Vivimos en la era digital que, a partir de los acelerados avances tecnológicos, se encuentra en constante transformación y construcción. Las redes sociales son un reflejo de este proceso que ha revolucionado las formas conocidas de convivencia, a través de nuevas plataformas, como herramientas de comunicación social en sitios de la web y dispositivos móviles.
En esta evolución disruptiva se ha generado un rompimiento de las formas tradicionales de entablar relaciones sociales, de trabajo, de negocio e informativas que en principio han resultado ser útiles, pero parecen haber llegado a un punto de inflexión a partir de los cambios que han generado -que van desde el nivel sociocultural, hasta el financiero-, y que está marcando nuevos caminos. Las redes sociales como las conocemos actualmente, van de salida.
Es manifiesto que las principales redes (Twitter, Facebook, TikTok e Instagram) enfrentan retos que deben superar para, como “medios” que son, agregar valor en las interrelaciones de sus usuarios. Twitter es hoy el caso más representativo.
“Tengan en cuenta que Twitter hará un montón de cosas tontas en los próximos meses. Dejaremos lo que funciona y cambiaremos lo que no”. Es la reciente advertencia de Musk, quien, a partir de haberla adquirido el mes pasado, tiene el “control” de la empresa. Como lo dijimos en un artículo anterior, el Twitter que usábamos y que conocíamos sus más de 250 millones de usuarios a nivel mundial, ya murió. Se reconvertirá. Y en ese proceso, habrá consecuencias.
Los cambios apresurados de Musk en Twitter están afectando no solo a sus empleados, sino a todas las personas relacionadas (stakeholders). El más reciente “daño colateral” fue el desplome de la farmacéutica Eli Lilly que cayó más de 4% en la Bolsa de Nueva York el viernes pasado tras presuntamente anunciar que “la insulina será gratuita”.
Solo que no era Eli Lilly, sino una cuenta impostora verificada con la marca azul que ahora otorga Twitter a cualquiera, con el pago de 8 dólares (sin filtros adecuados). La pérdida de valor de mercado para Eli Lilly se calcula en 14 mil millones de dólares en un solo día. Para solventarlo, el magnate decidió que se agregará la advertencia de “parodia” a las cuentas impostoras verificadas, por absurdo que parezca.
Musk señaló que no descarta la quiebra de Twitter por la pérdida de 4 millones de dólares diarios, por la salida de anunciantes (en espera de las nuevas políticas de contención de contenidos), y por el mal manejo anterior de la empresa. Con la compra apalancada, él añadió una carga de 13 mil millones de dólares de deuda, donde no hay flujo de caja para pagar los intereses de mil millones de dólares anuales.
Redes sociales como “social media” ¿llegando a su fin?
En un muy interesante artículo en la Revista The Atlantic, titulado “La era de las redes sociales como ‘social media’ está terminando”, Ian Bogost (académico y afamado diseñador de videojuegos) señala que para “social media” el “tiempo se acabó”, ya que nunca ha sido más plausible que su era está terminando, y que será pronto.
Dice que “Facebook (FB) está en declive, y Twitter es un caos”. Su posible caída, y la de otras redes, pudiera estar anticipando el fin de “social media” que, según él, “nunca representaron una forma natural de jugar, trabajar y socializar, aunque se convirtieron en nuestra segunda naturaleza”. Su práctica evolucionó a través de una “mutación rara” en nuestros hábitos, tan sutil, que no nos dimos cuenta de cómo sucedió.
Su tesis gira alrededor de un análisis que vale la pena destacar (las siguientes son ideas de Bogost):
1) El cambio empezó hace 20 años, cuando a partir del uso de computadoras empezamos a recopilar “amigos”. Sin darnos cuenta, con las distintas plataformas que fueron surgiendo (antes de FB, por ejemplo, Friendster, MySpace y LinkedIn en la web 2.0) fuimos construyendo “redes” que de pronto nos convirtieron en una especie de celebridades, para proyectar la imagen de nosotros mismos y nuestras vidas, casi sin límites. Así surgió el término de “redes sociales”, que hoy usamos con ambigüedad.
