Aunque no me lo crea la fuga del Chapo está relacionada con un gusano marino, la línea 12 del metro de la Ciudad de México y la Guerra de Corea.
Evadirse de una prisión ha sido desde el origen del país una gran tradición. De hecho, el principal hospital psiquiátrico de México lleva el nombre de un reo evadido en el siglo XVI, Bernardino Álvarez, quien a punto de ser enviado a Filipinas logró romper los cepos y huir al Perú. Regresó arrepentido y con dinero para ayudar a los enfermos mentales. Primero en el legendario Hospital de Jesús, y luego en el Templo de San Hipólito donde ahora se venera a San Judas Tadeo, de tanta simpatía por los narcomenudistas. Hasta donde se sabe, no hizo ningún túnel, sino que usó el mar al igual que el Conde de Montecristo, a quien Alexandre Dumas sí puso a excavar en su celda con una cucharita durante años; Clint Estwood, versátil él, en Escape de Alcatraz también usó una palita. Aunque sin duda, la mejor ingeniería de evasión aparece en la estupenda y absurda Top Secret, donde Michael Gough (el Alfred de los Batman de Tim Burton) hace del Dr. Flammond, un científico que termina construyendo un megatúnel con una cucharita cafetera.
Pese a la evidencia cinamatográfica y la habilidad de los reos para usarlos de salida, construir túneles no ha sido cosa fácil. Los desastres en túneles han sido tantos, que a ellos les debemos la invención de los motores modernos. Thomas Newcomen y James Watt inventaron la máquina de vapor para sacar el agua que se filtraba a los túneles de las minas inglesas.
Sin embargo, la solución a los desastres mineros y de construcción de túneles vino, premoritoriamente, de una cárcel. Patrick Beaver cuenta en su A history of tunnels cómo en el siglo XIX Marc Brunel durante un encierro fue inspirado por un teredo. No, no se trata de un insulto mal escrito ni de una broma. Bueno, en realidad de una broma sí. Las bromas o teredos son a primera vista unos gusanos asquerosos que derrepente salen de la madera podrida en el agua de mar. Hacen las veces de polillas oceánicas debilitando botes, barcos y muelles. Pese a su forma, en realidad no son gusanos, sino moluscos bivalvos como los ostiones, mejillones y almejas. Se llaman Teredo navalis y merecerían un monumento. Cuando son bebés moluscos, es decir larvas, se alargan y las conchas se quedan en una punta a manera de casco sobre lo que podríamos llamar cabeza. Con estas conchas deformadas horadan la madera, haciendo una celda con foma de túnel en la que se quedan a vivir pa' siempre y sin que los vigilen por circuito cerrado o les pongan brazalete VIP. Como todo túnel, se les derrumbaría si sólo escarban. Así que conforme avanzan, recubren la pared de una baba que endurece.
A Brunel se le ocurrió usar la misma técnica para hacer un túnel por debajo del río Támesis de Londres. En lugar de las conchas, construyó un escudo con muchos compartimientos en los que escarbaban obreros. El escudo servía de cimbra mientras recubrían de ladrillo; luego movían el escudo hacia delante. Y así. Tras un intento fallido, lo logró. El túnel aún se usa por el metro de Londres.
Desde entonces, la técnica es más o menos la misma. Un enorme escudo que gira perforando el subsuelo mientras saca el escombro y sostiente un trecho que se va forrando de piezas prefabricadas. El reciente e inmenso túnel vial de Kuala Lumpur que en caso de inundación puede convertirse en drenaje pluvial, fue construido así. El túnel ferroviario que pasa por debajo de los Alpes y que pronto tendrá 57 kilómetros, usa la misma técnica. El de 54 kilómetros que une las islas de Honshu y Hokkaido en Japón y los 50 kilómetros que unen Inglaterra y Francia por debajo del Canal de la Mancha, también. Y la fallida línea 12 del metro de la Ciudad de México, igual.
Así que es complicado pero no tanto. De hecho el Cártel de Sinaloa ha construido recientemente al menos cuatro túneles que cruzan la frontera entre México y USA y que han sido detectados ya muy avanzados o hasta en funcionamiento. La técnica es parecida pero en pequeño, más cercana a la usada por Hezbollah. Lauren Mack del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos declaró hace poco al diario LA Times que desde 2006 han descubierto 25 túneles entre San Diego y Tijuana, varios con luz, ventilación y rieles, y atribuibles al Cártel de Sinaloa
Carl Wege del College of Coastal Georgia en un artículo de 2011 en el portal Small Wars Journal menciona que Hezbollah aprendió la técnica de construcción de túneles de especialistas de Corea del Norte vía contactos iraníes. Luego Brett O'Donnell de la Norwich University en 2012 en un artículo en la revista Global Security Studies menciona los vínculos entre Hezbollah y el Cártel de Sinaloa, lo que ya habían comentado altos funcionarios de la DEA que han identificado capacitación en construcción de túneles para varios cárteles.
¿Así que, cuál es la sorpresa? Solo queda de duda cómo sacaron tanta tierra, pero después de todo en El Gran Escape, Steve McQueen y Charles Bronson van sacando en los bolsillos del pantalón el escombro del túnel por el que huyen. Y Bronson y el Chapo usan el mismo bigote.
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