Nosotros los Nobel

Una de las ventajas poco apreciadas del uso de la dinamita son las cenas de gala con la monarquía Sueca. Si no me cree, pregúntele a Vargas Llosa.

15 de octubre, 2015

Una de las ventajas poco apreciadas del uso de la dinamita son las cenas de gala con la monarquía Sueca. Si no me cree, pregúntele a Vargas Llosa.

La historia es por demás conocida. Alfred Nobel fue el inventor de la dinamita y tras su muerte estalló la bomba noticiosa de que su fortuna era para dar cinco premios relacionados con las ciencias, la medicina, la paz y la literatura. Pero Nobel no se despertó un día con la ansiedad de fabricar un poderoso explosivo y luego promover la paz. Su padre fue un talentoso ingeniero, diseñador de técnicas de minería y construcción y de algunos sistemas de armas, entre ellos las primeras minas navales. Experimentó también con distintos métodos para demoler rocas. En este explosivo ambiente cultural, Alfred se convirtió en una mente voraz, gran ingeniero y químico, lector incansable y erudito en muchos temas sociales. Ya siendo un treintañero y más, Alfred Nobel se concentró en el desarrollo de explosivos. Sintetizada por Ascanio Sobrero en la Universidad de Turín, la nitroglicerina atrajo la atención de Alfred a pesar de no ser rica de principio a fin. Era terriblemente inestable y explotaba con frecuencia. La nitroglicerina, no Alfred, claro está. Buscando estabilizarla voló su laboratorio junto con su hermano antes de dar con la kieselguhr, un polvo conocido en español como diatomita, rocas de diatomeas, unas algas marinas que fabrican conchitas ricas de silicio y que también se usan en la pasta de dientes. Mezcló nitroglicerina con diatomita y un poco de bicarbonato de sodio, y logró una pasta tan estable que envasada en tubos de cartón ni al fuego detonaban. Y  salvo el poder explosivo, sería un excelente dentífrico. Había nacido la sonora y explosiva dinamita.

Desde entonces los Nobel son el referente universal en cada una de sus áreas. Tanto que  los campos no incluidos se autodefinen como el Nobel de su disciplina, por ejemplo la Medalla Fields de matemáticas o el Pritzker de arquitectura. En más de un sentido Alfred Nobel creó la cultura de los premios. Desde los Oscar hasta los Bandamax, casi con seguridad usados para detener alguna puerta desobediente en los asilos de muchas abuelas gruperas, incontables galardonados tienen una deuda con Alfred.

Los premios Nobel en el área de la ciencia han ganado prestigio por su antigüedad, por la indudable calidad de las investigaciones, por la belleza de su presea, por la potente dotación en efectivo y la calidad de su ceremonia de premiación. Incluyendo la cena. La solvencia moral y académica del Jurado sustenta todo lo anterior. Premiar a lo mejor en un campo hace que a su vez los premiados fortalezcan al premio. Pero al revés pasa igual  

Burton Feldsman describe en el fascinante Nobel Prize. A history of genius, controversy and prestige, cómo con media Europa comiendo solo papas hervidas, Fritz Haber y Carl Bosch, un químico de la Badische Anilin-& Soda-Fabrik (BASF), inventan una forma barata de producir fertilizantes nitrogenados. Para 1912 la producción comercial de fertilizantes era una realidad, pero también la producción masiva  de explosivos con base en nitrógeno que llevaron a la Primera Guerra Mundial. De la fijación del nitrógeno a la Gran Guerra, Haber estuvo a punto de destruir Europa al tratar de salvarla de la hambruna. Haber fue el primer galardonado por el Nobel de la Paz. Desde entonces grandes humanistas y promotores del armisticio lo han recibido, como Barack Obama Yasser Arafat, Kissinger, Shimon Peres y el Dalai Lama, sin los esclavos tibetanos con los que huyó a India. Y eso no contando a Hitler, Stalin y Putin que han sido nominados.

Las ciencias también han tenido sus quédecires.

Por ejemplo Frederick Banting y John MacLeod recibieron el Nobel en 1923 por el aislamiento de la insulina que ya había hecho Nicalae Paulescu siete años antes. Egas Moniz el creador de la lobotomía, procedimiento que dejó idiota a más de 40 mil personas antes de ser prohibido, también fue galardonado y cenó y bailó en con los reyes de Suecia.

Y es que toda selección significa un corte, un tamiz, que deja fuera muchos talentos. El error humano, siempre presente, hace de las suyas y la falta de poderes de adivinación del jurado sobre lo que harán los premiados y el planeta entero en el porvenir, nos ha dado algunas pifias y una larga lista de premiados que nadie recuerda.

Pese a todo, los Nobel en ciencias y medicina son sin duda bien otorgados por lo general. Y este año parecen ser particularmente interesantes como para dedicar los siguientes espacios de este espacio a saber por qué ganaron. 

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