2) En su origen, estas “redes” se enfocaban en conectar personas, y no en la publicación de contenidos. Su fin era el “networking”, es decir, construir o profundizar relaciones a través de “redes sociales”, creadas inicialmente a partir de gente conocida. Luego se convirtió en “social media” en 2009, con Instagram. Empezó el auge de la publicación de contenidos no solo a contactos conocidos sino al público en general.
3) Así, “social media” nos convirtió a todos en locutores (al menos aspiracionales). Sus resultados han sido desastrosos, aunque placenteros y muy rentables (la peor combinación).
4) “Red social” y “social media” se usan indistintamente pero no debe ser así. Las “redes sociales” son sistemas inactivos de recopilado de relaciones. “Social media” es un sistema activo (hiperactivo), de expulsión de contenidos constante, sin el fin principal de entablar relaciones. La visión de Zuckerberg en FB era “conectar a las personas en el mundo”, hasta que se convirtió en un medio de distribución de contenidos.
5) La toxicidad de “social media” nos ha hecho olvidar la magia inicial que tuvo conectarnos o reconectarnos con nuestros conocidos para entablar relaciones sociales con FB, hasta relaciones de trabajo y de negocios (LinkedIn).
6) Twitter, creado en 2006, es quizás la primera “social media” con el objetivo de hablar con cualquiera, como un “chat” abierto a todos. Quizás por eso se llenó de periodistas, y después, por su simplismo, de quien fuera que en pocas líneas pudiera transmitir cualquier ocurrencia (a diferencia de otros medios más elaborados como YouTube). Twitter es para crear y consumir contenido, por lo que sea, por quien sea y para lo que sea.
7) Instagram, Whatsapp, Reddit, Snapchat y TikTok pasaron de la era de la construcción de “redes” donde las conexiones entre contactos conocidos eran esencial para determinar la creación y consumo de contenidos, a llegar a “social media” donde la más mínima conexión entre contactos permite el flujo de contenidos.
“Social media” como negocio: oportunidades y calamidades
Ian Bogost señala que para las redes sociales el convertirse en “social media” les significó un auge donde hubo un crecimiento exponencial de usuarios de todo tipo para difundir sus contenidos y publicitarse, y se integraron anunciantes y comercializadores, convirtiéndolas en grandes negocios. Se creó una “economía de redes sociales” y la “economía de los influencers”, como canales de distribución mercadológica.
Y con ello, vino el consiguiente desastre. Entre más estridente e inflamatorio el contenido, se volvió más atrayente en términos comerciales. Demasiado tarde para darse cuenta que lo más polarizador, ofensivo o de plano fraudulento en sentido informativo, es lo que más vende y tiene una distribución más fluida.
La adicción a las redes y la obsesión por exhibirse, ha añadido leña al fuego. En “social media” todos creen que se merecen una audiencia. En opinión de Bogost, esta es una idea terrible.
En este punto añado lo que alguna vez Umberto Eco duramente sostuvo: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad y eran silenciados rápidamente (…) ahora cualquiera tiene derecho (…) es la invasión de los idiotas”.
¿Qué sigue?
Para Bogost, una posible caída de Twitter podría marcar el camino de la necesaria reconversión de “social media”, por difícil que sea porque estamos acostumbrados a este mal hábito (como lo fue dejar de fumar de manera masiva en el siglo XX). Para él, debería quedar el cimiento de las redes sociales iniciales y a partir de ahí reconstruir algo mejor.
En mi opinión, “social media” es actualmente un motor desgastado como medio facilitador de la convivencia social y como negocio. Las redes sociales son parte de la era digital y tecnológica, y como tal, están en constante transformación. Sería pertinente que las autoridades emitieran una regulación clara e integral para que el proceso sea ordenado y transparente. De otra manera, como estamos viéndolo, será un camino tortuoso.
En esta era digital hay mucho que ver y esperar sobre el futuro de la creación de contenidos, de las relaciones sociales y de trabajo, los tipos de empleos, del dinero y de lo financiero. Esto apenas está empezando, y el camino hacia adelante en “redes sociales” será disruptivo y estará lejos de ser terso (quizás hasta incluya la Web 3.0 y blockchain).
Será decisión de cada uno de nosotros cómo decidamos interactuar con estas herramientas y hasta dónde permitamos que invadan nuestra esfera individual para crear relaciones de valor en lo social, laboral y de negocios: cuestión de enfoque personal.
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