Las historias increíbles suelen advertirse al público para aliviar el impacto emocional o la sorprendente verdad de lo que van a presenciar. Esta es una de esas historias asombrosas donde el espectador ya fue participante pero nunca se dio cuenta de ello ni nadie se lo hizo saber. Obviamente, todo ha sido una formidable realidad que empezó hace mucho tiempo y que aún se repite día con día.
Cada vez que un ser humano nace tiene que descender por el canal vaginal para poder ver las primeras luces. El trayecto es arduo y a veces difícil, lleno de riesgos. Durante el descenso, el rostro del pequeño se impregna de una sustancia viscosa y pegajosa que de inmediato es aspirada por la nariz y la boca para después pasar al canal digestivo hasta llegar a los intestinos. Esta densa sustancia es en realidad una mezcla de cultivos bacterianos del género Lactobacillus que la madre produce en su mucosa vaginal antes del alumbramiento. Las bacterias, una vez establecidas en el intestino del recién nacido se reproducen activamente produciendo diversas enzimas digestivas.
Al poco tiempo, el pequeño tiene hambre y en forma natural se empieza a saciar con la leche materna rica en azúcares, donde predomina la lactosa. La acción enzimática de los Lactobacillus es fragmentar la molécula de lactosa en azúcares más simples que son rápidamente incorporados al metabolismo del pequeño y así este obtiene la energía contenida en el alimento.
Durante el crecimiento, el intestino del pequeño sigue desarrollando diversas biomasas bacterianas con poderosas acciones enzimáticas capaces de degradar las proteínas, grasas y otros carbohidratos contenidos en la dieta alimenticia. De tal manera que el pequeño cada vez está más capacitado para digerir un número variado de alimentos ya que ha desarrollado una serie de diversas biomasas bacterianas que le auxilian en las funciones específicas en cada uno de sus órganos. Todos estos cultivos bacterianos viven en perfecto equilibrio en su cuerpo y producen substancias que el cuerpo del pequeño no es capaz de sintetizar, tales como las vitaminas del complejo B, algunos agregados moleculares de importancia inmunológica y lo más importante, actúan como una eficiente defensa contra los variados microorganismos patógenos que tratan de invadirlo. Fuera de su cuerpo, también se encuentran cientos de diferentes tipos microbianos que lo protegen de las heridas y accidentes que pudiera sufrir. De tal manera que, en un momento determinado, él está conviviendo con millones de microorganismos desde el día en que nació, lo más inverosímil es que dichos cultivos no lo abandonaran hasta el día de su muerte. Es muy difícil puntualizar el número y el tipo de microorganismos que viven con él en esa relación de equilibrio casi perfecta.
Todos los microorganismos que conviven con él son seres vivos dotados de ácidos nucleicos que realizan sus propias actividades fisiológicas, al igual que nosotros; de tal manera que no hay nada extraño, todo es natural.
El microbioma es la gran variedad de genomas de todos esos microorganismos que en forma natural conviven dentro y fuera de un individuo. De manera automática, nosotros contenemos los ácidos nucleicos de todos esos microorganismos, donde cada especie bacteriana de todo ese universo se denomina microbiota.
Después, cada individuo va desarrollando su dieta al crecer, de tal manera que su microbiota se modificara dependiendo del tipo de alimentos de mayor consumo. Así, una persona vegetariana desarrollara una alta concentración de bacterias sacarolíticas en comparación con las bacterias degradadoras de proteínas.
La gran mayoría de estas bacterias realizan sus funciones en los intestinos delgado y grueso, en el primero se realizan las funciones de degradación y absorción de los nutrientes que en forma molecular terminan disueltos al torrente circulatorio que irriga todos nuestros órganos. En el intestino grueso se efectúa otra digestión de nutrientes más difíciles y la biosíntesis de una gama de agentes neurotransmisores que se disuelven en la sangre y emigrarán hacia el cerebro, principalmente.
Es importante considerar que cada individuo va a determinar una gran diferencia en sus hábitos personales y su conducta, dependiendo de su dotación genética, su ingestión de alimentos favoritos y su microflora intestinal. El concepto del microbioma es relativamente nuevo, se inicio en 2001 a través del proyecto PMH (Proyecto del Microbioma Humano) que involucró a más de 80 laboratorios en diferentes partes del mundo, coordinados por el National Institute of Health que resolvieron dilucidar esta serie de incógnitas tan interesantes.
Aunque ya existían sospechas acerca de todas estas peculiaridades, no había evidencias suficientes para confirmar una estrecha relación entre los hábitos alimenticios y el carácter y la personalidad de los individuos. El estudio del microbioma es un campo nuevo dentro de la investigación científica y abarca muchos temas muy interesantes, como la conducta humana, la psicología, la respuesta inmunológica, la promoción de nuevos tratamientos y estrategias para solucionar enfermedades o disfunciones difíciles como el Alzheimer, la esclerosis múltiple, el Parkinson y muchos otros males que aquejan a pacientes en todo el mundo. La medicina del futuro tendrá que tratar al paciente en forma individual, tomando en cuenta sus características y condiciones personales para obtener mejores resultados
Mientras tanto, recientes hallazgos en gastroenterología y biología molecular han empezado a esclarecer que existe una estrechísima relación entre el microbioma y las funciones cerebrales de los individuos, en cuanto a la conducta, la respuesta inmunológica, la obesidad, etc.
Desafortunadamente, hemos estado acostumbrados a pensar que nuestra genética y el medio ambiente son los factores fundamentales de nuestra conducta y tal vez eso sea suficiente, por ahora; sin embargo, nuestros cuerpos están sujetos a miles de reacciones químicas, bioeléctricas y magnéticas que ocurren a diario en lapsos determinados que todavía no están entendidas en forma satisfactoria. Esta situación induce a pensar: ¿dónde y cómo surgen nuestras respuestas que manifestamos al exterior? ¿Existen otras posibilidades para el tratamiento de enfermedades y/o disfunciones basadas en las propiedades y características de los microbiomas?
Las preguntas son ambiciosas y abren las posibilidades de explorar algunas alternativas que atenderemos en el próximo artículo.
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