Los límites de la discusión

@cesarbc70 Es verdad que las crisis como la que vivimos, que es una forma minúscula de guerra, saca lo mejor y lo peor de nosotros...

5 de mayo, 2020

@cesarbc70

Es verdad que las crisis como la que vivimos, que es una forma minúscula de guerra, saca lo mejor y lo peor de nosotros y de nuestras sociedades. Estoy convencido de que los seres humanos estamos hechos para la solidaridad y para el encuentro, sin ello la humanidad se hubiera extinguido cuando nuestros ancestros aprendieron a lanzarse piedras. Por eso me angustia, más que la enfermedad, el aislamiento y la crisis económica, y que nos ataquemos cuando deberíamos estrechar lazos en torno a nuestros semejantes. 

    Es de conocimiento público que la secretaria de la Función Pública, Irma E. Sandoval, ha enfermado de COVID-19, y me encuentro con diatribas vengadoras, flamígeras, en las redes sociales. y no es que uno se asuste, si las redes están resultando como los cuchillos: igual pueden servir para labrar un santo de madera que para destripar al vecino. Parafraseando a Alfonso Reyes, lo preocupante es nuestra pérdida de las dimensiones humanas. La dra. Sandoval ante todo es un ser humano y madre, frente a eso deberíamos ejercitar un poco de solidaridad exclusivamente humana si se quiere; porque politizar las cosas tiene sus límites. Es cierto que a esas alturas de mando, jerarquía y poder, todo tiene significado político, pero a nivel de cancha, del cada día, es intolerable convertir una enfermedad en fuente de malos presagios y venganzas viscerales incluso de quienes nada tienen que ver con el juego político.

    Los tiempos son complicados, eso hay que entenderlo. El distanciamiento social tiene el efecto de alejarnos de la realidad, de confrontarnos con nuestros odios y nuestros temores, pero también de alentar lo que de humanos nos hace mejores. Esto no será para siempre y las cicatrices o los cambios durarán aún mucho tiempo; no sé si todos saldremos un día a darnos de besos y abrazos, no lo creo; de hecho podría pensar que el apetito del contacto social habrá cambiado cuando se conozcan las cifras finales de la mortandad general; nuestros hábitos de consumo habrán cambiado también y no solo por la crisis económica, hay una generación completa que hoy mismo está aprendiendo que el culto a lo superfluo, que dominó a las generaciones anteriores, era peligroso y hasta letal. Algunos aprenden el sentido de la fe y otros más, del valor de las relaciones humanas. Nadie saldrá indemne de esto y espero, confío, en que muchas de nuestras valoraciones sean para bien.

    Me encuentro, por ejemplo, una batalla punzante contra las ideas como socialismo, izquierda o comunismo y quienes ven en el desarrollo y el apoyo social una peste acusan a esta ideología como la causa de los males y, del otro lado, quienes creemos que el capitalismo salvaje ha tocado fondo y mucho de lo que estamos viviendo son las muestras evidentes de un proceso avanzado de descomposición; pero el hecho de recriminar y atacar, me pone a pensar si no nos aproximamos a una especie de Edad Media donde la razón es menos valorada y los dogmas van ganando terreno; me entero, por ejemplo, de la peregrina idea del presidente Trump que invita a inocularse con desinfectantes y hay cientos de sus ciudadanos hospitalizados por seguir sus mágicos consejos. No sé hasta dónde ni cómo, pero si estamos haciendo un alto en tantas cosas, no sé si sería conveniente también sentarnos un poco a razonar y ver que la ciencia no puede ser un nuevo dogma, que no podemos entronizar a nuevos apoderados de la verdad reservada a los círculos de iniciados; que podemos reorganizar la sociedad desde la base y tendernos la mano, usando los recursos entre todos y colaborando para que juntos la libremos, en ésta como en otras cosas.

    Desde luego que la enfermedad de la secretaria Sandoval preocupa en lo político, si es que quienes la han contactado últimamente no deberían ya estar en observación médica, incluido el presidente de la República; y es tiempo de que el gobierno replantee su estrategia y vuelva a la comunicación abierta y franca con los ciudadanos; luz es lo que requerimos y aliento a las estrategias sociales que están saliendo adelante. Un buen sector de la sociedad ha aprendido rápidamente a organizarse a través de las herramientas tecnológicas y eso va a tener costos políticos. El Estado no puede permitirse el lujo de perder el liderazgo en una situación tan crítica, no puede señalar a buenos y malos, ahora no, porque es claro que estamos metidos todos en la misma tormenta, pero no todos disponemos de la misma embarcación.

    Mi amiga Paty Wars –búsquela en la red– se las ingenió para seguir haciendo sus visitas guiadas al centro de la ciudad, ahora vía electrónica; muchos nos hemos volcado a la oferta educativa, plataformas como Edured de México están logrando magníficos resultados y los productores y pequeños comerciantes nos traen nuestros víveres; ese apoyo entre todos va a impactar tarde o temprano no solo en los resultados electorales, sino más que eso, en nuestra idea de representación política y entonces sí, habrá una transformación y no sé si es la que el gobierno espera.

    Por lo pronto, para doña Irma E. Sandoval y para toda su familia, mis mejores deseos de salud y recuperación.

 

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