Los epidemiólogos deben haber sido engendrados por un mago y una experta en la bolsa de valores ya que tienen un trabajo difícil: la predicción. Desde hace 25 años han estado diciendo que estábamos próximos a una epidemia de proporciones gigantescas y miren lo que nos ha aparecido a finales de 2019.
Ciertamente no son magos ni venden boletos para la rifa de un avión, pero lo que realizan no es nada fácil: analizar la información y estudiar la dinámica de las epidemias en sus ambientes naturales. En varios de los artículos anteriores se ha explicado el brutal efecto que tienen los virus en las poblaciones humanas. Sin lugar a duda, las bacterias y los virus son nuestros enemigos principales.
Sin embargo, la verdadera historia nos reclama y nos invita a reconsiderar que los auténticos enemigos somos nosotros mismos a través de nuestros hábitos y cultura depredadora. Tengamos un poco de paciencia y consideremos que la gran mayoría de las enfermedades infecciosas tienen sus orígenes en algún animal salvaje a quien hemos desplazado de su hábitat con nuestros modales de vida licenciosa y disruptiva.
¿Acaso no hemos aumentado considerablemente el número de vuelos hacia países que antes no habíamos visitado? ¿No hemos contribuido a llevar el progreso y la explotación de recursos a lugares extraños y salvajes? ¿No hemos influido en el cambio climático con nuestros abusos en el uso de combustibles? ¿No hemos seguido contaminando nuestro medio ambiente con moléculas recalcitrantes? ¿No hemos invadido los hábitats y modificado los nichos de muchas especies de plantas y animales?
Recordemos que el Ébola, el SARS y otros virus se incuban en los murciélagos, el HIV en los monos, el H5N1 en las aves exóticas, etc. por decir algo; nosotros hemos removido y alterado los hábitats y luego nos quejamos. Un ejemplo importante, ¿alguien se ha preguntado por el nombre científico del coronavirus que aún nos sigue atacando? Todos sabemos que es el SARS CoV-2, pero entonces ¿dónde quedó el CoV-1? Éste apareció en China en 2003 y rápidamente causó 775 decesos, luego se expandió como el fuego a otros 37 países. Posteriormente, casi no supimos de él, simplemente desapareció; sin embargo los virólogos que trabajan en el Global Viral no lo olvidaron y nos lo han recordado todo el tiempo. La historia, la verdadera, no miente: recibimos una advertencia y la ignoramos… Aún estamos pagando las consecuencias. Además, apenas estamos empezando a entender que los enemigos somos nosotros, pero no existe la seguridad de que hayamos aprendido la lección. Nuestro afán es tan soberbio que todavía pensamos que descubrimos al virus, cuando en realidad el virus nos descubrió a nosotros al andar cazando y comiendo los murciélagos.
La segunda parte de esta pesadilla se plantea con la incógnita: es ésta la pandemia que los virólogos del Global Viral se estaban refiriendo o es el anuncio de que vienen otras cepas patógenas ante las cuales no tenemos la más mínima oportunidad. Nadie lo sabe, ni siquiera las dos lumbreras mexicanas que han contribuido con el surgimiento de un nuevo plan de estudios que trata acerca de la epidemiología política; están por publicar otro libro.
La triste realidad es que este coronavirus ha causado grandes desgracias a la población mundial, las cuales han resultado extremas por la misma naturaleza de la pandemia y porque nadie estaba preparado con lo mínimo necesario para enfrentarla, simplemente, nos arrolló en toda la extensión de la palabra. Además de las enormes pérdidas económicas, la atmósfera cargada de dolor y el vacío de nuestros deudos todavía queda pendiente la incertidumbre y la desconfianza de nuestra respuesta ante una nueva pandemia. Nuestro desafío es mucho mayor porque hemos tenido una pésima e infumable respuesta de nuestras autoridades que se han dedicado a ponderar y exacerbar sus sueños políticos y han dejado atrás las actividades y cuidados básicos de la salud pública. Su descuido y negligencia han sido tan criminales que gran parte de la población está sumida en la confusión acerca de los cuidados básicos elementales como la vacunación y el uso del cubrebocas. No es exagerado afirmar que una gran mayoría de la ciudadanía necesita una buena dosis de confianza y un liderazgo positivo que impulse un esfuerzo común y una energía que nos aligere la tragedia.
