Es asombroso cómo el Homo sapiens de repente se vuelve inteligente, se da cuenta de sus errores pasados, de lo que no alcanzó a comprender y más tarde lo manipula y rectifica reactivando un asunto que tuvo lugar hace aproximadamente 25-35 años atrás. Me refiero al uso de las drogas alucinógenas extraídas de los hongos que se pusieron de moda en todo el mundo en los 60. Era la época de lo psicodélico, de lo colorido, de los llamados viajes alucinantes que narrados en inglés o francés sonaban más intelectuales, más cultos y de mayor categoría. El turismo aficionado a la búsqueda existencial se incrementó muchísimo, los chamanes, maestros, curanderos y personas que realizaban las ceremonias y ritos religiosos en muchos poblados mexicanos tuvieron mucha competencia por imitadores burdos que organizaban ceremonias pseudorreligiosas que al final conducían a la ingesta de los hongos. Los asistentes a estas ceremonias eran en su gran mayoría extranjeros que venían de todo el mundo y pagaban altos precios por encontrar su propio yo, por liberarse de sus adicciones, por adquirir una nueva perspectiva en su vida, por curarse de su depresiva ansiedad; etc. Lo más asombroso de todo es que la gran mayoría lograban sus propósitos. México y los mexicanos éramos su gran alivio, eran otros tiempos.
En el extranjero se hablaban maravillas especialmente en los Estados Unidos, al grado que muchos psicólogos y psiquiatras recomendaban u organizaban sus sesiones complementarias con la ingesta de los hongos.
El programa era sumamente atractivo, se les hablaba de los usos y costumbres del ambiente rural mexicano, se les describían las actividades de la colecta y el ritual apropiado para cada tipo de hongo, de tal manera que cuando llegaban ya tenían una buena inmersión cultural del lugar seleccionado para la colecta. Los ayudantes de los maestros organizaban y explicaban los detalles a los colectores y el líder explicaba la forma, color, textura y otros detalles de cada uno de los hongos. Después el maestro bendecía o hacia un ritual para purificar los hongos los cuales reservaban en algún lugar especial. La ceremonia principal se iniciaba en la tarde noche y siempre era dirigida por el maestro, quien también cortaba pequeños pedazos del hongo, los cuales depositaba en una honda vasija adornada con un altar de flores. Mientras esto sucedía el maestro invocaba los buenos espíritus para todos los asistentes y los conminaba a comer los pequeños pedazos del hongo; al final, entre todos agradecían su participación y se retiraban a sus respectivos claustros. Era una buena experiencia para todos, aun para los más renuentes e incrédulos.
En esa época yo no estaba interesado por estas experiencias, mucho menos por los aspectos esotéricos de las ceremonias. Mi interés empezó a manifestarse cuando leí los relatos psicodélicos de algunos individuos que habían probado los hongos. La gran mayoría relataban que se habían sentido muy bien, que se habían dado cuenta de su actitud tan materialista y que habían ganado una experiencia cargada de positivismo y de solidaridad con los demás y que estaban dispuestos a compartir con sus compañeros de trabajo a su regreso.
Todo iba excelente, muchas personas importantes y algunas celebridades querían participar en este magno evento entre estos nos visitó Timothy Leary, un profesor universitario de gran fama que se dedicaba entre otras cosas al efecto alucinógeno. Ahí empezó la debacle.
Siendo un reconocido psicólogo, es muy posible que el Dr. Leary haya estado involucrado en los estudios acerca de las drogas alucinógenas en la conducta humana, psilocibina y LSD. Al parecer, parte de sus actividades estaban muy relacionadas con experimentos financiados por la CIA, donde surgió un escandaloso accidente que fue suficiente para que las altas autoridades dieran por terminado el proyecto. Los dos alucinógenos fueron considerados demasiado tóxicos y difíciles de manejar y fueron prohibidos y condenados al olvido.
Como era de esperarse esa decisión oficial no fue acatada por algunos civiles quienes pudieron discernir que el LSD era el metabolito causante de tantas irregularidades experimentales y que por el contrario la psilocibina, aunque alucinógena tenía efectos menos drásticos en la conducta humana.
Pasaron los años y las virtudes de la psilocibina se fueron consolidando, al grado que alguien decidió sintetizarla y comercializarla subrepticiamente, ya saben… cuestión de negocios. Seguramente estos emprendedores traficantes ignoraron las propiedades del producto y los efectos fueron muy diferentes a los esperados.
La psilocibina, al igual que otros metabolitos que alteran la conducta humana, no se pueden administrar como cualquier píldora para el dolor. Los cerebros y sistemas nerviosos humanos reaccionan diferente, no es posible obtener los mismos efectos. Además, este neurotransmisor que se produce en 200 especies fúngicas diferentes varía según las condiciones de crecimiento, (nutrición, oxígeno, condiciones controladas) y por lo tanto sus efectos son diferentes.
Estudios posteriores han demostrado que su estructura molecular es muy similar a la de la serotonina (otro neurotransmisor) que es una molécula maestra que controla nuestra conducta, el apetito (sexual y asexual), la depresión, la ansiedad, la motivación; en fin… fue considerada una cura milagrosa contra todos los males y dificultades de la vida moderna.1
Todavía hay más: no es tóxica, no es adictiva, inspira sentimientos de interconexión, misticismo y trascendencia del tiempo, termina con tus adicciones, para algunos, cambia la percepción de la vida. Todas estas ventajas son eminentemente personales; lo que aplica para uno no necesariamente aplica para otro.
Como dicen los psicólogos y los cantineros, todo es en su justa proporción. No tengo experiencia ni con esta ni con otras drogas, por lo tanto, no puedo sugerir ni aconsejar nada.
Si acaso recordar que estos neurotransmisores actúan directamente con nuestro cerebro que es un órgano altamente sensible que no cualquiera puede reparar.
Hoy en día, la psilocibina es la molécula mágica que tiene el potencial para rescatar al individuo de los avatares de la vida moderna, los resultados en diferentes modelos experimentales son muy positivos, no crea adicciones y las compañías farmacéuticas están haciendo trámites para obtener los permisos oficiales para realizar pruebas piloto y proceder con la autorización.
Recuerda: Camina…No Corras.!!!
REFERENCIAS.
1 Anónimo. Let magic into the daylight. The Economist. June 8th, 2019.
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