Lo verdaderamente preocupante del T-MEC

Ríos de tinta en los periódicos y noticias festivas y “humilladas” ha generado el teóricamente ahora sí versión definitiva del TLCAN (la negociada es la...

24 de diciembre, 2019

Ríos de tinta en los periódicos y  noticias festivas y “humilladas” ha generado el teóricamente ahora sí versión definitiva del TLCAN (la negociada es la que ya parecía el último texto). No es mi intención negar la importancia del logro de la “renegociación definitiva” si este va a lograr, como muchos gobernantes federales y estatales prometen, un torrente de inversiones extranjeras, que detonarán la economía, y que estaban a la espera de su ratificación por Estados Unidos -lo que hasta la fecha todavía no se logra-.

Me parece que es una postura un poco hipócrita la de rasgarse las vestiduras por permitir inspectores -que eso van a ser en realidad- con funciones para examinar si México cumple con los estándares del Tratado en materia laboral. Estados Unidos ya gozaba de esta facultad -o la utilizó por ejemplo en el caso de la VW en Puebla en 1994- para supervisar si las empresas mexicanas cumplían con las reglas de origen acordadas para tener acceso al mercado norteamericano sin aranceles. Esto no sería más que una confirmación de lo que ya existía en los hechos. Además, López Obrador abrió la caja de pandora cuando “entregó” la soberanía para hacerle el trabajo a los americanos para que, con tal de evitar la imposición unilateral de aranceles a los productos mexicanos, plegarse al deseo de Donald Trump de impedir la entrada de migrantes centroamericanos en la frontera sur, enviando a casi un tercio de la recién creada Guardia Nacional, ahorrándole el trabajo a los gringos y dando vuelta al “discurso a favor de los migrantes” que López Obrador utilizó en su campaña y en los primeros meses de gobierno. Lo de los inspectores era algo previsible, además de que no evita el otorgamiento de “futuras concesiones” por el entreguismo de AMLO.

Pero además, los “comentócratas” y analistas independientes no han discurrido en una cláusula del Tratado que es una auténtica “poision pill” para México, mucho más grave que la que -con razón- ha “herido” esta vez el orgullo nacional y de los empresarios: el nuevo T-MEC prohíbe a México celebrar acuerdos de libre comercio con naciones que no tengan una economía de mercado (léase China), con el riesgo, en caso contrario, de convertirse en una causal de salida voluntaria del Tratado de parte de Estados Unidos. O sea que, además del “precio” que implicó para México “vender su alma” al diablo norteamericano -que ya en 1950 advirtió el profeta Don Daniel Cosío Villegas en su famoso ensayo- con la firma del TLCAN, ahora, que además gobierna -y creo que se reeligirá a pesar de todo el intento de impeachment- a nuestro vecino del Norte un presidente que suficientes muestras de “cariño” ha dado hacia México -por si nos queda alguna duda: maltrato a migrantes mexicanos, aranceles al acero y al tomate, parcial desarme de la industria automotriz como consecuencia de muchas de las cláusulas del nuevo Tratado…-, ¿México no puede diversificar sus riesgos buscando inversión china para contrarrestar lo que supone poner todos los huevos en la canasta de Estados Unidos, máxime en el momento en que el posible beneficiado de la guerra comercial entre Estados Unidos y China hubieran sido las inversiones chinas hacia México?

Ahora resulta que ya no somos “socios” -que nunca lo hemos sido en realidad de Estados Unidos-, sino que tenemos estrictamente prohibida la posibilidad de diversificar nuestros inversionistas hacia otros países, en el que China hubiera jugado un papel estratégico: somos esclavos atados al mismo déspota. ¿Por qué no hubo casi nadie que advirtiera que esa era la cláusula del verdadero peligro del nuevo T-MEC, junto con “el paquete de desarme de nuestra incipiente y floreciente sector automotriz”, único sector industrial exitoso del TLCAN? ¿Silencio o complicidad?

Pero la tragedia no acaba allí: las inversiones que puedan venir del nuevo instrumento no cambiarán sustancialmente el destino económico nacional. Desde 2018 México, a pesar de todo ha incrementado sus exportaciones y su superávit comercial con EEUU, pero eso no ha tenido efecto “locomotora” sobre el resto de la economía. ¿Tendrán efecto significativo las nuevas inversiones que puedan implicar la nueva firma del T-MEC, además de las pérdidas en el sector automotriz y seguir sujetos a las ocurrencias de un loco en la Casa Blanca? Con la 4T, por primera vez el crecimiento económico del Tío Sam no ha arrastrado consigo a la economía mexicana. Malas noticias navideñas, salvo los que pensamos que en estas fechas Dios visitó la Tierra, haciéndose uno como nosotros y que negamos -como piensan Francisco Martín Moreno y Aguilar Camín, a quienes respeto en otras cuestiones de sus posturas-, que el cuadro de la Virgen de Guadalupe fue pintado por los españoles para “manipular” al pueblo indígena. Si eso fuera verdad, sería -para rematar- más triste, que las penurias del nuevo T-MEC, pero 120 millones de mexicanos dan muestra de lo contrario.

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