En marzo y abril de 2020 cuando la pandemia estaba llegando a Inglaterra y el caos y la desolación eran la escena común en las principales ciudades, los epidemiólogos, especialistas en salud pública y virólogos británicos enviaron a sus representantes a una sesión extraordinaria del Parlamento donde entregaron sendos documentos y esperaron la respuesta. La petición de los científicos era muy simple: reclamaban su participación en la toma de decisiones y exigían fungir como la autoridad sanitaria del país mientras durara la pandemia. Todo les fue concedido casi de inmediato: la autoridad, el financiamiento, las comunicaciones y los locales para establecerse. Rápidamente se formaron los grupos de trabajo y se establecieron los liderazgos, desde entonces todos trabajan para la misma causa con gran éxito, inclusive produjeron su propia vacuna.
Nosotros no podemos aspirar a esos niveles de organización y solidaridad, pero por lo menos considero que sería muy positivo el tratar de emularlos y actuar con la confianza y el carácter que hemos mostrado en otras ocasiones difíciles. Ignoramos si tendremos otra pandemia, no sabemos si continuaremos con esta abominable administración circense o vendrán otros herederos que pudieran ser peores. Existen muchas cosas que son desconocidas y que no tenemos manera de predecirlas, por eso es tan importante que empecemos desde ahora a prepararnos para enfrentar otras pandemias en circunstancias mejores. Se sugieren las siguientes actividades para empezar:
Personal
En la actualidad contamos con toda clase de personal profesional y de apoyo con la capacidad técnica y la experiencia necesaria para resolver cualquier situación. Tal vez sería adecuado y prudente reactivar algunos cursos/ejercicios de organización, responsabilidades y cadenas de mando.
Estrategia
Organizar grupos de trabajo profesional estableciendo una Junta Central con Directores que atiendan los siguientes Programas:
- Pruebas de diagnóstico, análisis clínicos y vacunaciones. Incluye la expedición de certificados únicos y la documentación digital.
- Clínicas y hospitales (ingreso y tratamiento de pacientes). Vacunación a domicilio.
- Existencias de medicinas, utensilios, equipo. Logística y mantenimiento.
- Uniformes, desinfección y esterilización. Disponibilidad y existencias.
- Defunciones. Logística y documentación.
- Sistema Digital Nacional
- Auditores administrativos (compra/venta/almacén, transporte, etc.)
- Estadística/Documentación. (existen Actuarios y Técnicos Especialistas en Estadística). Nivel profesional, no mercenarios.
Activar a la población en la elaboración de censos (cuadra, manzana, etc.), establecimiento de auxilio para ancianos, minusválidos, incapacitados, etc. (ropa, comida, comunicaciones, transporte, etc.).
Comunicaciones
- Entrenar/instruir voceros autorizados, no mercenarios (lenguaje simple y directo, mensajes simples y cortos, etc) para la radio y la TV. Evitar lenguajes y situaciones confusas como las que hemos tenido en las estaciones de radio y TV, mostrar tablas y gráficas con números y letras visibles.
- Mantener listas de clínicas y hospitales, acceso a listas de internos en la internet
- Teléfono y websites abiertos para el público.
Existen otras muchas sugerencias que otros especialistas pueden presentar o sugerir en forma más adecuada. El propósito de este ejercicio es mostrar que la comunidad es capaz de intervenir y resolver muchos incidentes en forma práctica y objetiva, el sentirse partícipe de un esfuerzo común que se convierte en el éxito de una comunidad. Eso es lo que necesitaremos para enfrentar la próxima desgracia, llámese pandemia o epidemiología política.
Confía solo en los que te hablen con la verdad.
Contacto: octopus_[email protected]
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