La política de salud de “distanciamiento social”, implementada a nivel global para prevenir la propagación del COVID-19, y que fuera bautizada por el Gobierno de México como “Sana Distancia”, concluyó para algunos el 30 de mayo. Para la gran parte de la población continúa; lo cierto es que a más de tres meses ha sido poco efectiva, principalmente porque desde los primeros contagios, las autoridades sanitarias federales implementaron una cuarentena tardía; no realizaron pruebas masivas para detectar el virus en la población asintomática; no decretó el uso obligatorio del cubrebocas. El abasto de medicamentos, insumos y equipamiento médico de calidad ha sido insuficiente; la información proporcionada ha sido heterogénea y confusa, restándole certeza, claridad, veracidad y credibilidad.
Estos desaciertos, conjuntamente con la politización de la pandemia le han costado vidas a nuestro país, causando miedo e incertidumbre social. Al respecto, diversos medios de comunicación difundieron los datos proporcionados por Our World in Data que realiza la Universidad de Oxford y el mapa consolidado de la Universidad Johns Hopkins, en ambos casos se señala a México con una tasa de letalidad de 11.94%, por arriba de España 11.87%, Estados Unidos 5.44%, Japón 5.29%, Perú 3.1% y Chile 1.6%. Cabe mencionar, que la tasa de letalidad a nivel mundial es de 5.3 %.
Las anteriores cifras coinciden y se complementan con lo mencionado recientemente por la Organización Mundial de la Salud donde confirma la letalidad del COVID-19 en México con un 11.9% solo por detrás de Italia 14.5% y Reino Unido 14%, ocupando el tercer lugar mundial en este rubro. En cuanto a la tasa de mortalidad a nivel mundial, en los últimos días llegó a más de 470 mil muertes, mientras en México alcanzó casi los 23 mil fallecimientos, cifra que se duplicó tan solo en las últimas tres semanas con la entrada de la llamada “nueva normalidad”, situándolo como el segundo país de América Latina con mayor mortandad a causa del virus SARS-CoV-2.
Ante el crítico escenario sanitario que enfrenta México, se suma el “otro distanciamiento social” o la “mala distancia” provocada por decisiones sin contenido social, estrategias económicas deficientes, posturas autoritarias y populistas que están ocasionando el aumento de pobreza en la población, alejando aún más a México del bienestar y la justicia social.
En este sentido, el “otro distanciamiento social” o la “mala distancia” aumenta la posibilidad de enfermedades sociales como el desempleo, la inseguridad y la desigualdad, rubros que tenían inestabilidad en sexenios pasados, pero, que han empeorado en los 18 meses del actual gobierno federal, generando un México anémico y con futuro incierto.
La CEPAL y la FAO proyectan que al finalizar el año 2020 habría en “América Latina alrededor de 83.4 millones de pobres, mientras en México estima 21.7 millones”. Es decir, si tomamos estas cifras como referencias, nuestro país concentraría el 26% de la pobreza total de Latinoamérica; ahora bien, México tiene alrededor de 55 millones de población económicamente activa y si llegará a tener el número de pobres que se indica (21.7) y que la causa fuera la falta de empleo, equivaldría al 39.45%, es decir, casi 4 de cada 10 de mexicanas y mexicanos tendrían rasgos de pobreza al concluir en presente año.
Al respecto, el CONEVAL señala que podría incrementarse la pobreza por ingresos entre 7.2% y 7.9%, afectando directamente a la población en situación de pobreza extrema por ingresos entre 6.1 y 10.7 millones de personas al finalizar 2020, esto ocasionado por la falta de crecimiento del PIB, por el desempleo formal y el aumento del empleo informal.
El desempleo vino a la baja durante 2019 y se recrudeció durante el primer trimestre de 2020, alcanzando los 2 millones de personas sin empleo. Cabe señalar que esta medición realizada por el INEGI fue realizada con datos previos al confinamiento por el COVID-19. El CONEVAL alertó que la pobreza laboral se estima un aumento de 37.3% a 45.8% en el segundo trimestre del 2020.
Por su parte, el INEGI en la Primera Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) abril de 2020, indica que 12 millones de personas económicamente activas perdieron su trabajo por la cuarentena, los cuales, no tienen percepción de ingresos y no hay certeza si mantendrán el vínculo laboral al terminar la emergencia sanitaria de COVID-19.
El Banco de México ha mencionado que la tasa de desempleo podría superar el 10.7% al cerrar 2020. El mismo organismo autónomo en su extracto de informe trimestral “Empleo Formal ante la Pandemia de COVID-19” refirió que los más de 10 millones de empleos registrados ante el IMSS tienen alto grado de vulnerabilidad por la actual situación sanitaria, es decir, el 50.2% de los empleos formales.
El PIB conforme a lo reportado en cuatro trimestres de 2019 no tuvo mejoría, lo que impactó en el primer trimestre de 2020, con base en los datos proporcionados por el INEGI fue de -1.6%; al respecto, el Fondo Monetario Internacional proyecta un 6.6% la caída del PIB en México durante 2020; si se diera este escenario llevaría a México a ser el tercer país en América Latina con mayor recesión económica, solo por detrás de Belice y Venezuela. Esto ha impactado en las estimaciones del Banco de Inversión JP Morgan que recientemente ajustó la caída del PIB a -10.5% en 2020.
En el rubro de inseguridad cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, señalan más de 53 mil muertes dolosas en los 18 meses del actual gobierno federal; un promedio de 98 homicidios por día; cabe señalar, que el INEGI refirió que el 73.4% de la población de 18 años y más considera que vivir en su ciudad es inseguro.
Consideraciones
El Gobierno de México debe atender el “otro distanciamiento social” o la “mala distancia” que es la otra pandemia para México, la cual, significa pobreza, desempleos, desigualdad, inseguridad, falta de crecimiento económico (PIB) y fuga de inversiones que separan del progreso a millones de mexicanas y mexicanos.
En este sentido, el “otro distanciamiento social” o la “mala distancia” profundizan la brecha de la desigualdad que se extiende en la población al grado de crear una discriminación por falta de seguridad, certeza jurídica y de oportunidades, lo cual, vulnera los principios básicos de bienestar y justicia social. En este sentido, también se debe evitar la desigualdad y la discriminación discursiva que conjuntamente con la económica fortalecen el resentimiento social y evitan el progreso, la solidaridad, y la unidad nacional que México necesita.
Por ello, el “otro distanciamiento social” o la “mala distancia” debe ser atendida por una estrategia de consenso y no de soberbia; una estrategia incluyente y no excluyente; una estrategia que fortalezca la igualdad y no la desigualdad; una estrategia que construya solidaridad y no resentimiento social; una estrategia federalista en lugar de una centralista y autoritaria.
Esto permitirá encauzar la política social y económica de México, donde se privilegie el empleo, la seguridad, la igualdad, las inversiones, la eficiencia, el respeto, la tolerancia y el pluralismo para enfrentar la crisis social que nos agobia.
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