@cesarbc70
Yo esperaba que esta semana estuviéramos ya todos en paz, serenos, tomándonos las cosas con calma, confinados los más; que pudiera escribir sobre las maravillas que me he encontrado en mis lecturas, que a mis casi cincuenta años apenas he descubierto a Sergio Pitol y que me apena tanto no haber disfrutado de unas letras tan magníficas antes. Me habría gustado apuntar cómo la sociedad va caminando en nuevas formas de organización y dando resultados, o cómo los proveedores de insumos básicos son apoyados por los consumidores, o cómo quienes ofrecemos opciones educativas en la red difundimos a quienes prestan servicios de manera recíproca. Y en esas me encontraba, casi optimista a punto de entusiasmo, cuando un locutor de televisión me viene a aguar la nota y a arruinar la tarde y la semana.
El señor Alatorre expone que no hay que hacer caso de las autoridades sanitarias. Así nomás, de sus tripas para afuera. Yo me acuerdo que hacer periodismo era, o sigue siendo, salir a buscar la nota, buscar las fuentes, contrastarlas, dar con el filón de la verdad y exponerlo a cualquier costo, pero no es periodismo leer la tarjetita frente a la cámara de la televisión, eso se llama –y es un trabajo muy digno y hay quien lo hace magníficamente bien– conducir un programa de televisión. “Piensa mal y acertarás” decían las abuelas y no sé qué se trae entre manos este personaje, pero si no lo pensó, cosas así son las que destruyen y no convienen, las que no aportan ni a la libertad de expresión ni a la solución de los problemas, que no hacen democracia ni hacen nada; asustan, causan pánico y ponen en duda las bases de la convivencia. Porque, vamos a ver, hace unos días el jefe del sr. Alatorre decía que no nos íbamos a morir de COVID-19, sino de hambre; el mayestático es una figura verbal en la que se habla en plural, por cortesía, por democracia, para resaltar un hecho y entonces decimos “los mexicanos somos indisciplinados” aunque uno no se considere así. Es una figura delicada porque debe ser pronunciada de manera que sea creíble y la verdad sea dicha. Yo no creo que el sr. Salinas se vaya a morir de hambre en esta cuarentena; no se puede ni jugar ni politizar el punto del confinamiento, es peligroso, muy peligroso. Ya cada uno está viendo como la libra y como salva el pan de sus hijos, pero el hecho es que poner en duda las medidas de la autoridad legalmente instaurada para retarlas y alentar a que sean desoídas y desobedecidas es irresponsable, criminal y peligroso. Y no, no basta un tuit chuleando al primer mandatario, lo menos que se espera es que se use la misma difusión y medios para reconocer el error e invitar a la población a que cumpla las indicaciones.
El tema es más delicado que este desaguisado, mucho más. Veamos. La República Española se vino abajo por sus divisiones internas, la revolución de clases y grupos que la asolaba le impidió hacer frente a la unidad del fascismo que la amenazaba, y la destruyó; nuestra Revolución se prolongó en los campos de batalla porque ningún grupo alcanzaba a hacer suya la voluntad popular; el mismo Salvador Allende se vio en el trance horroroso del golpe de Estado porque lejos de colaborar en la solución, sus opositores sembraban miedo en la población e invitaban a desoírlo. Esos caldos de cultivo son los que producen los virus de la desgracia, los que crean los campos fértiles para los ataques contra las instituciones. Yo no sé si alguien le pasó el papelito al sr. Alatorre, pero antes de leerlo y tuitearlo, tuvo tiempo para reflexionar lo que estaba por causar y no lo hizo, quiero creer que no lo hizo, porque la conclusión contraria es terrorífica.
No es que uno tenga que estar de acuerdo o no con las medidas, sino que no es el momento de ponernos a juzgar si la 4T nos conviene o no, si el presidente es idóneo o no; vaya, a mí no me ha gustado nada la solución que se dio al FONCA; pero no es relevante esa discusión ahora mismo, la comunidad cultural ha respondido con calma y con prudencia, porque queremos crear cultura y volver a la normalidad lo más pronto y no nos sirve de nada un jugoso presupuesto para escritores muertos.
Me gustaría que la próxima vez que nos veamos por aquí –nótese la metáfora y el mayestático–, sí podamos platicar del diálogo abierto en los blogs de cultura y literatura; lo mucho que están haciendo los ciudadanos comprando bonos de los restauranteros; cómo le estamos haciendo todos para sobrevivir y crecer; cómo el programa “Contigo a la distancia” de la Secretaría de Cultura está haciendo las cosas bien y en el silencio prudente que no aspira al protagonismo; que podamos hablar de mil y un cosas que nos siguen haciendo humanos y mejores y que no tengamos que volver sobre el punto de que es necesario comprender que esto es la peor emergencia sanitaria de nuestra historia contemporánea y que una vez resuelta, entonces sí nos damos con la cubeta encontrando soluciones. Hoy lo importante es resistir y de nuevo, no lo olvidemos: “Resistir es vencer”.
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