. La película está extraordinariamente dirigida, tiene una edición impecable y dos actuaciones muy destacadas. Pero la verdad yo le hubiese dado el Oscar de actor de reparto antes que el de mejor actriz.
Lo sé, tal vez ya me hice al estilo de lo que tanto he criticado y ya soy una típica miembro de la Academia que siempre premia producciones grandilocuentes y monumentales, pero me supo a poco la entrega. Pienso incluso que premiaron a Anora porque por distintas razones sociales y políticas al final no le pudieron dar el premio a ninguna de las tres espectaculares películas que yo tenía en primer lugar de preferencia: El Brutalista, Un perfecto desconocido y Cónclave. Sin importar el orden, la verdad es que a cualquiera de estas tres les habría entregado mejor película, mejor dirección y mejor actor principal sin problema; tres películas extraordinarias sobre historias extraordinarias, personajes de relevancia mundial que quedarán en los anales de la historia por siempre y que han influido en muchos ámbitos del devenir mundial; musicalizadas, retratadas y actuadas con maestría, guiones impecables con frases e imágenes que permanecerán mi recuerdo para siempre, que tocaron lo más profundo de mi sentir y que me emocionaron aunque no precisamente fueran temas sobre los que tengo interés o empatía.
Al final el cine es eso, contar historias y tocar emociones.
Con todas las ridiculeces que siempre acompañan a la ceremonia, el desfile de increíbles vestidos, la predisposición que tenemos todos a lo que veremos, para mí hubo sorpresas. Me gustó mucho la actuación de Mikey Madison en Anora pero pensé que el premio sería para Demi Moore simplemente por trayectoria y construcción de un personaje tan complejo de representar, repitiéndose la historia sin querer o queriendo de la trama de la película, volteando reflectores y preferencias nuevamente hacia la frescura de la juventud.
En el tema de la película extranjera que no acabo de entender por qué no estuvo nominada Pedro Páramo y que sí me molesta bastante, a mí me gustó mucho más La Chica de la aguja en todos los sentidos, pero en fin, reconozco que Aún sigo aquí es una bellísima película también.
El tache enorme de la noche fue el premio a mejor canción que resultó ofensivo a la inteligencia y al buen gusto con Emilia Pérez: una canción insoportable habiendo una terna sobresaliente incluso comparándola con la de años anteriores. Con sus 13 nominaciones, Emilia Pérez me pareció interesante y un buen ejercicio cinematográfico, pero al final habla de todo y de nada y que quiere pero no llega a ser una buena película me refiere a la falta de seriedad que siempre acuso en la famosa Academia.
Para terminar, tengo una queja que me carcome el alma y es que hayan olvidado u omitido incluir a Alain Delon en el homenaje In Memoriam, Sylvia Pinal para los ofendidos pudo ser mencionada aunque no trabajó para Hollywood propiamente y después de este craso error estoy lista para perdonarme todas las equivocaciones propias de mi falta de atención y mencionar este caso cada que mis hijos me digan que todo se me olvida.
Este fue un año de películas polémicas con mensajes y denuncias importantísimas
Vayan siempre al cine físico. El cine enriquece, divierte, libera, alimenta el alma y la mente y además genera muchas muchísimas fuentes de empleo.
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